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Nueva tecnología acústica marina pone en peligro la vida silvestre

El pasado 19 de Julio, abogados de la Marina de Estados Unidos y del Consejo para la Defensa de los Recursos Nacionales (CDRN), se enfrentaron en la Corte de California para intentar detener un programa de detección submarina – conocido como Desarrollo Avanzado para el Bienestar Costero o DABC – que incluye el uso de Sonares Activos de Baja Frecuencia (SABF) en las zonas de mayor densidad poblacional del planeta: las áreas costeras.

De acuerdo a William Wilgus, director de la Red de Causas Públicas (EE.UU), el sonido producido por la nueva tecnología militar del SABF es superior a 238 decibeles, es decir 4.3 billones de veces más fuerte que los niveles de sonido necesarios para generar dolor físico en el ser humano.

La escala de decibeles utilizada para cuantificar el nivel de sonido, aumenta logarítmicamente. Es decir, al aumentar el sonido en 10 decibles éste sería 10 veces más fuerte; al aumentarlo en 20 decibeles éste sería 100 veces más fuerte y al aumentarlo en 30 decibeles éste sería mil veces más fuerte. Esto entrega una clara idea del nivel de sonido producido por los SABF.

Estos niveles de ruido podrían tener efectos desastrosos para las ballenas que se encuentren en el área, ya que los cetáceos utilizan el sonido para navegar, encontrar a sus presas, evadir predadores y localizarse a grandes distancias con el objetivo de reproducirse y criar. Cualquier tipo de contaminación acústica que disminuya las habilidades para escuchar señales auditivas, pone en riesgo la habilidad de los cetáceos para realizar sus actividades normalmente.

Uno de los sistemas que actualmente están siendo probados por la Marina estadounidense es una adaptación del sonar activo “53C”, responsable del varamiento masivo y muerte de al menos ocho cetáceos, de cuatro especies, ocurrido en Marzo de 2000 en las Islas Bahamas.

El SABF emite ondas en la misma baja frecuencia que diversas especies de ballena actualmente en peligro, como la ballena jorobada, franca y azul. Los peligros potenciales a corto y largo plazo son desconocidos, pero se estima que a corto plazo podrían observarse cambios en los patrones de navegación, que afectarían las conductas de alimentación y aumentarían la posibilidad de colisión de las ballenas con embarcaciones marinas. A largo plazo, los niveles de contaminación acústica podrían obligar a los animales a abandonar sus hábitats de reproducción y alimentación, con consecuencias hasta ahora desconocidas. Adicionalmente, las actuales dificultades para realizar estudios en el océano no permiten la detección fácil y rápida de los impactos negativos generados por estas nuevas tecnologías.

Michael Jasny, analista político del CDRN, declaró que “existe evidencia que los SABF destruyen la habilidad de las ballenas para alimentarse, aparearse y comunicarse a grandes distancias con otros de su misma especie”. Para Jasny, “desde el punto de vista biológico, las áreas costeras son la peor elección para conducir estas pruebas, debido a que decenas de especies de mamíferos marinos sólo habitan cerca de la costa. Además las áreas afectadas constituyen el área de alimentación, reproducción y crianza de un gran numero de otras especies”.

El Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales demandó la detención del programa de pruebas de la marina hasta que se realice una profunda evaluación de impacto ambiental y se establezcan las regulaciones para su utilización. Por su parte, el gobierno argumenta que está tomando una serie de medidas extraordinarias para proteger la vida marina y afirma que el caso contra el programa DABC debería ser sobreseído.

Conservación Marina en la Corte

Esta no es la primera disputa legal entre la Marina de EE.UU. y las organizaciones ambientalistas norteamericanas; los enfrentamientos legales de mayor envergadura se han producido por el uso del Sonar Activo de Baja Frecuencia (SABF), capaz de enviar ondas masivas de sonido para localizar embarcaciones enemigas. La evidencia actual sugiere que esta tecnología es la responsable de los varamientos masivos de cetáceos ocurridos en Grecia en 1996 y las Islas Bahamas en 2000.

Pero el 16 de Julio pasado, los grupos ambientalistas perdieron una importante batalla cuando el Congreso de Estados Unidos aprobó una controversial exención por cinco años, que permitirá a la Marina de Estados Unidos eximirse de las regulaciones establecidas en el Acta de Protección a los Mamíferos Marinos de 1972 para utilizar un poderoso SABF. La aprobación del Congreso, permitirá que los SABF rastreen el 80% de los océanos del mundo, sin considerar los efectos negativos que podrían sufrir las poblaciones de ballenas.

Los SABF están compuestos por un sistema de 18 parlantes que se sumergen al océano desde embarcaciones marinas y cada parlante puede generar ondas de sonido de más de 200 decibeles. Cuando la onda encuentra un objeto, el sonido rebota y envía la señal auditiva al sistema de origen. La señal de eco recibida permite que el operador del sistema ubique espacialmente el objetivo o nave enemiga.

El Ocaso del Silencio Marino

Durante la Guerra Fría, la Marina de EE.UU., vigiló los océanos con sonares pasivos similares a hidrófonos, que se sumergían en el agua y silenciosamente registraban el sonido de cualquier nave enemiga. Pero una vez terminada la “caza del octubre rojo”, el objetivo cambió y actualmente la Marina busca detectar pequeños submarinos eléctricos iraquíes que naveguen el Golfo Pérsico. De acuerdo a fuentes militares, éstos son muy silenciosos, difíciles de detectar y navegan por la costa.

El cambio de la marina estadounidense al SABF, ha convertido a los océanos en un lugar mucho más ruidoso, pero este hecho es sólo la continuación de una historia que ya tiene más de siglo y medio. Antes de 1850, los mares del planeta se encontraban prácticamente libres de la contaminación acústica producida por las actividades humanas, pero la proliferación de naves a vapor a mediados del siglo XIX cambió esta realidad para siempre.

Algunos de los ruidos más irritantes producidos por las actividades humanas provienen de prospecciones de gas y petróleo, las cuales emplean una especie de pistola de aire presurizado para descubrir la presencia de combustibles fósiles.

De acuerdo al investigador del Laboratorio Ambiental Marino del Pacífico, Christopher Fox, “los sensores utilizados durante una investigación en las Islas Azores (en el medio del Océano Atlántico), resultaron completamente afectados por el sonido producido por pistolas de aire a presión que estaban operando fuera de la costa de Nueva Escocia, a miles de kilómetros de distancia”.

Versiones modificadas de estas pistolas, son sólo algunas de las nuevas tecnologías que actualmente están siendo probadas bajo el programa DABC. Éste tiene un costo anual de seis millones de dólares y una duración de ocho años, de los cuales cuatro ya han sido desarrollados.

Adicionalmente, se está probando toda una nueva generación de sonares activos que dependen de los sensores de hasta 15 naves, como también sistemas de detección mediante luz óptica y láser. Estas tecnologías “no acústicas” serán probadas esta semana fuera de la Costa Este de EE.UU., si el Consejo para la Defensa no logra detener el programa en la corte de justicia.

Pistolas de aire, sonares activos y otras ruidosas tecnologías incluidas en el Programa de Desarrollo para el Bienestar Costero, serán probados en Octubre en las cercanías de Corea y Japón.

Fuente: Wired News
Más información: Centro Ecoceanos