Una flota ballenería compuesta de tres naves zarpó hacia el Pacífico Norte con el objetivo de cazar 100ballenas minke, 100 ballenas sei , 50 ballenas de Bryde y 10 cachalotes. Las ballenas minke capturadas corresponden a dos poblaciones genéticamente distintas, una de las cuales se encuentra En Peligro. Como es imposible diferenciarlas desde la embarcación, ballenas de la población En Peligro son capturadas bajo el supuesto programa de investigación y su carne es finalmente comercializada en el mercado japonés. De manera similar, la escala comercial de las capturas representa una grave amenaza para las poblaciones de las especies capturadas.
La matanza, que se llevará a cabo hasta agosto próximo, es implementada por el Instituto de Investigación de Cetáceos (ICR por sus siglas en ingles), un organismo dependiente del gobierno de Japón que también comercializa la carne y los productos obtenidos.
La caza comercial de ballenas se encuentre prohibida a nivel global, pero Japón argumenta que sus operaciones balleneras tienen como objetivo la investigación científica. Sin embargo el denominado programa de “caza científica” de Japón en el Pacífico Norte (JARPNII) ha sido duramente criticado por la comunidad científica internacional ya que sus objetivos no cumplen con los requerimientos de la Comisión Ballenera Internacional para justificar la captura de ballenas con fines científicos y pueden ser obtenidos mediante metodologías de investigación no letal.
Para Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea, estas operaciones son ilegales toda vez que la escala de las capturas es comercial y los animales terminan siendo comercializados con el fin de mantener activa una actividad que está prohibida. La ambientalista agregó que “resulta incompresible el silencio de la comunidad internacional frente a las constantes violaciones del gobierno de Japón a la moratoria sobre la caza comercial, ya que no sólo amenazan la conservación de las ballenas sino la gobernanza de los océanos”.