Elsa Cabrera (Centro de Conservación Cetacea) y Juan Carlos Cárdenas (Centro Ecoceanos), coordinadores de la campaña “Chile 2008, Santuario de Ballenas”
¿Y ustedes a quién representan? – Estas fueron las palabras de un antiguo comisionado de Chile ante la Comisión Ballenera Internacional (CBI) tras presentarle una propuesta para la creación de un santuario de ballenas en las aguas jurisdiccionales chilenas. Finalizaba el 2007 y al año siguiente el país iba a ser anfitrión de la 60 Asamblea Plenaria de la CBI. Era una excelente oportunidad para consolidar una política de Estado comprometida con la conservación y el uso no letal de las ballenas, cachalotes, delfines, y otras de las 40 especies de cetáceos que habitan aguas chilenas.
Como uno de los miembros fundadores de la CBI, Chile estaba históricamente ligado a la caza comercial de ballenas. Después de todo, este organismo internacional se creó en 1947 para regular las operaciones balleneras y conservar las poblaciones de estos gigantes marinos para las generaciones futuras.
Sin embargo, la CBI fue incapaz de cumplir con ambos mandatos hasta 1982 cuando la Comisión aprobó la adopción de una moratoria global sobre la caza comercial de todas las especies de ballenas. Para entonces, la mayoría de las especies de ballenas se encontraban al borde de la extinción debido a la sobre explotación comercial. Consecuentemente, Chile detuvo las operaciones balleneras en 1986 y posteriormente (1995), emitió el decreto 225 del Ministerio de Economía que prohibió la captura de ballenas en aguas jurisdiccionales chilenas por un periodo de 30 años.
Tras la implementación de la moratoria, la posición de Chile en la CBI se caracterizó por respetar esta medida, pero con miras a reanudar en el futuro la explotación comercial de poblaciones de ballenas cuya abundancia pudiera ser comprobada científicamente. Por lo tanto, Chile continuaba siendo una nación ballenera que representaba los intereses balleneros en la CBI.
Y aunque para 2007 la postura de Chile en la Comisión ya demostraba un mayor compromiso con la protección de los cetáceos, la ausencia de una política de Estado hacía que las decisiones finales adoptadas en las asambleas plenarias dependieran de la visión del representante de turno.
Tras salir de la reunión con el antiguo comisionado – aquel que quería saber a quién representan las organizaciones civiles – quedó claro que para hacer posible un santuario de ballenas en Chile tendríamos que seguir los pasos que Australia había dado varias décadas antes. Al igual que Chile, su historia estaba fuertemente ligada a la industria ballenera. Sólo tras la realización de una encuesta nacional las autoridades comprendieron que la mayoría de la población deseaba que el país protegiera a las ballenas de manera permanente y legislaron acordemente. Como resultado, Australia lideró por varias décadas la defensa de la moratoria y el uso no letal de las ballenas en la Comisión.
Y así fue como encomendamos a la principal agencia de ese entonces (Adimark GfK) una encuesta nacional para conocer el apoyo de la ciudadanía a la creación del santuario de ballenas de Chile en particular, y la protección de los cetáceos y su ambiente marino en general. Sus resultados fueron catalogados como “históricos y sin precedentes”. La propuesta para la creación del santuario de ballenas de Chile obtuvo un 99% de apoyo, algo jamás alcanzado antes ni replicado desde entonces en ninguna encuesta.
Estos resultados, junto al apoyo de cerca de cien organizaciones civiles nacionales e internacionales fueron un impulso fundamental para que la expresidenta, Michelle Bachelet, comprometiera su apoyo a la creación del santuario de ballenas de Chile durante su cuenta pública anual en mayo de 2008. Rápidamente la Cámara de Diputados y Senado brindaron su respaldo unánime a la propuesta, y la Armada de Chile también expresó su compromiso permanente con la protección de los cetáceos.
Había pasado menos de un año desde la reunión donde la propuesta había sido descalificada a priori por una supuesta falta de representatividad cuando la Ley 20.293, conocida popularmente como Santuario de Ballenas de Chile fue promulgada bajo el gobierno de Bachelet con el apoyo unánime de todos los poderes del Estado. Chile dejó en el pasado su tradición ballenera para convertirse en un líder mundial en la defensa de la moratoria, el uso no letal de las ballenas y la modernización de la Comisión Ballenera Internacional.
La creación del Santuario de Ballenas de Chile no sólo constituyó uno de los hitos más importantes para la protección de los cetáceos en Chile, también se convirtió en un referente histórico de lo que puede alcanzar la sociedad civil organizada e informada a favor de la conservación de la biodiversidad y el medio ambiente.
Ahora, ante los nuevos desafíos y amenazas actuales para la vida marina, el Santuario de Ballenas cobra aún más relevancia, pues contiene las herramientas necesarias para poder avanzar en la implementación de medidas y acciones para la conservación de los cetáceos y los ecosistemas marinos nacionales y del Pacífico suroriental.