¿Qué opinan los gobiernos de América Latina en la Comisión Ballenera Internacional (CBI), conocido como Grupo Buenos Aires, sobre la nueva temporada japonesa de caza “científica” de ballenas en las aguas del Santuario de Ballenas del Océano Austral y las descriptivas imágenes capturadas recientemente por la organización internacional Sea Shepherd que muestran tres ballenas minke muertas sobre la cubierta de la nave factoría Nisshin Maru junto a los sangrientos restos de un cuarto animal recientemente faenado en nombre de la “ciencia”?
¿Hará el Grupo Buenos Aires esfuerzos para que el gobierno de Panamá retire la bandera de la nave Sun Laurel, encargada de abastecer de combustible a la cuestionada flota ballenera japonesa que opera ilegalmente en la Antártica y sin la cual estas matanzas no podrían realizarse?
¿Cuál es la posición del Grupo Buenos Aires respecto a la ballenería pirata llevada adelante desde 2013 por Groenlandia con el apoyo de Dinamarca, que incluye la matanza de ballenas En Peligro, como la ballena de Groenlandia y ballenas jorobadas, de una población que es utilizada por República Dominicana en la floreciente industria del turismo de avistaje de ballenas?
¿Cuál es la visión del Grupo Buenos Aires frente al trabajo realizado a puerta cerrada por el pequeño grupo de representantes regionales, conocido como buró, que aparentemente estaría excediendo sus funciones para avanzar hacia una propuesta pro ballenera que podría buscar legalizar la caza comercial de ballenas, esta vez encubierta bajo la denominación de caza con fines de subsistencia aborigen?
Éstas y otras preguntas buscaban ser abordadas y debidamente discutidas hace ya más de un mes durante la 11ra reunión del Grupo Buenos Aires organizada por el gobierno de Colombia en la ciudad de Cartagena, que se llevó a cabo a inicios de diciembre pasado.
Desde su creación el Grupo Buenos Aires se ha destacado por liderar la protección de la moratoria permanente sobre la caza comercial de ballenas, la creación y respeto a los santuarios de ballenas y la defensa de los procesos democráticos al interior de la Comisión Ballenera Internacional, entre otros. También, por incluir sistemáticamente a las organizaciones de la sociedad civil que trabajan activamente los temas de la CBI en sus reuniones periódicas de coordinación.
La pasada reunión de Cartagena incluyó además dos días de jornadas técnicas auspiciadas por la Agencia Presidencial de Cooperación Internacional de Colombia (APC) donde representantes de gobierno y de organizaciones civiles de investigación y conservación de cetáceos presentaron temas de contingencia en materia de cetáceos y trabajaron en conjunto en la elaboración de líneas de cooperación para mejorar la investigación, el turismo responsable y conservación de cetáceos en la región.
Independientemente de las positivas jornadas técnicas, resultó lamentable que la pasada reunión del Grupo Buenos Aires en Cartagena no contara con espacios de participación ciudadana adecuados, y se limitara a una improvisada y particular sesión que no brindó las condiciones necesarias para discutir las preocupaciones y propuestas de la sociedad civil de América Latina y El Caribe en relación a la conservación de las ballenas y otras especies de cetáceos. Si bien al final de la reunión se leyó a las ONG asistentes una declaración que aborda varios temas de interés, su inexplicable falta de distribución y difusión pública a más de un mes del cierre de la reunión del GBA en Cartagena podría sugerir que la protección de las ballenas y los beneficios socio-económicos que ellas brindan a cientos de comunidades y millones de latinoamericanos no serían particularmente prioritarios para los gobiernos de nuestra región.
El bienestar ambiental, social y económico que las ballenas entregan a Latinoamérica y el Caribe no pueden seguir esperando las desconocidas razones que ha tenido el Grupo Buenos Aires para mantener silencio frente a temas que afectan directa y profundamente nuestros intereses regionales, y mantener archivada una declaración que debe ser debidamente difundida a la brevedad con el fin de continuar avanzando hacia el fortalecimiento de las políticas regionales en conservación de cetáceos, especialmente en un año que promete ser complejo y lleno de desafíos para la protección de estos gigantes marinos, como lo demuestran las ilegales acciones de la flota ballenera japonesa en el Santuario de Ballenas del Océano Austral en la Antártica.
Por Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea y observadora acreditada ante la Comisión Ballenera Internacional desde 2001.