Entre las causas de varamiento naturales o sin influencia del ser humano se encuentran los cambios en las condiciones climáticas o corrientes marinas, enfermedades, animales extraviados, pérdida de padres a edad temprana, vejez, cambio en el geomagnetismo de la tierra, entre otras. Mientras que entre las causas antropogénicas o causadas por el ser humano se encuentran la interacción con pesquerías, contaminación marina, sonares militares, degradación de hábitat, sobreexplotación pesquera y colisión con embarcaciones.
En el último tiempo cuantiosos varamientos han hecho noticia en los medios de comunicación a nivel mundial.
El pasado 2 de septiembre el departamento australiano de medio ambiente practicó la eutanasia a una ballena jorobada, de casi 10 metros de longitud, que había encallado hace un par de semanas en una playa al oeste del país. Al no conseguir devolverla a aguas más profundas, decidieron sacrificar a la ballena con explosivos.
Según relata una investigadora de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC), Marisa Tejedor, en otros países del mundo como España “se emplea una inyección letal y si hay financiamiento se recupera el cadáver para estudiarlo y si no, se rescata con maquinaria pesada y se entierra en lugares adecuados”.
Mientras tanto en Brasil, desde comienzo de este año se han registrado 67 ballenas varadas, de las cuales 63 corresponden a ballenas jorobadas que en general han muerto antes de regresar al mar.
En Chubut, Argentina, el día 13 de septiembre fueron encontrados 40 calderones muertos, a 170 kilómetros de la ciudad de Comodoro Rivadavia.
Esta semana en México, en medio de las intensas lluvias en varias regiones del país, una ballena y su ballenato fueron observados en la Bahía de Acapulco. Los pescadores del área se percataron de que los mamíferos se encontraban atrapados en redes de pesca y hasta el momento están siendo resguardados por las autoridades marinas y medioambientales locales.
En Nueva Zelanda 25 ballenas piloto murieron esta semana y otras 49 continúan varadas en una playa del extremo más septentrional de la Isla Norte del país, según informó el departamento de Conservación de Wellington. Voluntarios y expertos se dirigen a la remota playa de Spirits Bay donde los cetáceos quedaron atrapados. En agosto otro grupo de 58 ballenas quedó varado en una playa, también en el norte de Nueva Zelanda, de las cuales sólo nueve pudieron ser rescatadas.
Existen especies de cetáceos más susceptibles de sufrir varamientos debido a sus fuertes lazos sociales, por lo que tienden a realizar varamientos masivos, tal es el caso de ciertas especies de delfines, como los calderones o ballenas piloto.
En Chile, el último registro masivo de cetáceos, fue en el mes de abril cuando alrededor de14 delfines de Risso vararon en las costas de Iquique, logrando las autoridades locales devolver algunos ejemplares al mar.
Registros más antiguos en nuestro país, como es el caso del varamiento de al menos 12 calderones de aleta larga en Magallanes el año 2006, reafirman la hipótesis de cohesión social que lleva a los miembros de un grupo a no querer abandonarse entre si cuando uno enferma, en particular los individuos mas viejos y lideres de la manada.
Los varamientos son ocasiones en las que el trabajo en equipo entre las diversas instituciones, autoridades locales y organizaciones dedicadas a la conservación marina puede generar enormes satisfacciones si se logra devolver a los animales varados vivos a su ambiente natural.
No obstante, cuando mueren encallados, igualmente estos eventos representan una oportunidad única para conocer más acerca de la biología de estos mamíferos marinos.
Fuente: RTVE, La Información, Diario Sur, Informador, La Nación, Terra, CCC