Comunicado de Prensa, 17 de Abril de 2002 (WDCS) – El experto internacional en biología poblacional de ballenas, Dr. Hal Whitehead declaró que las población mundial de cachalotes (Physeter macrocephalus) es mucho menor a lo estimado previamente. La nueva información aumenta la incertidumbre sobre la recuperación de los cachalotes después de varios siglos de caza comercial y acrecienta la preocupación acerca de las especies cazadas bajo los programas científicos japoneses, dentro de los cuales se incluye el cachalote.
De acuerdo a la investigación del Dr. Whitehead “la información muestra claramente que la abundancia actual e histórica encontrada en la literatura es preocupantemente incorrecta.
A pesar que existe un alto grado de incertidumbre sobre los niveles poblacionales, podemos afirmar que los cachalotes necesitan una protección permanente”.
Los cálculos del Sr. Whitehead muestran una estimación global de menos de 360 mil cachalotes. Esta cifra contrasta fuertemente con estimaciones previas que sugerían una población mundial de 1.5 a 2 millones de cachalotes. Los resultados del Dr. Whitehead sugieren que antes de la ballenería industrial, la población mundial de cachalotes era de sólo un millón de individuos. La caza comercial ha reducido el número de animales con el cerebro de mayor tamaño en la tierra a un 32% de su tamaño original.
A pesar que la caza comercial se detuvo en 1988, la industria ballenera japonesa reanudó la caza de ‘Moby Dick’ durante el año 2000, bajo el alero de la denominada “caza científica”.
En conferencia de prensa, Sue Fisher, directora de Campañas de la Whale and Dolphin Conservation Society (WDCS) de Inglaterra, declaró “la comunidad internacional debe recordar que la caza de cachalotes aumentó a mediados de los sesenta, cuando mas de 250 mil especimenes eran cazados anualmente; destruyendo la estructura social de las poblaciones y ocasionando impactos desconocidos a largo plazo”.
“La industria ballenera japonesa ha matado 13 cachalotes durante los últimos dos años y pretende continuar la caza. Estos animales se encuentran altamente contaminados con mercurio, por lo que no deberían venderse para el consumo humano en el mercado japonés. Al combinar los efectos de la contaminación con otras amenazas, como el aumento de ruido en los océanos, podríamos concluir que los cachalotes no deberían ser cazados por ningún motivo”, agregó Fisher.
Japón declara que la caza es legal, debido a que el artículo VIII de la Convención de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), contempla la captura de animales con fines científicos y permite la comercialización de los productos generados. Sin embargo, Sue Fisher afirma que “la CBI nunca ha legitimizado la caza desarrollada por Japón y cada año presenta resoluciones que llaman a Japón a detener esta actividad”. |
“Los resultados del Dr. Whitehead son una fuerte evidencia que esta especie requiere ser protegida. El mundo no puede continuar obviando los programas de ‘caza científica’ japoneses. Para proteger esta especie, es necesario de la CBI consolide la moratoria a la caza comercial”, finalizó Fisher.
Nota del Editor:
El 1982, después de siglos de sobreexplotación comercial, la mayoría de las poblaciones de ballenas se encontraban al borde de la extinción. La Comisión Ballenera Internacional (CBI) decidió entonces establecer una moratoria indefinida a la caza comercial de todas las especies de ballenas. Algunas especies habían sido protegidas con anterioridad, incluyendo el cachalote, cuya caza comercial se encuentra prohibida desde 1979. Sin embargo, Perú continuó la caza de esta especie hasta 1982 y Japón hasta 1988. El cachalote fue una especie altamente explotada durante el siglo XX, alcanzando el punto más alto en 1965, cuando alrededor de 25 mil cachalotes fueron capturados. En la década de los 50, la caza consistía principalmente de adultos machos, pero durante los setenta el objetivo cambió hacia hembras y machos de menor tamaño, debido a que los machos de gran tamaño no eran posibles de encontrar.
La moratoria, que entró en vigencia en 1986, ha sido una medida exitosa de conservación, que ha permitido una leve y lenta recuperación de poblaciones de ballenas severamente afectadas. A pesar de la moratoria, Japón y Noruega han utilizado resquicios legales para continuar cazando ballenas con fines comerciales.
Japón realiza expediciones anuales de caza de ballena minke (en el Santuario Ballenero Austral y Pacífico Norte), matando anualmente alrededor de 440 ballenas minke austral y 100 ballenas minke del Pacífico Norte. Durante el año 2000, Japón expandió la caza en el Pacífico Norte, incluyendo 10 cachalotes y 50 ballenas de Bryde a las especies cazadas. En 2002, Japón aumentará el número y especies cazadas, agregando 50 ballenas minke de Pacífico Norte y 50 ballenas sei o rorcual de Rudolphi.
A pesar que Japón declara que la caza es legal, debido a que la Convención permite la captura de animales con fines científicos, la Comisión nunca ha aceptado la legitimidad de las actividades desarrolladas por Japón y todos los años aprueba resoluciones que llaman a ese país a detener la caza científica. Los dos programas de ‘investigación científica’ suplirán con cuatro mil toneladas de carne de ballena al mercado doméstico durante 2002/2003. Esta cifra es independiente a otras cuatro mil toneladas de carne de más de 20 mil delfines cazados al año en las costas de Japón. Además, durante la próxima reunión de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) a realizarse durante el próximo mes de Noviembre en Santiago de Chile, Japón propondrá bajar el nivel de protección de ciertas poblaciones de ballenas, con el fin reanudar la caza comercial e importar desde Noruega cientos de toneladas de grasa de ballena minke.
Sin embargo, la demanda por carne de ballena en Japón ha disminuido dramáticamente. En 2001, un tercio de la carne obtenida en las expediciones balleneras del Pacífico Norte no pudo ser vendida, por falta de demanda de parte del mercado mayorista. Este año, y con el fin de evitarse nuevamente una situación vergonzosa, el gobierno nipón ha reducido la venta al por mayor de la carne de esta especie en un 20% y se ha embarcado en una masiva campaña publicitaria para promover el consumo de ballena. La campaña incluye la distribución gratuita de helado fabricado con grasa de ballena, publicación de libros de cocina y hasta una obra musical.
Organizaciones civiles trabajando por el derecho del consumidor, atribuyen los altos niveles de contaminantes registrados en la carne de cetáceos, como una de las razones de la disminución de la demanda de estos productos. Estudios científicos realizados por toxicólogos japoneses desde 1999, demuestran que la carne de cetáceos vendida para el consumo humano en Japón contiene altos niveles de contaminantes (incluyendo metales pesados y compuestos orgánicos), que superan los niveles recomendados para el consumo humano. Algunos niveles, particularmente el mercurio, son tan altos que podrían ocasionar envenenamiento severo.
Los cachalotes registran niveles particularmente altos de mercurio. De hecho, todos los especimenes capturados en el Pacífico Norte durante el 2000, se encontraban altamente contaminados con este metal, por lo que su carne no pudo ser vendida en el mercado local. Las muestras de los cachalotes cazados registraron un promedio de 1.47 ppm (partes por millón) de mercurio – 3.7 veces superior al máximo de 0.4 ppm de mercurio, permitido por el gobierno de Japón.
Fuente: WDCS