Santiago de Chile, 02 de Septiembre de 2011 – Como parte de las actividades globales en contra del inicio de una nueva temporada de “matanza de delfines” en la localidad de Taiji, Japón, el Centro de Conservación Cetacea y el Centro Ecoceanos entregaron hoy en la Embajada de Japón en Chile una carta dirigida al embajador de ese país en Chile, Wataru Hayashi, con el fin de expresar su absoluto rechazo a estas matanzas así como la profunda preocupación por los peligros asociados a la salud humana que tiene el consumo de carne de estas especies de cetáceos.
Elsa Cabrera, directora del Centro de Conservación Cetacea afirmó que “a pesar que Japón argumenta que los delfines son un recurso que debe ser usado de manera extractiva para el consumo humano, estas matanzas carecen de sentido puesto que la carne y productos derivados contienen altos niveles de sustancias tóxicas como mercurio y contaminantes orgánicos persistentes, entre otros, que tienen consecuencias gravísimas para la salud humana”.
Por su parte Juan Carlos Cárdenas, director ejecutivo del Centro Ecoceanos agregó que:“ el pueblo japonés, especialmente las generaciones jóvenes, deben saber que para el pueblo chileno las matanzas de delfines no son aceptables, al igual que la política de su gobierno de caza ballenera en aguas de nuestro océano austral . Llamamos a las organizaciones ciudadanas japonesas a unirse a nuestra lucha por la lucha por la paz y la defensa de la vida en nuestros océanos”
Ante esta situación, los conservacionistas destacaron la importancia de la presión internacional para avanzar hacia el cierre de la matanzas de delfines en Japón e hicieron un llamado a la ciudadanía a tomar acción por la vida de los cetáceos y la salud de miles de personas en Japón que consumen productos de cetáceos sin tener acceso a información sobre los peligros que ello representa.
Carta al Embajador de Japón en Chile
Sr. Wataru Hayashi
Embajador de Japón
Embajada de Japón en Chile
contactoembajadajapon@gmail.com
Santiago 02 de Septiembre de 2011
Estimado Embajador Hayashi,
Nos dirigimos a Ud., con motivo del inicio de una nueva temporada de caza de delfines en Taji, Japón. El objetivo es expresar nuestro absoluto rechazo a estas matanzas, así como nuestra profunda preocupación por los peligros asociados a la salud humana que tiene el consumo de carne de estos cetáceos.
Los métodos utilizados son crueles y amenazan las poblaciones silvestres de delfines. Las embarcaciones involucradas interrumpen sus rutas migratorias, produciendo barreras de sonido que afectan el sensible sistema de orientación de estos mamíferos marinos. Mediante esta técnica, obligan a los delfines a navegar hacia la costa, donde son rodeados con redes y proceder a su matanza empleando lanzas, cuchillos y garfios. Su muerte ocurre tras largas horas de angustiosa espera.
Siendo seres auto concientes, la crueldad asociada a las matanzas anuales de Taiji no sólo se limita al sufrimiento físico. Antes de la matanza, los delfines sufren altos niveles de estrés y pánico a causa de la persecución y encierro. En muchos casos, grupos familiares son testigos de la masacre de sus pares, aumentando el nivel de terror previo a la matanza.
Los pescadores involucrados argumentan que éstas matanzas son necesarias como “control de plaga”, ya que de acuerdo a sus testimonios los cetáceos consumirían grandes cantidades de peces, compitiendo e incluso afectando las actividades productivas. Al respecto, cabe recordar la existencia de un importante número de publicaciones científicas que evidencian que la industria pesquera es la responsable de la declinación de las poblaciones de peces comerciales, así como del inminente colapso de las pesquerías. En este sentido resulta inadmisible utilizar a las diversas especies de cetáceos para promover propaganda carente de fundamentos científicos serios, lo que sólo beneficia los intereses de la industria pesquera.
Adicionalmente, las cruentas matanzas de Taiji desafían abiertamente las recomendaciones de la Comisión Ballenera Internacional y su Comité Científico, ignorando reiterados llamados a detenerlas hasta evaluar el estado de conservación de las poblaciones afectadas.
Resulta preocupante que sólo en Taiji más de 2,500 delfines mueran anualmente en estas matanzas programadas, y que más de 23 mil sufran el mismo destino alrededor del país. Esto con el objetivo de comercializar su carne para el consumo humano o abastecer la industria del cautiverio de cetáceos en países como China, Corea del Sur, Irán y Dubai, entre otros.
