Toda acción genera una reacción. Este podría ser el efecto del fallido intento del gobierno de Corea del Sur por implementar en el futuro próximo un programa de “caza científica” de Ballenas Minke en el Pacífico Noroccidental.
A pesar que la matanza de ballenas está prohibida por una moratoria global adoptada por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), países como Japón, Noruega e Islandia continúan matando ballenas bajo distintos resquicios legales. Mientras que las naciones nórdicas mantienen una objeción que les permite realizar operaciones de caza comercial, desde 1987 el gobierno japonés ha implementado dos programas de “caza científica” de ballenas. Aprovechando un vacío legal que permite a los países miembro de la CBI auto otorgarse cuotas de captura con supuestos fines de investigación científica, Japón realiza estas matanzas en las aguas del Pacífico Norte y el santuario de ballenas del Océano Austral.
El uso y abuso de estos resquicios legales por parte de estas tres naciones rindieron frutos positivos para los intereses balleneros cuando en 2008 la CBI se enfrascó en un proceso de negociación para definir el “futuro de la CBI”. El acuerdo, apoyado por un conglomerado de tres grandes grupos ambientalistas y liderado por Estados Unidos y Nueva Zelanda, proponía eliminar de facto la moratoria para entregar cuotas de caza comercial a Islandia, Noruega y Japón. A este último país también se le blanquearía la “caza científica” de ballenas en el santuario del Océano Austral, otorgándoles cuotas de caza que supuestamente iban a ser reducidas en el tiempo.
La oposición mundial se hizo evidente rápidamente y varios países, incluso naciones balleneras, se opusieron a su adopción. Entre ellos destacó el caso de Corea del Sur, que criticó duramente la propuesta, afirmando que a pesar de ser una nación con tradición ballenera y haber respetado la moratoria su país no había sido incluido entre las naciones beneficiadas por el acuerdo ballenero. Si bien la negociación para definir el “futuro de la CBI” fracasó y el proceso se dio por cerrado en 2010, algunos países como la Federación Rusa y Japón, entre otros, han intentado resucitarla infructuosamente durante los últimos años. Corea del Sur, como buena nación disciplinada, debe haber realizado un análisis de la situación para concluir que quizás la mejor forma de asegurar eventuales futuros derechos de extracción de grandes cetáceos sería revitalizando sus operaciones balleneras de manera similar a como lo hace Japón a través de los programas de “caza científica”.