Un grupo de investigadores presenciaron a un grupo de ballenas de jorobada intentando evitar el ataque de un grupo orcas sobre una pequeña cría de ballena gris en la Bahía de Monterrey (California, Estados Unidos).
La zona se caracteriza por una gran presencia de cetáceos durante la primavera. Las ballenas grises inician su migración alas heladas aguas del norte con sus crías, las ballenas azules arriban para alimentarse y las ballenas jorobadas regresan tras la migración de invierno.
Pero estos no son los únicos visitantes de la familia de los cetáceos que arriban al área. Grupos de orcas transitorias que dentro de su dieta incluyen otros mamíferos marinos también llegan para alimentarse de crías de ballenas grises. A pesar de lo impactante que pueda parecer, esto sólo forma parte de la relación predador/presa que permite mantener el equilibro de naturaleza.
Sin embargo, el pasado 03 de mayo, turistas e investigadores fueron testigos presenciales de un evento sorprendente.
Un grupo de aproximadamente nueve orcas se encontraba en el proceso de separar a una pequeña cría de ballena gris de su madre, cuando observaron la presencia de dos ballenas jorobadas que parecían estar tratando de intervenir. Durante aproximadamente una media hora, los observadores pudieron ver cómo la madre de la cría luchaba sin éxito por proteger a su cría y cómo las dos ballenas jorobada golpeaban el agua, emitían fuertes sonidos al respirar y se aproximaban a menos de un cuerpo de distancia a la madre y su cría. Sin embargo, los esfuerzos de las ballenas no lograron salvar a la cría que murió poco tiempo después.
Poco después llegaron al área cinco ballenas jorobada más, que de manera coordinada persiguieron a las orcas, emitiendo fuertes sonidos al soplar, golpeando la cola con fuerza contra el agua y sacando la cabeza fuera del agua. Durante varias horas regresaron en repetidas oportunidades donde se encontraba la cría muerta y las orcas alimentándose de ella.
La investigadora Nancy Black especuló que las ballenas podrían estar tratando de proteger el cuerpo sin vida de la cría, aunque sin registro de imágenes de video es difícil poder asegurarlo con certeza. Pero su colega Alisa Schulman-Janiger afirmó que “lo que sí sabemos con certeza es que la ballenas se encontraban extremadamente estresadas, emitiendo fuertes sonidos al respirar y colocándose en una posición riesgosa al acercarse al lado de la madre de ballena gris. La investigadora agregó que existe un registro de ballena jorobada rescatando a una foca que estaba siendo atacada por orcas en la Antártica y llamó la atención sobre la importancia de proteger a estas especies pues sabemos muy poco de ellas.
La especialista en cognitividad de cetáceos de la Universidad de Atlanta, Dra. Lori Marino, afirmó sobre el evento que “este podría ser un caso de ballenas jorobada intentando ayudar a un miembro de otra especie de cetáceo lo que demuestra que son capaces de compadecerse de miembros de otras especies y tienen motivación para ayudarlos”.
Marino detalló que una de las razones para explicar el evento es que tanto las ballenas jorobadas como otras especies de cetáceos tienen células especializadas en el cerebro, llamadas neuronas de Von Economo, que también se encuentran en el cerebro de los humanos, grandes simios y elefantes. Éstas se encuentran en zonas encargadas del comportamiento y permiten una lectura rápida intuitiva de situaciones con mucha carga emocional por lo que su presencia en los cetáceos apoya la idea que estas especies son capaces de empatía, sentimiento y pensamiento de orden superior.
El registro de este evento fortalece los esfuerzos realizados por destacados investigadores y especialistas que en febrero pasado hicieron un llamado a la comunidad internacional para reconocer estas especies como personas no humanas y establecer un marco internacional para protegerlos de la caza y cautiverio durante la pasada cumbre anual de la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS por sus siglas en inglés).
Fuente: Digital Journal, La Tercera