Pocos días antes que la Corte Internacional de Justicia fallara a favor de Australia y determinara el cierre de la denominada caza “científica” de ballenas de Japón en Antártica, la agencia de noticias Associated Press (AP) informó que una de las mayores amenazas para la industria ballenera nipona es la falta de apetito de los consumidores japoneses hacia la carne y productos de estos cetáceos.
El artículo evidencia que la carne de ballena almacenada en gigantescos congeladores prácticamente se ha duplicado durante la última década, llegando a 4,600 toneladas en 2012 en comparación con menos de 2,500 toneladas en 2002. De acuerdo a AP, una fuente anónima de la Agencia de Pesca de Japón declaró que las actividades del grupo ecologista Sea Shepherd evitaron que el stock de productos congelados aumentara más durante los últimos años.
A pesar que el condenado programa de caza “científica” de ballenas, JARPA II, buscaba demostrar la supuesta sostenibilidad de la caza comercial en el Océano Austral, los negativos balances económicos arrojados por la venta de las ballenas capturadas ilegalmente en el santuario de ballenas antártico evidencian que tampoco es sustentable comercialmente. Para el investigador marino de la Universidad de Tokai (Japón), Ayako Okubo “la continuación de la caza comercial de ballenas no es una opción realista”.
De manera similar el reporte de AP cita estadísticas de la industria ballenera para mostrar que el numero de procesadoras y distribuidoras de carne de ballena en Japón ha disminuido a la mitad entre 1999 y 2012. De acuerdo a los distribuidores esto se debería a la falta de popularidad de la carne de ballena, la falta de variedad en las recetas y imagen negativa asociada al consumo de estos mamíferos marinos.
De acuerdo a un reporte oficial revisado por AP, el Instituto de Investigación Cetáceos de Japón (ICR por sus siglas en inglés) – la entidad encargada de ejecutar los programas de caza “científica” en Antártica y el Pacífico Norte – recaudó en 2012 menos del 30 por ciento de lo obtenido en 2004 por la venta de la carne de las ballenas cazadas.
La falta de mercado ha llevado al gobierno japonés a incrementar los subsidios para mantener a flote la decadente y cuestionada industria ballenera japonesa en aguas internacionales. En 2011 la utilización de fondos destinados a reconstrucción tras el desastre producido por el terremoto y tsunami para cubrir las deudas de la industria ballenera generó una ola de protestas tanto dentro como fuera de Japón.
Sin embargo el objetivo estratégico de la nación asiática respecto a la caza de ballenas quedó evidenciado en las declaraciones del ex comisionado de Japón ante la Comisión Ballenera Internacional, Masayuki Komatsu, a la agencia AP. “Lo que esta juego no son solamente las ballenas. La Antártica es un mar abierto y todo el mundo tiene derecho a explotar sus ricos recursos. No hay necesidad de ceder a confrontaciones nacionalistas” afirmó el ex comisionado de la CBI quien en 2001 calificó a las ballenas como las “cucarachas del mar”.
Fuente: Associated Press, Centro de Conservación Cetacea