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Japón arriesgaría delicado ecosistema antártico con tal de matar ballenas

El pasado miércoles 26 de septiembre el diario japonés Asahi Shimbun informó que de acuerdo a oficiales de la Agencia de Pesca de Japón, encargada de monitorear los programas balleneros de “caza científica”, el gobierno de ese país estaría considerando suspender la próxima temporada de matanza de ballenas en el Océano Austral debido a que la nave factoría, Nisshin Maru, necesitaría ser sometida a reparaciones.

La declaración generó una ola de reacciones de parte de distintos sectores japoneses. Junichi Sato, director ejecutivo de Greenpeace Japón, afirmó que “este es un momento único para que Japón se aleje de la vergüenza internacional que generan los programas balleneros”. Sin embargo sectores nacionalistas asociados a la industria pesquera ven en la suspensión del programa una señal de “cobardía” de parte de la nación asiática.

De acuerdo a la cadena radial australiana ABC, voceros de la Agencia de Pesca de Japón no quisieron hacer declaraciones sobre la posible suspensión de la próxima temporada de “caza científica” de ballenas pero si confirmaron que la nave factoría, Nisshin Maru, necesita ser sometida a reparaciones y que la extensión de éstas serán decididas durante una próxima reunión.

Sería la primera vez en 25 años que el gobierno japonés no llevaría a cabo su controversial matanza anual de ballenas en las aguas del Santuario del Océano Austral que rodean el continente Antártico.

La reparación de la nave ballenera también ha generado la indignación de la sociedad civil japonesa que la semana pasada envió una contundente carta a las autoridades de ese país. La Red de Acción por Delfines y Ballenas de Japón (IKAN por sus siglas en inglés) y Greenpeace Japón, solicitaron al Primer Ministro japonés, al Ministro de Agricultura y al director general de la Agencia de Pesca de Japón detener el programa de “caza científica” de ballenas; suspender el uso inadecuado de fondos públicos provenientes de los impuestos de la ciudadanía nipona para mantener “una industria sin futuro que sólo representa los intereses de una minoría”; y revelar los detalles del uso de más de 25 millones de dólares originalmente destinados a la reconstrucción del país que fueron derivados a financiar actividades balleneras en 2012.

Sin embargo, el encargado del programa de “caza científica” de ballenas japonés, Tatsuya Nakaoku, afirmó que “nos gustaría realizar reparaciones profundas a la nave con el fin de utilizarla durante la próxima década” y agregó que “no existe ninguna posibilidad” que la flota no vaya a la Antártica la próxima temporada. Las declaraciones evidencian que las autoridades no tienen ninguna intención de suspender las operaciones balleneras en el Océano Austral.

Para Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea “resulta impresentable que el gobierno japonés insista en llevar adelante la próxima temporada de “caza científica” utilizando una nave que requeriría profundas reparaciones para continuar operando de manera segura en las heladas y peligrosas aguas del Océano Austral”. La ambientalista recordó que en 2007 la nave Nisshin Maru sufrió una grave explosión e incendio que cobró la vida de uno de sus tripulantes quedando a la deriva por más de 10 días con más de mil toneladas de combustible y sustancias químicas. En dicha oportunidad el gobierno japonés rechazó propuestas de ayuda para remolcar la nave, poniendo en grave riesgo una de las zonas más importantes de nidificación de pingüinos Adelaida en la Antártica.

“Este no es tema de orgullo nacional para un minoritario sector japonés ligado a la industria pesquera. La seguridad del frágil ecosistema antártico – protegido por el Tratado Antártico y estrictas regulaciones recientemente implementadas por la Organización Marítima Internacional – está en riesgo cada vez que el gobierno japonés decide enviar su anacrónica flota ballenera al Santuario de Ballenas del Océano Austral para seguir llevando adelante operaciones de caza que son rotundamente rechazadas tanto por la comunidad internacional como por la propia ciudadanía japonesa” concluyó Cabrera.

Por su parte, Juan Carlos Cárdenas, médico veterinario y director del Centro Ecoceanos afirmó que “el accionar pro-industria ballenera que impulsan sectores ultranacionalistas del gobierno Japonés, compromete el medio ambiente, la paz y gobernabilidad en el territorio Antártico. Para la comunidad de naciones Sudamericanas, especialmente Chile, el asegurar la paz y protección ambiental de las aguas Antárticas constituye un elemento clave para la estabilidad política y conservación ambiental de sus diversos y riquísimos ecosistemas marinos. Hoy Japón ha abierto un conflicto marítimo de insospechadas consecuencia con China. ¿Mañana espera abrir otro conflicto en las distantes aguas polares del hemisferio sur? El Grupo Buenos Aires y la ciudadanía regional tenemos la palabra”.

Fuente: Centro de Conservación CetaceaThe AgeDomain-bRadio AustraliaThe New Zealand HeraldMother Nature Network