12 de diciembre de 2008 (Greenpeace) – El barco utilizado por la flota ballenera del Japón para reabastecerse de petróleo y realizar operaciones de traspaso de carne y productos de ballena, “Oriental Bluebird”, que hasta hace poco estaba registrado bajo bandera panameña, acaba de ser renombrado y registrado bajo el estandarte del país oriental.
El hecho ocurrió luego de varios intento fallidos para obtener un registro bajo el pabellón de otras naciones, que rechazaron la solicitud debido al tipo de actividades a las que se dedicaba el armador: colaborar en la caza de ballenas y contravenir la legislación y convenios internacionales.
La noticia fue recibida con satisfacción por la comunidad internacional, especialmente por parte de las organizaciones panameñas e internacionales que denunciaron por varios años ante el Gobierno de Panamá las recurrentes infracciones de la embarcación a las leyes, tratados y convenios existentes.
Como consecuencia, el Estado panameño decidió sancionar a la embarcación, prohibiéndole realizar actividades ilegales y contrarias a la política ambiental de ese país.
La decisión fue tomada como una gran muestra de parte de las autoridades panameñas y una victoria para América Latina, ya que ninguna nave de la región está relacionada con las operaciones de caza de ballenas que realiza Japón en las aguas del Santuario Ballenero Austral.
Ante la negativa del Estado de Panamá y otros países de autorizar al “Oriental Bluebird” a continuar con sus actividades ilegales, y ante la imposibilidad de conseguir una embarcación alternativa, el gobierno del Japón se vio obligado a registrarlo bajo su propia bandera con el nombre de “Hiyo Maru”. Hasta 1992 la nave estuvo registrada con ese mismo nombre bajo pabellón japonés, cuando fue re-embanderada bajo el registro panameño con el nombre de “Oriental Bluebird”.
El re-embarderamiento no sólo encarecerá los costos del programa ballenero, sino que además deja en evidencia las crecientes irregularidades de los denominados programas de “caza científica” de ballenas.
Fuente: Greenpeace