Aunque Japón argumenta que la matanza de ballenas busca mantener supuestas tradiciones gastronómicas, actualmente más de cuatro mil toneladas de carne de ballena se encuentran almacenadas en gigantescos sistemas de congelación.
¿La razón? El apetito nipón por la carne de ballena o kujira (cushirá) jamás se ha caracterizado por un alto consumo de estos cetáceos a nivel nacional, a excepción del fin de la segunda mundial, cuando Estados Unidos financió la implementación de la industria ballenera local con el fin de proveer al devastado pueblo japonés de proteína animal barata.
Como consecuencia del creciente desinterés en la carne de cetáceos, el Instituto de Investigación de Cetáceos (ICR por sus siglas en inglés), organismo dependiente de la Agencia de Pesca de Japón que externaliza y supervisa la denominada “caza científica” de ballenas, necesita reducir urgentemente la creciente montaña de ballenas acumulada en congeladores.
Consecuentemente ha diseñado una campaña de consumo que apunta a los escolares como principales consumidores de carne y productos de cetáceos. De acuerdo al ICR, la distribución de carne de cetáceos en las escuelas tiene como objetivo enseñar a los niños la tradición y cultura gastronómica japonesa. Para ello, el ICR comercializa la carne a las escuelas por un tercio del valor de mercado.
Tradición Culinaria Vs Traición a la Salud Humana
Bajo este contexto, resulta necesario conocer los posibles efectos a la salud que tiene el consumo de carne de ballena y otras especies de cetáceos. El primer problema potencial es la contaminación con mercurio, un metal pesado altamente tóxico. Aunque el mercurio existe en diferentes formas químicas, la más relevante para este caso es el mercurio orgánico, conocido como metil-mercurio, ya que éste es el que se almacena en la carne y los tejidos de los cetáceos.
Un estudio realizado por el profesor de Ciencias de la Salud de la Universidad de Akadio, Tetsuya Endo y el Dr. Koichi Haraguchi, del Colegio de Ciencias Farmacéuticas de Daiichi en Fukoka, sobre los niveles de metil-mercurio presente en la carne de cetáceos comercializada en Taiji, reveló que cada gramo de carne roja contiene 5.0 microgramos de mercurio. En comparación, la Administración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos establece un “nivel de acción” de un microgramo y cualquier producto que sobre pase este límite no se puede comercializar o consumir.
Adicionalmente, análisis de cabello realizados a residentes de Taiji revelaron una concentración de 24.6 microgramos de mercurio contra 4.3 microgramos en residentes que no consumen carne de cetáceos y dos microgramos en promedio en ciudadanos japoneses.
La edición de septiembre de 2010 del diario especializado Problemas Actuales in Pediatría y Salud Adolescente, incluye una extensa revisión sobre las evidencias de los efectos de la exposición al mercurio en niños y jóvenes que fue realizada por un grupo de investigadores de la salud. Entre sus conclusiones, los especialistas destacan que: (1) el mercurio es un elemento altamente tóxico; (2) no se conoce ningún nivel seguro de exposición a mercurio; y (3) ningún niño o adulto debería tener mercurio almacenado en su cuerpo porque no aporta ningún beneficio fisiológico.
El equipo de especialistas en salud humana recomienda en el estudio que la prevención es clave para reducir las posibilidades de envenenamiento por mercurio y destacan que el periodo de gestación y los primeros años de vida de los niños son periodos particularmente sensibles a sufrir efectos asociados a la contaminación con mercurio.
Finalmente un estudio que será publicado en octubre de 2010 en la edición de Industria Farmaceutica e Investigación Ambiental, revela los impactos negativos del mercurio sobre niños recién nacidos. Los investigadores de la Universidad de Tohoku realizaron una cohorte de nacimiento sobre cerca de 500 mujeres embarazadas y sus hijos recién nacidos, midiendo la cantidad de alimento marino consumido y el nivel de mercurio presente en el cabello en cada mujer. Posteriormente realizaron análisis conductuales sobre los bebes al tercer día de nacidos utilizando la Escala de Evaluación Conductual Neonatal.
Los resultados evidenciaron que a mayor cantidad de mercurio en el cabello de la madre, menor capacidad de respuesta del recién nacido a la evaluación conductual. “La información sugiere que la exposición prenatal a metil-mercurio afecta adversamente la función neuroconductual”, concluyen enfáticamente los investigadores.
Ante estas evidencias resulta cuestionable que el gobierno de Japón, a través de la Agencia de Pesca y el Instituto de Investigación de Cetáceos (ICR), emprenda una campaña orientada a promover el consumo masivo de cetáceos en niños y escolares, con el fin de reducir una “montaña” de carne congelada que refleja claramente que ese tipo de productos no es apreciado por, ni saludable para, la mayoría del pueblo japonés.
Fuente: Japan Times, Centro de Conservación Cetacea
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