Conducidos de la mano de Japón, los países balleneros intentarán continuar imponiendo un enfoque unilateral en la próxima reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que se realizará entre el 22 y 26 de junio en Portugal.
El pasado 23 de abril, una treintena de países miembros de la CBI vinculados a intereses balleneros nipones, adoptaron una declaración sui generis, hecha a la medida de los intereses estratégicos de la industria nipona, que servirá de base para bloquear cualquier intento de la Comisión por avanzar hacia la modernización de este organismo internacional.
En primer lugar resulta irónico que los firmantes de la declaración rechacen la creación de santuarios balleneros, mientras apoyan entusiastamente los programas de “investigación letal” en el Santuario Ballenero Austral, mediante argumentos, que en el mejor de los casos, son inverosímiles.
En su preámbulo, la declaración afirma que la CBI se encuentra paralizada. Ello constituye más un deseo de los redactores que una realidad. Desde la implementación de la moratoria sobre la caza comercial de ballenas en 1986 – una gran derrota para la diplomacia del arpón – la Comisión ha sido más activa que en todos sus 61 años de historia. En las últimas dos décadas, la CBI creó el Santuario Ballenero en el Océano Austral, estableció el Comité de Conservación, implementó programas de investigación no letal de cetáceos que incorporan variantes ambientales y formó subgrupos de trabajo en una amplia gama de temas, como bienestar animal, avistaje de cetáceos y captura incidental, entre otros. Paradójicamente, esta sería una parálisis que habría que detener según Japón.
La declaración también sostiene que los países firmantes apoyan las decisiones que buscan la seguridad alimentaria, como una forma de atraer el apoyo de países en desarrollo. Qué singular, si consideramos que Japón se cuenta entre los países industrializados con el comportamiento más depredador en relación a las especies marinas existentes fuera de las aguas japonesas.
Adicionalmente, la declaración asevera que los países firmantes siempre han alentado las negociaciones basadas en la buena fe. Ello se contradice con la dura realidad. Es así, que en pleno proceso de negociación y en abierto desafío a la prohibición vigente sobre el comercio internacional de productos de ballena, Islandia y Noruega iniciaron la exportación de carne de estos cetáceos a Japón, y Corea anunció que buscaría reanudar la captura comercial de cetáceos.
Continuando con las faltas a la verdad, la declaración afirma más adelante que los países “apoyan el principio de uso sustentable de ballenas, ya que contribuye al desarrollo sustentable de las comunidades costeras y preserva las tradiciones culturales, la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza”. Sin embargo, la historia nos señala que la caza comercial de ballenas redujo brutalmente las poblaciones de grandes cetáceos dejando un reguero de pobreza y comunidades tradicionales destruidas. Ejemplo de ello son las ruinas de decenas de plantas faenadoras de ballenas abandonadas en las costas del planeta, especialmente desde Alaska hasta el continente Antártico, las cuales son mudos testigos que revelan la naturaleza engañosa de la declaración.
Los firmantes de la declaración señalan que se “oponen a colocar a las ballenas fuera del contexto globalmente aceptado de uso sustentable…porque [los cetáceos] no son diferentes a cualquier otro recurso marino utilizado como alimento”. Resulta insólito que la diplomacia del arpón ignore el derecho soberano a utilizar las ballenas mediante métodos no letales e intente imponer una visión anacrónica en la relación actual sociedad/naturaleza.
En conclusión, la declaración es una clara señal que Japón y sus aliados no están dispuestos a continuar durante el 2009 el proceso de negociación iniciado el año pasado durante la reunión anual de la CBI en Santiago de Chile. Además, evidencia que a pesar de los reclamos japoneses sobre la supuesta “disfuncionalidad” de este organismo internacional, mantener el status quo y evitar avances constituye la estrategia más idónea para que los intereses industriales y comerciales nipones continúen abusando e intimidando a la Comisión.
Considerando que América Latina presenta el mayor crecimiento mundial del turismo de avistaje de cetáceos, brindando estabilidad social y fortaleciendo de la gobernabilidad en la región, la diplomacia del arpón representa una amenaza que debe ser abordada con firmeza por la comunidad internacional, especialmente por los gobiernos de la región, las comunidades costeras, los pescadores artesanales, y los jóvenes latinoamericanos, quienes se han caracterizado durante las últimas décadas por su constante labor a favor de la defensa de la vida en los mares y océanos.
El éxito de las campañas populares y participativas para la creación de santuarios nacionales de ballenas, el legítimo derecho usar las ballenas sin necesidad de matarlas, el aumento de la educación ambiental, el fortalecimiento de programas de investigación no letales y la consolidación del turismo de avistaje de cetáceos de base comunitaria, constituyen las principales herramientas de los gobiernos de América Latina para enfrentar efectivamente a la diplomacia del arpón y avanzar hacia la urgente modernización de la CBI durante la próxima reunión anual que se realizará en Junio en Madeira, Portugal.
Por: Elsa Cabrera (CCC) y Juan Carlos Cárdenas (Centro Ecoceanos)