Considerando que el gobierno de Japón ha declarado en diversas oportunidades que los cetáceos son recursos marinos que deben ser utilizados de manera extractiva para el consumo humano, es necesario destacar la sólida evidencia científica existente sobre los graves riesgos a la salud humana asociados al consumo de estos mamíferos marinos. Diversos análisis independientes, algunos realizados por especialistas japoneses, evidencian que la carne de pequeños cetáceos contiene altos niveles de elementos tóxicos como metil-mercurio y contaminantes orgánicos persistentes, entre otros, que sobrepasan significativamente los límites establecidos por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón.
Investigaciones realizadas entre el 2007 y 2008 en Taiji por el académico de la Universidad de Ciencias de la Salud de Japón, Tetsuya Endo, revelaron que un 6% de las personas muestreadas presentaron niveles de metil-mercurio superiores a 50 partes por millón. Esto es suficiente para generar posibles daños al sistema nervioso, como los ocurridos en Minamata entre las décadas de 1950 y 1960 , cuando decenas de pobladores murieron por intoxicación con mercurio o hidrargirismo.
La investigación también reveló que a pesar de no consumir carne de cetáceos con frecuencia, el total de las personas muestreadas en Taiji presentaron niveles de mercurio 10 veces más alto que el resto de la población nipona. Sin embargo, el gobierno de Japón ha encubierto los peligros asociados al consumo de carne de cetáceos.
En mayo de 2010 el diario The Japan Times publicó los resultados de un estudio realizado por el Instituto Nacional de la Enfermedad de Minamata (INEM). Este evidenciaba “concentraciones extremadamente altas de metil-mercurio (MeHg)” en el cabello de los residentes de Taiji”. Sorprendentemente el informe del INEM concluía que “los habitantes de Taiji no presentan problemas de salud relacionados a la contaminación con mercurio”. La razón es que el estudio ignoró procedimientos protocolares rutinarios para evaluar el daño neurológico ocasionado por el metil-mercurio, como el “protocolo de discriminación de dos puntos”. Esto a pesar que en 2006 la Corte Suprema de Japón adoptó dicho protocolo como el procedimiento estándar para detectar daños al cerebro generados por envenenamiento por mercurio.
El metil-mercurio es más tóxico que el mercurio metálico. y se bioacumula más rápidamente que el mercurio inorgánico. Los síntomas por envenenamiento de metil-mercurio incluyen pérdida de la coordinación y de la visión, así como deterioro mental y auditivo. Adicionalmente la exposición crónica a metil-mercurio también genera malformaciones fetales y déficit conductual en los hijos de madres consumidoras de carne de cetáceos.
La edición de septiembre de 2010 de la publicación especializada Problemas Actuales en Pediatría y Salud Adolescente, incluye una extensa revisión sobre las evidencias de los efectos de la exposición al mercurio en niños y jóvenes, realizada por un grupo de investigadores en salud pública. Entre sus conclusiones, los especialistas destacan que: (1) el mercurio es un elemento altamente tóxico; (2) no se conoce ningún nivel seguro de exposición a mercurio; y (3) ningún niño o adulto debería tener mercurio almacenado en su cuerpo porque no aporta ningún beneficio fisiológico.
Por ello, preocupa que a pesar de los evidentes riesgos asociados a la salud humana, el gobierno de Japón continúe comercializando – e incluso distribuyendo gratuitamente – carne contaminada de cetáceos en escuelas públicas.
El pueblo japonés, su cultura y valores éticos nos merece nuestro mayor respeto y admiración. Por ello, ante las implicancias de la matanza anual de delfines en Taiji sobre los ecosistemas marinos, la conservación de poblaciones y especies de cetáceos y la salud pública, solicitamos al gobierno de Japón reconsiderar su posición, y sumarse al creciente número de países, tal como Chile, que se benefician del uso no letal de estos valiosos mamíferos marinos.
Agradeciendo su amable atención y esperando en esta oportunidad una respuesta positiva a nuestra solicitud, le saludan cordialmente,
Elsa Cabrera
Directora Ejecutiva
Centro de Conservación Cetacea
Juan Carlos Cárdenas
Director Ejecutivo
Centro Ecoceanos