La Antártica, el continente blanco rodeado por un océano que es santuario de ballenas, representa uno de los ecosistemas más importantes para una gran diversidad de especies de cetáceos. Algunas de estas especies habitan permanentemente las aguas del Océano Austral, mientras que otras – incluyendo las ballenas – migran grandes distancias desde latitudes bajas para alcanzar las áreas de alimentación que se encuentran allí.
Sin embargo y como resultado del cambio climático, se estima que la temperatura en la región Antártica aumentará más que en otras regiones del planeta, afectando significativamente sus procesos ecológicos.
Recientes estudios científicos demuestran que en la medida que la temperatura atmosférica de la península antártica, una de las zonas más afectadas por el calentamiento global, aumentó más de 2,5º C durante los últimos 50 años, la retracción de la masa de hielo polar también se extendió hacia el sur del continente helado.
Los resultados son preocupantes para la conservación de las poblaciones de ballenas y el ecosistema marino antártico si se considera que la reducción de masas de hielo polar tiene impactos negativos en la productividad marina del Océano Austral.
Las grandes áreas de hielo antártico forman un ambiente altamente productivo donde el fitoplancton, compuesto por cientos de millones de pequeñas algas, florece durante la primavera en grandes cantidades y es consumido por comunidades de pequeños crustáceos como el kril antártico, que a su vez constituye el principal alimento de cientos de especies de aves, focas, lobos, delfines y ballenas que habitan las heladas aguas antárticas.
En consecuencia, la abundancia de kril en el Océano Austral durante los meses de verano está directamente relacionada a la superficie del hielo polar durante el invierno y una reducción de esta fuente alimenticia, debido a la pérdida de la masa de hielo como consecuencia del cambio climático, puede afectar las fuentes de alimento de diversas especies, incluyendo las ballenas.
De acuerdo a un estudio realizado en 1999 (Brierly y K. Reid) con información obtenida durante el siglo pasado, cuando los niveles de kril disminuyen a consecuencia de la reducción de la masa de hielo (debido a ciclos climáticos naturales), la conducta alimenticia de las ballenas azules se ve alterada y la condición física de las ballenas de aleta disminuye al punto de registrarse individuos extremadamente delgados.
Además de las amenazadas asociadas al cambio climático y de encontrarse clasificada En Peligro, es importante destacar que ésta ultima especie será capturada por el gobierno de Japón durante los próximos meses en el Océano Austral como parte del controversial y polémico programa de “caza científica” de ballenas, aumentando el nivel de amenazas sobre la especie.
Por otra parte, estudios climatológicos prevén que el cambio climático ocasionado por las actividades humanas podría ocasionar la alteración de las corrientes termohalinas del Océano Austral. Esto podría generar la reducción o interrupción de la circulación del Océano Austral, con consecuencias desconocidas. A pesar que actualmente no se espera un cambio en las corrientes antárticas, debe tenerse presente que los efectos del cambio climático pueden ser repentinos y no graduales; y que los umbrales de temperatura necesarios para gatillar alteraciones en la circulación termohalina son desconocidos.
Debido que los cetáceos son mamíferos de reproducción lenta, su capacidad de adaptación a las rápidas alteraciones sufridas en el medio ambiente producidas por efecto del cambio climático podría ser muy baja.
Por ello resulta urgentemente necesario que los gobiernos que se darán cita próximamente en Copenhague, y en particular las naciones con intereses directos sobre la Antártica como es el caso de Chile, adopten medidas efectivas para reducir la emisión de gases responsables del efecto invernadero.
Adicionalmente, resulta fundamental que ante la creciente evidencia sobre los posibles impactos del cambio climático en las poblaciones de cetáceos, los países conservacionistas de la Comisión Ballenera Internacional rechacen públicamente la denominada “caza científica” de ballenas y trabajen para eliminar definitivamente estas operaciones balleneras de los mares del planeta.
Por: Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea