Tras cerrar el día de apertura sin mayores novedades, este martes la Comisión Ballenera Internacional (CBI) continuó su segundo día de sesiones plenarias abordando propuestas que evidencian que algunas circunstancias y la realidad política global, podrían terminar perjudicando la conservación de los cetáceos en el mundo.
Uno de los primeros temas fue la posible creación del comité de ordenamiento que estaría encargado de abordar temas relativos a la caza de ballenas. El problema con este comité es que las ballenas están protegidas globalmente por una moratoria. La intención detrás de su creación no es difícil de dilucidar si tomamos en cuenta que en 2018 Japón anunció su abandono de la CBI cuando la comisión rechazó una propuesta orientada a crear un comité de características similares. Por eso llama la atención que países que se denominan conservacionistas y `comprometidos con la moratoria´, como la Unión Europea, Estados Unidos y Australia, hayan expresado apoyo a su establecimiento. Otros, como Costa Rica, Chile, Argentina y República Dominicana expresaron preocupación y oposición a su creación, por lo que el tema fue pospuesto hasta el próximo jueves con el fin de continuar el proceso de negociación.
En dirección opuesta y completamente en línea con los continuos llamados de diversos órgananismos internacionales relativos a medio ambiente, Brasil, Argentina y Uruguay presentaron la propuesta para crear el santuario ballenero del Atlántico Sur. Entre otros, protegería a los cetáceos de la creciente presión ballenera que experimenta la CBI, promovería la conservación en una extensa área marina y fomentaría la colaboración científica en la región.
La propuesta, que ha sido presentada por más de 20 años, no ha logrado alcanzar el 75% de apoyo de los votos de la Comisión, lo cual resulta curioso tomando en cuenta que sólo tres países en el mundo mantienen operaciones de caza comercial (Noruega, Islandia y Japón). Sin embargo, la situación comienza a tener sentido cuando consideramos que la denominada diplomacia del arpón del gobierno japonés (dentro y, ahora, afuera de la CBI), se ha caracterizado por mantener activo a un grupo de países que apoya su política ballenera a cambio de programas de financiamiento pesquero. Bloquear la creación del santuario ha sido siempre parte de esta agenda. Pero tras la pandemia COVID-19, esta situación podría cambiar. La inasistencia de varios de estos países a la presente reunión podría convertirse en una oportunidad para su posible aprobación el próximo jueves. Sin embargo, es esencial recordar que cada voto es vital para la creación del santuario, por lo que la ausencia de importantes países conservacionistas como Colombia y Mónaco es, al menos, preocupante y muy inconveniente.
Continuando con una agenda representativa del siglo 21, la Unión Europea presentó una propuesta de resolución sobre contaminación marina por plásticos. Su adopción le permitiría a la CBI, entre otros, involucrarse en la labor que está llevando a cabo las Naciones Unidas para crear un Acuerdo Global Contra la Contaminación por Plásticos. Siendo este tipo de contaminación una de las mayores amenazas para los cetáceos en el mundo, resulta inexplicable que Noruega, uno de los países encargado de liderar el proceso de creación de este acuerdo internacional, haya expresado su rechazo al mejor estilo japonés, argumentando que `la CBI sólo tiene competencia para la regulación de la caza de ballenas´. Afortunadamente, fue el único país con esta posición por lo que se espera que se adopte el jueves.
La sorpresa llegó cuando Gana, en nombre de un grupo de países de África conocido como COMHAFAT/ATLAFCO presentó una propuesta de resolución que busca validar a las ballenas como alimento para enfrentar la crisis alimentaria. Considerando que ninguno de los países proponentes consume productos de ballena, pareciera que ésta representara los interés de otra nación. Y aunque propuestas similares ya fueron desestimadas en 2016 y 2018, en esta oportunidad algunos países, nuevamente conservacionistas, abrieron la puerta para su deliberación el próximo jueves, al afirmar su compromiso de continuar trabajando el texto para alcanzar un acuerdo.
Y para cerrar el día, el representante más ferviente de los intereses balleneros de Japón en la CBI, de Antigua y Barbuda, se tomó más de 20 minutos para presentar una propuesta de resolución orientada a levantar la moratoria. Sus argumentos se orientaron principalmente a cuestionar la legitimidad de este organismo internacional. Para Antigua y Barbuda, la CBI es un organismo estático que debe orientar su trabajo a los principios y visión de sus miembros fundadores. El problema es que esos principios y visión fueron adoptados hace 75 años, y el mundo ha cambiado desde entonces. Para Antigua y Barbuda, la incapacidad de la CBI de levantar la moratoria y dedicar su trabajo a matar ballenas como lo hacía en 1947 es `un elefante en la sala´ que amenaza con desprestigiar su labor y podría terminar destruyendo a este organismo internacional.
Pero una rápida revisión de los temas del día sugiere que el elefante en la sala es otro. Al parecer este elefante continúa manipulando la agenda de la CBI mediante la diplomacia del arpón y saca ventaja del reordenamiento político global para impulsar sus intereses a través de antiguos rivales en la Comisión.
El jueves veremos dónde quedan las ballenas y el futuro de la CBI en medio de este complejo panorama.
Por Elsa Cabrera, directora del Centro de Conservación Cetacea y observadora acreditada ante la CBI desde 2001.