Un estudio realizado por investigadores norteamericanos sobre tres especies de cetáceos que han sufrido varamientos, reveló que el 57% de delfines nariz de botella y el 36% de delfines de dientes ásperos sufren perdida de audición severa (70–90 dB) o profunda (>90 dB). El estudio también confirmó que un delfín calderón de aleta corta también sufría de pérdida de audición profunda.
De acuerdo al estudio, existen cinco fuentes principales que pueden ocasionar daños auditivos en los mamíferos: ruido crónico e intenso, ruido temporal e intenso (como explosiones), edad, problemas congénitos y sustancias ototóxicas (dañinas para el oído). A pesar que los investigadores no pudieron identificar las causas del alto numero de delfines con problemas auditivos, si llamaron la atención sobre los pocos conocidos efectos de la contaminación química.
Los cetáceos, y particularmente los dentados (delfines, marsopas, cachalotes, zifios) acumulan altos niveles de bifenilos policlorados (PCB) que se bioacumulan de generación en generación al transmitirse de la madre a sus crías.
Los PCB son considerados por las Naciones Unidas como uno de los contaminantes más nocivos fabricados por el ser humano y en la actualidad su uso está prohibido en casi todo el mundo.
Debido a que se degradan lentamente, los PCB pueden permanecer durante siglos en el medio ambiente. Como se acumulan en la grasa del tejido animal, los predadores tope como los delfines, son más susceptibles a presentar altos niveles de PCB. La acumulación de PCBs afecta el desarrollo del sistema nervioso, así como la capacidad intelectual.
La preocupación de los investigadores radica en que estudios con ratas sugieren que estos químicos pueden afectar el desarrollo auditivo.
Los delfines dependen del sonido para orientarse y encontrar su alimento por lo que las afecciones al oído constituyen una amenaza para la supervivencia de los individuos.
Fuente: PloS ONE