En medio del fracaso de las negociaciones para alcanzar un acuerdo vinculante que reduzca la emisión de gases responsables del cambio climático, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) entregó un informe con la lista de las diez especies que sufrirían los mayores impactos a causa del calentamiento global.
Entre ellas se encuentran especies altamente emblemáticas como la tortuga laúd o baula, el koala, el pingüino emperador, el pez payaso y una especie de cetáceo que habita sólo heladas aguas del hemisferio norte conocida como beluga.
De acuerdo a Wendy Foden, coautora del informe de la UICN “la especie humana no es la única cuyo futuro depende del clima y este informe debería servir como llamado de alerta a todos los gobiernos para adoptar compromisos verdaderos que permitan reducir las emisiones de CO2 en la atmósfera”.
El informe también revela el lúgubre destino que enfrentan corales, salmones, focas, zorros y hasta árboles que habitan en el desierto.
Los resultados del informe no incluyen al oso polar dado que la mayoría de las personas están concientes del peligro que representa el cambio climático para la especie más grande de oso en el planeta.
Al igual que el oso polar, la foca anillada del ártico se ve amenazada por la significativa reducción de la capa de hielo polar. Esta especie depende del hielo polar para dar a luz y cuidar a sus crías durante la primavera boreal.
Los cambios en los ecosistemas polares también ponen en riesgo al bellísimo zorro ártico. Con el aumento de la temperatura, las plantas que conforman su hábitat podrían ser reemplazadas por bosques boreales, colocando al zorro ártico en directa competencia con su primo mayor, el zorro rojo. Se estima que las consecuencias de este cambio serían devastadoras para la especie, debido a que los científicos ya cuentan con evidencia que el zorro rojo mata tanto crías como adultos de zorro ártico.
El futuro de las especies más cercanas a Chile tampoco es alentador. La especie más grande y majestuosa de pingüino del planeta, el pingüino emperador, podría desaparecer por la pérdida de plataformas de hielo estables que son utilizadas por las crías y juveniles.
Adicionalmente, el aumento de la temperatura marina ha reducido en más de un 80% la disponibilidad de kril antártico, un crustáceo similar a un camarón que es la principal fuente de alimento de pingüinos y otras especies marinas antárticas.
Los investigadores estiman que un aumento de 2º Celsius en la temperatura, coincidente con la decepcionante meta alcanzada por un reducido grupo de líderes mundiales en Copenhague, impactará al 40% de la población total de pingüino emperador.
Una de las especies consideradas más tiernas por el público, el koala de Australia, también está sufriendo los embates del cambio climático. El aumento de los niveles de CO2 ha producido una pérdida de nutrientes en las hojas del Eucalipto, único alimento del koala. Adicionalmente, el creciente número de incendios y sequías también está afectando la conservación de esta tierna especie.
Pero sin duda las especies más afectadas por el cambio climático continúan siendo las marinas.
Los corales, como el coral asta de ciervo, son particularmente susceptibles a lo que se conoce como “blanqueamiento de coral” o muerte de algas microscópicas llamadas zooxantelas. Estas pequeñas algas aportan alimentos al coral, contribuyen a su colorido y permiten la vida de estos delicados organismos marinos. La acidificación del océano producto de las altas concentraciones de CO2 en el agua, debilita el esqueleto de los corales.
El famoso pez payaso, cuya especie fue utilizada para caracterizar a un simpático padre sobre protector en la película “Buscando a Nemo”, también se encuentra entre la lista de las principales especies amenazadas por el cambio climático. Esto se debe a que la vida del pez payaso se desarrolla en los tentáculos de las anémonas que habitan los ya amenazados y decrecientes arrecifes de coral.
Tras el fracaso de la cumbre sobre cambio climático de Copenhague, el futuro de la especie más grande de tortuga marina, la tortuga laúd o baula, se augura poco auspicioso. El sexo en esta especie está determinado por la temperatura de la arena en la cual las madres entierran sus huevos. Las temperaturas más elevadas podrían producir un aumento en el número de machos, alterando el balance natural de especie. Adicionalmente, el aumento del nivel de mar eliminará importantes zonas de nidificación de esta especie que se encuentra actualmente clasificada como el Peligro Crítico por la Lista Roja de la UICN.
Bajo la capa de hielo ártico, la suerte de las belugas, una especie de cetáceo similar a un delfín, se ve amenazada por el cambio climático. El aumento de la temperatura del océano produce cambios biológicos en el ecosistema que podrían afectar la especie. Adicionalmente, la pérdida de hielo permite el incremento del tráfico marítimo y el desarrollo de actividades antropogénicas que podrían impactar negativamente a las belugas y el ambiente marino.
Los salmones silvestres son otra de las especies que podrían desaparecer para siempre de los ríos y océanos debido al calentamiento global. La habilidad de esta especie para migrar entre el mar y los afluentes de agua dulce es altamente susceptible a cambios ambientales. El aumento de la temperatura del océano puede afectar los ciclos de migración del salmón. De manera similar, las aguas cálidas de los ríos actúan como barrera migratoria, obligando a los salmones a migrar más lejos y gastar más energía antes de reproducirse.
Hasta las especies del desierto se ven impactadas por la falta de voluntad de los líderes mundiales para reducir la emisión de CO2 en la atmósfera terrestre. A pesar que el árbol de aloe montana habita una de las zonas más áridas de África, las crecientes sequías amenazan la supervivencia de esta especie a lo largo de su rango de distribución.
Ante el preocupante informe de la UICN y la falta de resultados concretos en la cumbre sobre cambio climático de Copenhague, el director de la Comisión de Especies de la UICN, Simon Stuart, afirmó que “la gente común tiene el poder para detener esta trágica pérdida de biodiversidad, reduciendo la emisión individual de CO2 y demandando cambios efectivos frente al calamitoso pronóstico climático que enfrentamos en la actualidad”.