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Hacia dónde va la Comisión Ballenera Internacional

En 1972, la Conferencia de las Naciones Unidas Sobre Medio Ambiente Humano (Cumbre de Estocolmo) solicitó formalmente a la Comisión Ballenera Internacional (CBI), la detención de todas las operaciones de caza comercial debido a que las poblaciones de ballenas se encontraban al borde del colapso y muchas de ellas ya habían desaparecido. Una década más tarde la CBI finalmente aprobó la moratoria y sólo cuatro años más tarde ésta entró en vigencia. Tuvieron que pasar 14 años y la desaparición de más de alguna población de ballenas, para que la CBI cumpliera por primera vez desde su creación en 1946 su objetivo de conservar el recurso ballena para el beneficio de las generaciones futuras.

Sin embargo, la última reunión de la CBI realizada el pasado mes de Junio en Ulsan, Corea, dejó en claro que para algunas naciones balleneras – y otras no tanto – diecinueve años de protección parcial (ya que la moratoria no brinda protección de la caza científica) serían más que suficiente para contar actualmente con poblaciones de ballenas abundantes, listas para ser capturadas bajo un sistema de administración ballenero anacrónico y que no refleja las tendencias mundiales sobre administración y conservación marina.

Ciertamente llama la atención que a pesar del alto grado de incertidumbre científica sobre el estado de las poblaciones y el reducido número de países que son balleneros (Japón, Noruega e Islandia), la argumentación sobre la supuesta recuperación de las ballenas haya encontrado apoyo en casi la mitad de los 66 países miembro que actualmente conforman la CBI. La explicación detrás de esta situación se encontraría en la presión ejercida por Japón sobre un creciente número de países en desarrollo de África, América, Oceanía y el Caribe para adherirse a la CBI y votar a favor de la reapertura de la caza comercial de ballenas, a cambio de programas de financiamiento para el desarrollo pesquero.

Es así como el número de países que nada tienen que ver con la ballenería pero que apoyan las intenciones japonesas aumenta cada año en la Comisión, socavando los esfuerzos de los países conservacionistas que buscan negociar de manera transparente un sistema que asegure la conservación de las ballenas y respete el derecho soberano de los países que utilizan este recurso mediante metodologías no letales.

En este sentido, el trabajo realizado en Corea por el bloque de países conservacionistas latinoamericanos compuesto por Argentina, Brasil, Chile, México y Panamá, fue esencial para avanzar hacia el fortalecimiento de temas que son de interés socioeconómico para la región, como el derecho soberano al uso no consumptivo de ballenas, el desarrollo del turismo de avistaje de cetáceos y el establecimiento de santuarios que brinden protección efectiva sobre la caza comercial y científica.

Considerando que las grandes naciones balleneras del hemisferio norte fueron las principales responsables de diezmar las poblaciones de ballenas del sur, el esfuerzo y trabajo realizado por el bloque conservacionista latinoamericano en la CBI constituye un valorable ejemplo de democracia y soberanía a favor de los intereses de la región y la conservación de especies que forman parte irremplazable de nuestro patrimonio natural marino.

Sin embargo la creciente presión ejercida por Japón amenaza con anular esta labor, a través de la integración de nuevos países y el agotamiento de gobiernos conservacionistas que podrían abandonar la Comisión al ver que sus esfuerzos podrían ser inútiles ante la arremetida japonesa. El resultado no sólo sería funesto para poblaciones de ballenas que actualmente son consideradas un “recurso compartido” por las naciones que las utilizan mediante metodologías no letales, sino que también sentaría un grave precedente sobre los mecanismos de negociación utilizados en foros internacionales.

Ante este panorama, hoy más que nunca es necesario continuar avanzado hacia la consolidación de políticas tendientes a asegurar la protección de nuestras poblaciones de ballenas, tanto dentro como fuera de la CBI. En este sentido, el trabajo y compromiso de conservación del bloque latinoamericano en la CBI es fundamental para asegurar el derecho soberano de los países a utilizar el recurso ballenas mediante metodologías no letales.

Fuente: CCC