Oslo, Noruega. 30 de Julio de 2002 – Noruega y Japón iniciaron este martes conversaciones con el fin definir los detalles de futuras exportaciones de productos de ballena, desafiando abiertamente las actuales prohibiciones a la caza comercial de ballenas establecida por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), y al comercio internacional de productos de ballena, impuesta por la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
El gobierno noruego, que el pasado 16 de julio exportó por primera vez en 14 años ocho toneladas de carne y grasa de ballena a Islandia, afirmó que se encuentra optimista de expandir sus exportaciones de ballena al inmenso mercado japonés, pero aclaró que aun quedan pruebas por realizarse.
Johan Williams, director general de Ministerio de Pesca Noruego declaró que, “fue una reunión muy beneficiosa…asumimos que resultará tarde o temprano…somos pacientes” Williams agregó que los principales obstáculos para iniciar exportaciones de grasa de ballena a Japón, como son el sistema de monitoreo genético y los altos niveles de mercurio en la grasa de ballena, fueron aclarados.
Posición de Japón
Pero el gobierno de Japón continua escéptico sobre los altos niveles de contaminantes encontrados en la grasa de ballena, ya que grupos de consumidores japoneses afirman que la grasa de ballenas capturadas en aguas noruegas supera en promedio 7.6 veces los niveles permitidos por el gobierno nipón.
Sobre este tema, Williams declaró que “tendríamos que realizar pruebas a cada ballena y posiblemente sólo podremos exportar parte de la grasa a Japón”. Williams agregó que en pocos días su gobierno enviará muestras de carne de ballena a Japón, con el fin de evaluar los niveles de contaminantes.
Greenpeace Alemania rápidamente calificó la movida como inaceptable y sin sentido. “Hemos examinado las muestras de carne de ballena noruega y contienen niveles muy altos de toxinas. Vender este producto sería como envenenar a la población”, declaró Thomas Henningsen, coordinador de temas oceánicos de Greenpeace Alemania.
Noruega mantiene almacenados unas mil toneladas de grasa de ballena debido a que los noruegos no la consumen. El pueblo japonés por su parte, consume la grasa y la carne, pero el abastecimiento de dichos productos se encuentra limitado al número de ballenas cazadas por Japón bajo supuestos programas de investigación científica.
Ignorando el rechazo mundial a la caza de ballenas, Noruega, Japón e Islandia mantienen reservas a la prohibición impuesta por la CITES, pero desde 1988 no habían comercializado internacionalmente carne o grasa de ballena, hasta la reciente exportación de Noruega a Islandia.
Preocupación Mundial
La preocupación mundial por la devastación de las diversas especies y poblaciones de ballenas durante la ballenería comercial, fue la razón principal para que la mayoría de de los miembros de la CBI aprobaran en 1986 establecer una moratoria a la caza comercial de todas las especies de ballenas. La CITES, reconociendo a la CBI como el organismo internacional encargado de la administración de las poblaciones de ballenas a nivel mundial, ha mantenido estas especies incluidas en el Apéndice I de dicha Convención, el cual prohíbe el comercio internacional.
Pero durante los últimos años las naciones balleneras como Japón, Noruega e Islandia han presionado fuertemente para reiniciar la caza y el comercio internacional de diversas especies de ballenas, entre las cuales se encuentran algunas actualmente clasificadas en peligro.
Durante la próxima reunión de la CITES, ha realizarse en Santiago entre el 3 y 15 de noviembre del presente año, Japón nuevamente presentará dos propuestas para reanudar el comercio internacional de ballena de Bryde (Balaenoptera edeni) y minke (Balaenoptera acutorostrata).
Fuente: YahooNews