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Balleneros y conservacionistas reclutan científicos

Shimonoseki, Japón. 4 de Junio de 2002 – Durante la 54ta reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), representantes del gobierno de Japón distribuyeron lujosas publicaciones que muestran imágenes de estómagos de grandes ballenas, abiertos y repletos de brillantes peces. La delegación japonesa argumentó que esta es la prueba para demostrar que los animales más grandes del planeta están acabando con los recursos marinos destinados a la humanidad.

Por otro lado, folletos informativos sobre el valor científico de las heces de las ballenas rebatían la información entregada por Japón. Científicos australianos y norteamericanos argumentan que el análisis genético de las heces y muestras de piel de ballenas proveen información suficiente necesaria sin necesidad de matar los animales.

El debate ballenero vivido el pasado mes en el puerto japonés de Shimonoseki, también conocido como la “Ciudad Ballena” no es abstracto. La flota de cinco embarcaciones balleneras, la última de este tipo en el mundo, tiene su base en este puerto. Este año, Japón busca cazar 700 grandes cetáceos: 440 ballenas minke en la Antártica y 260 en el Pacífico Norte; 50 ballenas de Bryde, 10 cachalotes y 50 ballenas sei. Esta última especie se encuentra actualmente clasificada el peligro por la Unión de la Conservación Mundial.

A pesar de la actual moratoria sobre la caza comercial impuesta por la CBI en 1986, Japón continúa comercializando carne de ballenas cazadas bajo el alero de programas de investigación científica. Por otra parte, Noruega continua desarrollando actividades de caza comercial, debido a que mantiene una objeción formal a la moratoria y actualmente captura 675 ballenas minke del Atlántico Norte anualmente. Los Estados Unidos, país que se opone fuertemente a la caza comercial, permite la caza de ballenas con fines de subsistencia aborigen, principalmente de los nativos de Alaska.

De acuerdo a Seiji Ohsumi, director general del Instituto de Investigación de Cetáceos (ICR por sus siglas en Inglés), organismo gubernamental de Japón, declaró que ‘las metodologías no letales para estudiar la dieta de las ballenas no entregan suficiente información para nuestra investigación’.

Japón también argumenta que algunas poblaciones de ballenas se han recuperado aceleradamente en los últimos 15 años, por lo que actualmente son un riesgo para la industria pesquera. ‘Se estima que los cetáceos consumen entre 250 y 440 millones de toneladas de recursos marinos’ declaró Tsutomu Takebe, ministro de Agricultura, Recursos Forestales y Pesca de Japón. ‘Esto correspondería tres a cinco veces más recursos marinos que los capturados anualmente por la industria pesquera mundial.

El Dr. Ohsumi agregó que los cuerpos de las ballenas ‘son necesarios para obtener el tapón auditivo, que se emplea para determinar la edad de los individuos; los órganos reproductivos para el estudio de maduración sexual y ciclos reproductivos; el estomago para el análisis de la dieta alimenticia; y la medición de la capa de grasa, para determinar la condición del animal’. De acuerdo a Ohsumi ‘la captura de quinientas minke es el numero mínimo necesario para obtener resultados estadísticamente válidos’.

Pero muchos ambientalistas, diplomáticos y científicos asistentes a la pasada reunión de la CBI cuestionaron el valor de los programas científicos de Japón.

Richard N. Mott, vice presidente de políticas internacionales de la World Wildlife Fund, declaró que ‘Japón no mata ballenas para desarrollar ciencia, sino que desarrolla ciencia para matar ballenas’.

En Sydney, Australia, el Dr. Nick Gales, principal investigador de la División Antártica del Departamento de Medio Ambiente de ese país, ha declarado que las heces de ballenas – recolectadas fácilmente con finas redes – pueden ser analizadas genéticamente para identificar la dieta, los parásitos, el sexo y otras características de las ballenas.

Otras metodologías incluyen la toma de pequeñas muestras de piel y grasa (biopsias), que se obtienen con dardos especiales que penetran alrededor de 3cm la piel y capa de grasa de los individuos muestreados. El análisis del ADN de las muestras permite la identificación de la ballena, registro esencial para determinar el rango de hogar y patrones migratorios de las especies.

