Londres, Inglaterra. 13 de Agosto de 2002 (WDCS) – Una embarcación perteneciente a la flota del programa de caza científica japonés en el Pacífico Norte (JARPNII), desembarcó la semana pasada carne fresca de ballenas sei (Balaenoptera borealis) y de Bryde (Balaenoptera edeni) en la isla de Hokkaido con el fin de comercializarla entre los consumidores, quienes aparentemente no desean esperar a que el gobierno de Japón realice las investigaciones que sustentan esta cacería.
La flota del Pacífico Norte abandonó el puerto de Shimonoseki poco después de finalizada la 54ta reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), realizada en dicho puerto el pasado mes de Mayo y no se espera que regrese hasta finales de septiembre. El diario Japonés Suisan Keizai Shinbun informó que la carne fresca de ballena fue desembarcada desde una de las naves de investigación cuando se encontraba cambiando de tripulación.
Programas de Caza Científica
Desde 1986, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) mantiene una moratoria a la caza comercial de todas las especies de ballenas, pero desde 1987 Japón ha utilizado un resquicio legal de la Convención que le permite evadir la moratoria y cazar ballenas con supuestos fines científicos. A pesar de las diversas resoluciones emitidas por la CBI solicitando a Japón detener estas actividades, los programas de caza científica realizados en el Santuario Ballenero Austral y Pacífico Norte han incrementado el número y especies de ballenas capturadas.
Durante sus inicios, los programas de caza incluyeron sólo ballenas minke – una de las ultimas especies de ballenas cazadas durante la ballenería comercial debido a su menor tamaño (aproximadamente 8m). Pero desde el año 2000, los cazadores japoneses han incorporado nuevas especies clasificadas actualmente en peligro, como cachalotes (Physeter macrocephalus), ballenas sei y ballenas de Bryde. Hasta ahora, la carne obtenida en los programas científicos era congelada y entregada para su análisis científico antes de ser puesta a la venta en el mercado local.
Caza Comercial Disfrazada
A pesar que la información científica generada por los programas japoneses puede ser obtenida a través de metodologías no letales, la CBI no puede detener esta práctica ya que la reglamentación establece “permisos especiales” que son emitidos “con fines de caza científica” y que permiten la venta local de los subproductos obtenidos una vez finalizada la etapa de investigación. Sin embargo, si Japón vende productos de ballena antes de realizar los análisis científicos contemplados por los programas, éstos no constituirían subproductos de la investigación, sino productos primarios.
Las investigaciones sobre ballena sei y ballena de Bryde del programa japonés en el Pacífico Norte incluyen:
a) Investigación sobre ecología de la alimentación y del ecosistema (básicamente análisis de contenido estomacal)
b) Monitoreo de contaminantes ambientales en cetáceos y los ecosistemas marinos
c) Elucidación de la estructura poblacional.
De acuerdo a la Whale and Dolphin Conservation Society (WDCS), organización inglesa dedicada a la conservación de los cetáceos, es poco probable que las naves de investigación cuenten con las instalaciones técnicas apropiadas para realizar análisis genéticos y moleculares, por lo que las muestras no serían analizadas hasta que la flota regrese a puerto en septiembre próximo.
La organización inglesa sostiene que la caza de ballenas con fines primordialmente comerciales y no científicos constituye una violación a los “permisos especiales” y a la moratoria vigente. Sue Fisher, directora de campañas de la WDCS declaró que Japón ha sobrepasado su límite de acción y afirmó que los pocos kilos de carne fresca desembarcados en Hokkaido podrían sentar un precedente. “Por casi veinte años, la CBI ha emitido resoluciones solicitando respetuosamente a Japón detener los programas de caza científica. Pero mientras el país actué dentro de las regulaciones establecidas, los miembros de la CBI sólo pueden limitarse a emitir resoluciones. Pero esta semana, Japón ha demostrado sin duda alguna que la motivación de estas cacerías es realmente comercial y no científica. Japón podría estar en problemas”, concluyó Fisher.
Preocupación por la Salud
Estos problemas no sólo involucran a la CBI, sino también al gobierno y los consumidores japoneses, quienes están muy preocupados por los altos niveles de contaminación registrados en los productos de ballena. El año pasado, el Ministerio de Salud y Bienestar de Japón inició un estudio para determinar los niveles de mercurio y PCBs encontrados en dichos productos y para evaluar los posibles riesgos a la salud humana. A pesar que el estudio no ha finalizado, preocupantes resultados preliminares han llevado a prohibir la venta (más no la caza) de la carne y la grasa de cachalotes. Sin embargo, debido a que la caza de ballenas sei y de Bryde se inició hace poco tiempo, todavía no existen análisis sobre los niveles de contaminación en los productos de estas especies, por lo que los grupos de protección al consumidor en Japón se encuentran indignados.
Safety First (Seguridad Primero), organización civil japonesa dedicada a la defensa de los consumidores declaró que “Es indignante. El gobierno declara que desarrolla programas de caza científica, pero ¿dónde está la investigación más importante de todas? Queda claro que no se trata de investigación científica, sino de beneficios económicos. El Gobierno no debería poner estos productos a la venta hasta tener la certeza absoluta que son seguros para el consumo humano”.
Por otra parte, las organizaciones ciudadanas de medio ambiente están haciendo un llamado a los miembros de la CBI, entre los cuales se encuentra Chile, para que declaren la venta prematura de carne de ballena como una violación a la Convención Internacional para la Regulación de las Ballenería y tomen las medidas necesarias al respecto.
Fuente: WDCS