Durante un encuentro organizado por el IFAW en Sudáfrica, el vicepreseidente de la CBI, Horst Kleinschmidt, habría afirmado que este organismo enfrenta un panorama desolador que no tendrá solución a menos que vientos de cambio brinden una nueva realidad a este viejo y petrificado instrumento. Al respecto Kleinschmidt, se habría referido a la necesidad de contar con una organización que resuelva el conflicto ballenero desde una perspectiva de conservación del ambiente y el ecosistema, y no como lo plantea la CBI, preguntando simplemente cuántas ballenas se pueden cazar antes de que los niveles de la población disminuyan más.
Según el artículo, para Kleinschmidt la contienda por el recurso ballena en los mares del sur se asemejaría a la historia de África, cuando naciones del hemisferio norte reclamaron las riquezas del pueblo africano bajo el alero que brinda el poder económico, destacando que la próxima década estará dominada por aquellos que pueden explotar lo que es la última frontera sin jurisdicción: las aguas internacionales.
El sudafricano también habría enfatizado la necesidad de que los países del hemisferio sur reclamen urgentemente sus derechos sobre el manejo preferencial de los océanos del sur, argumentando que la idea de que los océanos del sur son para ser explotados por las naciones del hemisferio norte debería ser rechazada.
BALLENAS, RECURSO COMPARTIDO
La CBI fue fundada en 1946 con el objetivo de ordenar la industria ballenera de la época, que en ese tiempo se limitaba a cazar ballenas. Sin embargo durante las últimas décadas un creciente número de países, entre los cuales se destacan antiguas naciones balleneras como Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia, Argentina y Brasil, han consolidado exitosamente políticas de conservación y uso no letal de las ballenas, como una alternativa legítima y soberana de utilizar el recurso ballena.
Desde 1987, Japón ha cazado miles de ballenas en aguas del Santuario Ballenero Austral con el pretexto de realizar investigaciones científicas. Durante la pasada reunión de la CBI realizada en Junio de 2005 en Ulsan, Corea del Sur, Japón anunció que continuará el programa de investigación en la Antártica (JARPAII) y que aumentará en un 100% el número de ballenas minke capturadas anualmente (de 440 a 800), a pesar que actualmente el Comité Científico de la CBI reconoce que su número poblacional podría ser mucho menor al estimado con anterioridad (760.000 animales). Adicionalmente JARPAII incluye la captura de ballenas jorobada, clasificada como Vulnerable por la IUCN, y ballenas de aleta, clasificada En Peligro por ese mismo organismo.
Para los países del hemisferio sur que actualmente desarrollan actividades de uso no letal de cetáceos, los programas de caza científica representan una amenaza para la conservación de especies vulnerables, que al ser altamente migratorias, constituyen un “recurso compartido” que brinda beneficios sociales, ambientales y económicos a la región. En este sentido, existe una creciente preocupación sobre los impactos que la caza científica de ballenas tendrá sobre las poblaciones que actualmente están siendo utilizadas para actividades de avistaje de ballenas. A nivel latinoamericano, Argentina, Brasil, Chile, Perú y México se han destacado durante los últimos años por fortalecer un bloque regional en la CBI que busca consolidar el derecho soberano de los países a utlizar el recurso ballena mediante metodologías no letales y proteger sus poblaciones de intereses foráneos, como la caza comercial y/o científica.
Fuentes: Cape Times, CCC