Destacando que el programa de investigación japonés en la Antártica sólo ha publicado seis informes científicos en boletines internacionales durante la última década, el Dr. Phillip Clapham, biólogo especialista en ballenas del Centro de Ciencias Pesqueras de Massachussets (EE.UU), declaró que ‘Este en un record terrible para un programa de esta envergadura, que ha operando por tantos años y que ha matado miles de animales en nombre de la investigación’.
La afirmación japonesa sobre la amenaza del gran numero de ballenas para la industria pesquera también es ácidamente controversial. Durante la reunión, el ministro Takebe positivamente declaró

que la ‘competencia entre ballenas y la industria pesquera’ será un tema analizado por el comité de pesca de la Organización para el Alimento y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas; pero olvidó mencionar que el director de dicho panel es colega suyo, el comisionado para la CBI Masayuki Komatsu.

La FAO ha declarado que la captura de peces ha aumentado desde el inicio de la moratoria. En la década de los ochenta se capturaron 75 millones de toneladas, en comparación a los 90 millones de toneladas capturados en los noventa. Por otro lado, oficiales japoneses afirman que las capturas de Japón han disminuido 50% desde 1988, registrando sólo 6,5 millones de toneladas en 2000.

En el puerto de Shimonoseki, este argumento es altamente visible. Los buses de la ciudad están pintados con ballenas obesas que contienen propaganda como ‘Las ballenas amenazan la industria pesquera’.

Pero muchos científicos, diplomáticos y ambientalistas asistentes a la reunión afirmaron que no existen cifras confiables sobre el consumo total de las ballenas. En contraste a la imagen de ballenas ‘aspirando’ las poblaciones de peces comerciales, la mayoría de estas especies se alimentan principalmente de krill, plancton, pequeños crustáceos y calamares de profundidad. De acuerdo a los científicos, los ecosistemas marinos son demasiado complejos para concluir que ‘a menor numero de ballenas, mayor cantidad de peces comerciales’.

En conferencia de prensa, Rolland Schmitten, oficial del Servicio Nacional de Pesca de EE.UU. y comisionado en la CBI, declaró que ‘la declinación de las poblaciones de peces se debe a factores humanos y no a las ballenas’.

Estimando que la población mundial de ballenas ha disminuido aproximadamente un 80% durante el último siglo, Richard Mott (WWF) agregó que: ‘las ballenas consumen actualmente mucho menos peces que en cualquier otro periodo de la historia de la humanidad, en cambio los humanos consumen cada día más’.

Con las poblaciones de ballenas azules en la Antártica disminuidas actualmente a 300 individuos, muchos representantes de naciones conservacionistas afirman que no debería desarrollarse ningún tipo de operaciones balleneras y cuestionan las argumentaciones de Japón, cuya credibilidad se ha visto nuevamente afectada después de la publicación de un libro que denuncia los actos ilegales llevados a cabo por Japón entre 1965 y 1978 durante la caza de cachalotes.

Por otro lado, investigadores rusos que han analizado los registros soviéticos de caza entre 1948 y 1973, han concluido que la cifra oficial de 2,710 ballenas jorobadas capturadas en aguas antárticas, correspondería en realidad sólo a un 5% (43,400) de la cifra entregada.

Muchas naciones actualmente están en desacuerdo con las objeciones presentadas por Japón sobre el establecimiento de santuarios, donde la caza de ballenas está prohibida. El pasado 24 de Mayo, el último día de reunión de la CBI, México acordó crear el mayor santuario ballenero del mundo en sus aguas territoriales del Océano Atlántico y Pacífico. En conferencia internacional, el comisionado de México, Andrés Rozenthal, destacó la importancia de la industria del Turismo de Observación de Cetáceos para su país y llamó a otras naciones a unirse para crear santuarios balleneros regionales.

Esta creciente industria a nivel mundial ya cuenta con más de cien mil visitantes anuales en Japón, aumentando el escepticismo sobre la caza comercial. El diario The Japan Times recientemente publicó un artículo del escritor científico Mark Brazil que declara ‘Con el desarrollo de tantas metodologías no letales – ya sea biopsias, seguimiento satelital o análisis de heces – el apoyo del gobierno a la caza de ballenas, incluso con fines científicos, parece tan extraño como cazar osos panda gigantes, tigres siberianos o grullas japonesas’.

James Brooke, The New York Times