Más de 35 organizaciones de 12 países enviaron un contundente mensaje a los representantes de los países latinoamericanos ante la Comisión Ballenera Internacional (CBI), conocido como Grupo Buenos Aires, para que realicen acciones diplomáticas en el menor plazo posible frente a la próxima temporada de la denominada caza “científica” de ballenas que el gobierno de Japón realiza en el Santuario de Ballenas del Océano Austral.
Más allá de la matanza innecesaria de decenas de miles de ballenas en el Océano Austral y su condición de especies amenazadas, las organizaciones expresaron su profunda preocupación por “la grave amenaza que representa la anacrónica y desgastada flota ballenera para la protección del delicado ecosistema antártico y la seguridad marítima”.
En la misiva las organizaciones destacan diversas declaraciones realizados por oficiales del gobierno japonés en relación a la necesidad de realizar extensas reparaciones sobre la principal nave de la flota ballenera, el barco factoría Nisshin Maru. Operativa desde 1987, la Nisshin Maru ha venido registrando graves fallas y accidentes desde 1998 que han cobrado la vida de miembros de su tripulación y amenazadado el ecosistema marino. Adicionalmente la entrada en vigencia de nuevas regulaciones para la navegación en el Océano Austral de parte de la Organización Marítima Internacional (OMI) impedirían que la Nisshin Maru pudiese operar durante la próxima temporada de caza “científica” de ballenas.
La carta de la sociedad civil latinoamericana hace un detallado recuento de diversos incidentes relacionados a la nave Nisshin Maru, como un incendio en 1998 en las cercanías de Australia que cobró la vida de un tripulante, así como una violenta explosión e incendio ocurrido aguas antárticas en 2007 a menos de 100 millas náuticas de una de las colonias más importantes de pingüinos de Adelaida, que deshabilitó la nave por más de 10 días y también cobró la vida de uno de los miembros de la tripulación. En dicha oportunidad el gobierno japonés rechazó sistemáticamente el apoyo ofrecido para remolcar la nave hacia una zona más segura, lo que produjo profundo malestar en las autoridades ambientales neozelandesas de la época por el grave peligro que la nave y su carga de miles de toneladas de combustible pesado y sustancias químicas representó para el delicado ecosistema antártico.
Adicionalmente, las organizaciones señalan y ejemplifican maniobras de navegación de la Nisshin Maru que se han caracterizado por su conducta agresiva, amenazando la vida humana y la conservación del ecosistema marino, durante diversas y legítimas manifestaciones de organizaciones de la sociedad civil en alta mar.
También destacan que desde 2011, el gobierno de Japón sumó elementos de carácter militar a la flota ballenera, incluyendo una nave patrullera de la Agencia de Pesca de Japón, agentes de la Guardia Costera nipona y un equipos de seguridad sobre los cuales no se ha entregado ningún tipo de información pública. Todo ello a pesar que el Océano Austral se encuentra designado bajo el Tratado Antártico como una zona designada para la paz, la cooperación internacional y libre de armas. Al respecto, la carta afirma que “la agresiva política expansionista de Japón en aguas antárticas constituye un grave precedente sobre la forma en que abordarán futuros conflictos en la zona Antártica y una preocupante amenaza para la gobernanza del Océano Austral”.
Adicionalmente la nave podría no estar cumpliendo con regulaciones de la OMI que entraron en vigencia en agosto del año pasado y que requieren que las naves no utilicen combustible pesado, cuenten con casco reforzado para navegación en aguas con abundante presencia de hielos y icebergs y no viertan en el Océano los despojos generados por la matanza de ballenas.
Frente a estos hechos las organizaciones afirman que “Tras 25 años conduciendo operaciones balleneras de carácter comercial encubiertas bajo supuestos programas de investigación científica y violatorias del Santuario de Ballenas del Océano Austral, la agresiva política ballenera del gobierno de Japón en el Santuario de Ballenas del Océano Austral y los peligros que representa para el medio ambiente antártico el funcionamiento de su anacrónica flota ballenera requieren acciones sólidas y urgentes de parte del Grupo Buenos Aires”. Y concluyen que “Considerando los motivos antes expuestos deseamos solicitar al GBA tomar urgentemente las más sólidas acciones en rechazo a la próxima temporada de caza “científica” de ballenas del Gobierno de Japón en el Santuario de Ballenas del Océano Austral. La seguridad de la vida humana y la protección del único y delicado ecosistema antártico no pueden continuar siendo ignorados a favor de los intereses económicos y políticos de un minoritario grupo relacionado a la industria pesquera japonesa”.
José Truda Palazzo, ex comisionado de Brasil ante la CBI y director del Centro de Conservación Cetacea en ese país afirmó que “es hora de que los países latinoamericanos actúen con firmeza ante el continuo crimen que significa el saqueo de la biodiversidad marina del Hemisferio Sur de parte del gobierno de Japón. Ante la vergonzosa inacción de la CBI, tenemos que asegurar una respuesta fuerte de la comunidad regional ante la violación del santuario Antártico y la matanza de ballenas que compartimos y utilizamos para investigación no-letal y turismo”.
Por su parte, el Dr. Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas de Argentina, opina que “en pleno siglo XXI, no hay razones válidas para matar ballenas con el supuesto objetivo de ‘estudiarlas’. La aberrante cacería “científica” de ballenas que lleva adelante Japón, perpetrada además dentro de santuarios balleneros donde la cacería está prohibida, es un verdadero insulto a la ciencia. Desde 1986, la flota ballenera ha matado más de 14.000 ballenas para “estudiarlas”. Entonces cabe preguntarse, ¿qué es lo que los científicos nipones no han podido averiguar aún acerca de la biología de las ballenas luego de semejante masacre en nombre de la ciencia?”
Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea de Chile, concluyó que “desde hace varios años ha habido un inexplicable debilitamiento de parte de los miembros de la CBI y el Grupo Buenos Aires en relación a la denominada caza “científica” de ballenas de Japón en el Océano Austral. A pesar de los crecientes abusos e irregularidades del gobierno de Japón en esta materia, la última protesta diplomática fue realizada en 2007. Frente a la grave amenaza que representa la anacrónica flota ballenera para la vida humana y el ecosistema marino antártico resulta imperativo que nuestros gobiernos actúen con celeridad y realicen todas las acciones necesarias en defensa de las ballenas de nuestra región y la gobernanza del Océano Austral”.
Lee la carta al Grupo Buenos Aires aquí
Fuente: Centro de Conservación Cetacea