Tras el atentado a las torres gemelas en Nueva York (Estados Unidos) en septiembre de 2001, el tráfico aéreo y marítimo se redujo al mínimo debido a que durante los días posteriores limitaron por razones de seguridad ambos tipos de transporte en todo el territorio norteamericano. Esta situación se convirtió accidentalmente en la oportunidad para que un grupo de investigadores de ese país confirmaran científicamente el vínculo entre el nivel de estrés de ballenas y la contaminación acústica marina.
El 11 de septiembre de 2001 la investigadora Rosalind Rolland, del acuario de Nueva Inglaterra, se encontraba en la bahía de Fundy tomando muestras de heces de ballenas como parte de un estudio sobre salud y reproducción de las ballenas franca del norte (Eubalaena glacialis), una especie que se encuentra en peligro de extinción debido a que quedarían menos de 300 individuos. Tras la noticia del atentado en Nueva York, el quipo de científicos decidió seguir adelante con sus labores a pesar de la consternación del momento.
De manera simultánea, la investigadora acústica, Susan Parks, se encontraba realizando grabaciones de sonido de las madres y crías de ballena franca de norte con el fin de conocer más acerca del comportamiento de esta especie.
Sin embargo no fue hasta 2009 que los datos de ambas investigadoras convergieron durante un taller organizado por la Agencia de Investigación Naval. Rolland, quien había iniciado un estudio sobre contaminación acústica y niveles de estrés en las ballenas, supo que Parks contaba con grabaciones de sonido en la bahía de Fundy registradas dos días antes y dos días después del 11 de septiembre de 2001. Por su parte, Rolland tenía importante información, reunida antes y después de esta fecha, sobre una hormona que se encuentra en las heces de las ballenas y que permite determinar los niveles de estrés en las ballena. Tras una serie de análisis preliminares, el estudio obtuvo el financiamiento necesario para hacer pruebas más rigurosas las que finalmente demostraron la relación entre el ruido marino y los niveles de estrés en las ballenas. Los resultados se obtuvieron tras comparar los niveles esta hormona antes y después del 11 de septiembre de 2001, cuando el ruido marino se redujo considerablemente durante varios días.
El estudio evidencia que las ballenas y otras especies marinas que utilizan el sonido para comunicarse, migrar y encontrar alimento, entre otros, se ven afectadas por la contaminación acústica producida por las actividades humanas, como tráfico marítimo, sonares militares de alta intensidad y baja frecuencia, prospecciones de petróleo y gas, parques eólicos costeros y marinos, etc., por lo que Rolland considera que es importante continuar las investigaciones sobre este tema con el fin de avanzar hacia la adopción de medidas que mitiguen los impactos negativos del ruido marino producido por el ser humano. Los resultados del estudio fueron publicados recientemente en Proceedings of the Royal Society
Parque Eólico Chiloé, Amenaza Acústica para las Ballenas Azules de Chile
El resultado de esta investigación fortalece el llamado realizado por la comunidad científica internacional al presidente de Chile, Sebastián Piñera, sobre la necesidad de relocalizar el mega proyecto Parque Eólico Chiloé, que busca instalar decenas de torres eólicas de más de 90 metros de altura en la sensible playa de Mar Brava (noroeste de Isla Grande de Chiloé), cuyas aguas constituyen una de las principales áreas de alimentación de ballena azul en todo el hemisferio sur.
El pasado 14 de dicembre, Bárbara Galletti, presidenta del Centro de Conservación Cetacea y miembro del Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional, entregó en el palacio de La Moneda una carta firmada por más de 50 científicos internacionales, entre los que se encuentran los principales investigadores de acústica y ballenas del mundo, que solicita al presidente Piñera relocalizar el proyecto con el fin evitar impactos negativos a la población de ballena azul presente en aguas chilenas y cumplir con la legislación nacional, exigiendo la realización de un Estudio de Impacto Ambiental.
En dicha oportunidad, el asesor presidencial, Felipe Alessandri, se comprometió a entregar pronta una respuesta al llamado de la comunidad científica internacional. Sin embargo La Moneda no ha vuelto a pronunciarse sobre el tema.
Al respecto, cabe destacar las declaraciones del Dr. Cris Clark, uno de los cincuenta científicos adherentes de la carta enviada a Piñera y director del programa de investigación de bioacústica del laboratorio de la Universidad de Cornell de EE.UU en relación a la reciente publicación de Rolland, quien afirmó que “esta es la primera pieza de evidencia científica sólida sobre el nivel de ruido marino y el estrés en ballenas” lo cual resulta preocupante toda vez que los niveles de estrés en las ballenas han estado ligados por largo tiempo ligado desplazamiento de hábitat críticos, menor longevidad, aumento de la tasa de mortalidad, así como diversos indicadofres de la salud de estos mamíferos marinos.
Bajo la legislación chilena todas las especies de cetáceos se encuentran protegidas por la Ley de Protección a los Cetáceos y un decreto que los declara Monumento Natural. Ambas medidas fueron adoptadas tras la campaña “Chile 2008, Santuario de Ballenas” realizada por el Centro de Conservación Cetacea, Centro Ecoceanos y la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales (CONAPACH). Bajo este marco legal, cualquier proyecto que pueda afectar a las especies de cetáceos debe someterse a un Estudio de Impacto Ambiental. Sin embargo, en 01 de Agosto de 2011, la Comisión de Evaluación Ambiental de la región de Los Lagos, presidida por el intendente de la Región de los Lagos, Juan Sebastián Montes, aprobó el mega proyecto Parque Eólico Chiloé sin cumplir con la normativa vigente, por lo que se espera que el gobierno rectifique esta transgresión a la institucionalidad ambiental y exija a la empresa a cargo del proyecto (Ecopower) la realización del Estudio de Impacto Ambiental.
Para Bárbara Galletti “el estudio de Rolland confirma la urgente necesidad que el gobierno del presidente Piñera actúe con responsabilidad antes de permitir la construcción de un proyecto que puede afectar a las ballenas azules, la especie más grande que jamás ha existido en el planeta y de la cual sólo queda menos de un uno por ciento de las que habitaban el océano antes de la ballenería industrial. Reiteramos el llamado realizado por la comunidad científica internacional en diciembre pasado y esperamos una pronta respuesta de parte del gobierno”.