Investigadores canadienses informaron recientemente sobre la alarmante incidencia de cáncer en la aislada y alguna vez populosa congregación de delfines beluga del estrecho de San Lorenzo.
Stéphane Lair, profesor asociado de la escuela de medicina veterinaria de la Universidad de Montreal, afirmó que teme que los delfines, cuyo número era cercano a 10.000 individuos, pueda desaparecer completamente.
“No sabemos si en 50 años más habrán belugas en esta zona” afirmó Lair.
De acuerdo a la información actual, la población de belugas en San Lorenzo es de aproximadamente unos mil animales.
Hasta mediados de la década de 1970 la cacería de estos delfines fue la principal causa de la declinación de la población, sin embargo existen otros factores que están afectando su supervivencia en el siglo XXI.
Desde inicios de 1980, Lair está a cargo de una investigación orientada a monitorear la salud y la tendencia poblacional de las belugas.
Ya en 2002, una publicación de Lair afirmaba que una de las principales causas de muerte de estos mamíferos marinos era el cáncer. Siete años más tarde, ésta continua siendo la mayor amenaza para las belugas de San Lorenzo.
¿Toxinas Culpables?
Los investigadores responsabilizan de los elevados casos de cáncer a la presencia de químicos conocidos como hidrocarbonos policíclicos aromáticos (PAH por sus siglas en inglés), en el estuario donde habitan y se alimentan las belugas durante los meses de verano.
Los PAH son consideradas sustancias cancerígenas para los humanos y otras especies animales.
Una de las hipótesis indica que la planta de aluminio que operó por cerca de dos décadas en el área, vertió PAH directamente al río Saguenay, desde donde fueron arrastrados por la corriente hasta el estuario de San Lorenzo.
Sin embargo, las compañías responsables de la fundición de aluminio refutan estas teorías, afirmando que no existen pruebas que los asocien con las altas tasas de cáncer en las belugas y que desde inicios de 1980 utilizan tecnologías para limpiar el agua descargada al río Saguenay.
Para Lair, la razón para sospechar de los PAH es simple, “al contrario de otras especies que viven en las mismas aguas, las belugas se alimentan en el lecho del río, removiendo el sedimento para obtener kril y gusanos de fango que componen gran parte de su dieta”.
Este sedimento contiene toxinas que se asentaron allí hace años y que no han desaparecido todavía.
Fuente: CBC News Canada, CCC