Seúl se adhirió en 1986 a la prohibición internacional sobre la caza de ballenas, pero está permitido que su carne se comercialice si el animal es hallado muerto.
Entre otras medidas, a partir de octubre se deberán tomar muestras de ADN de todas las ballenas que se encuentren muertas en las costas surcoreanas para determinar la causa exacta de su fallecimiento y solo se podrá comercializar la carne de ballena tras obtener un permiso especial de la Guardia Costera.
Una vez obtenido ese certificado, la carne de ballena deberá ser procesada en instalaciones gestionadas por la Federación Nacional de Pesca o en lugares especiales designados por el Gobierno.
Actualmente Corea del Sur no dispone de instalaciones específicas para procesar la carne de ballena.
Según fuentes oficiales, cada año los pescadores surcoreanos aseguran encontrar muertas una media de 80 ballenas en las costas o en las aguas del país asiático. Sin embargo, en 2009 las autoridades de Corea del Sur detectaron catorce casos de caza ilegal de estos mamíferos marinos.
Recordemos además, que en abril de este año se publico en la revista científica Biology Letters un estudio realizado por once especialistas de EE.UU, Japón y Corea del Sur, el cual reveló la venta ilegal de especies protegidas de ballena minke antártica, ballena minke del Pacífico Norte, ballena de aleta y ballena sei en locales comerciales de Estados Unidos y Corea del Sur.
Los resultados de los análisis genéticos revelaron que carne de ballena minke antártica, provendría de los programas de “caza científica” que Japón realiza en aguas del Santuario de Ballenas del Océano Austral, mientras que la carne de ballena sei y minke del pacífico Norte provendría de las capturas que el país nipón lleva a cabo en aguas internacionales del hemisferio norte.
El Ministerio surcoreano subrayó que el endurecimiento de la normativa pretende demostrar el esfuerzo de Seúl, después de que los gobiernos de EEUU, Australia y la Comisión Ballenera Internacional (CBI) pidieran mayor vigilancia para evitar la caza ilegal de estos cetáceos.
Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea afirmó que “Esperamos que estas medidas sean una señal clara de avance hacia el efectivo cumplimiento de los tratados internacionales que prohíbenla caza y el comercio ballenas y se fortalezca la moratoria adoptada por la CBI en 1982”.