Estados Unidos, 07 de octubre 2008 (ScienceDaily) – A principios del verano boreal, la Corte Suprema de Estados Unidos accedió a revisar una serie de leyes que restringen el uso del sonar activo de baja frecuencia en los ejercicios de entrenamiento de detección de submarinos de la Armada de ese país, fuera de la costa del sur de California. La corte debe oír el caso antes que la actividad recomience este mes.
Durante muchos años, el profesor Chris Parsons de la Universidad George Mason de EEUU, ha hecho un seguimiento de los patrones del varamiento en masa de las ballenas alrededor del mundo. En su más reciente publicación titulada “Sonar de la Armada y cetáceos: ¿Cuántos varamientos tendremos que esperar antes de actuar?”, Parsons y sus co-autores nos muestran los mayores varamientos de delfines y ballenas de los últimos ocho años y discuten sobre las diferentes especies que han sido afectadas en el mundo. Los especialistas argumentan con fuerza la necesidad de una política medio-ambiental más estricta con respecto al uso de sonares activos de baja frecuencia.
“Generalmente, si hay un gran varamiento de ballenas, hay ejercicios militares en el área”, dice Parsons. “El sonar está matando más ballenas de lo que creemos”.
Parsons es delegado nacional en el Comité Científico y Comités de Conservación de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) y miembro de la junta de directores de la sección marina de la Sociedad para la Conservación Biológica. Ha estado involucrado en la investigación de ballenas y delfines por más de una década y ha conducido proyectos en Sudáfrica, India, China, el Caribe y Reino Unido.
A pesar de que Parsons cree que hay probabilidades de que la Corte Suprema de Estados Unidos reglamente a favor de la Armada, cree que hay una oportunidad para ambas partes.
“Si la Armada implementa esfuerzos apropiados de mitigación, pueden seguir con los ejercicios militares y disminuir los impactos negativos sobre las poblaciones de ballenas”, afirmó. Sin embargo, argumenta sobre la necesidad de evitar completamente el uso del sonar en áreas sensibles y destaca la urgencia de contar con especialistas experimentados como observadores a bordo de las embarcaciones marinas. “No alguien cuyo entrenamiento consta de haber mirado 45 minutos un DVD, como es el caso de la mayoría de los observadores que la Armada recibe respecto al avistamiento y detección de ballenas”.
A pesar de estos esfuerzos, a Parsons le preocupa que el sonar activo esté afectando muchas más ballenas de lo que sabemos. “Eventualmente, la Armada tendrá que reconsiderar el uso de ciertos tipos de sonares. Ellos podrían estar barriendo poblaciones enteras e impactando seriamente otras”.
Fuente: ScienceDaily