Santiago, 04 de julio 2008 (Por Elsa Cabrera, CCC) – A pesar que una lectura rápida de lo sucedido durante la 60ma reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI60) da la impresión que el bloque ballenero avanza hacia la reanudación de la caza comercial de ballenas, un análisis más profundo evidencia que el proceso de negociación para definir el futuro de la CBI estaría condenado a fracasar por culpa de Japón y las naciones balleneras.
La reacción en la sala de sesiones no se hizo esperar cuando el jueves 26 de junio, el comisionado de Chile ante la CBI, Embajador Cristián Maquieira, anunció que el bloque de países conservacionistas de América Latina, conocido como Grupo de Buenos Aires, no llevaría a votación la propuesta para la creación del Santuario Ballenero del Atlántico Sur en pro de mantener un ambiente adecuado para el proceso de negociación que lleva adelante el presidente de la CBI, el norteamericano William Hogarth.
El murmullo en la sala evidenciaba la sorpresa de las organizaciones civiles acreditadas como observadoras, quienes esperaban que la propuesta del Santuario se presentara a votación luego que Dinamarca rompiera el compromiso adquirido por los miembros de la CBI de no llevar a votación ninguna propuesta conflictiva con el fin de mantener un buen espíritu negociador al interior del organismo.
La decisión de Dinamarca de someter a votación la cuota de caza de diez ballenas jorobadas con supuestos fines de subsistencia aborigen y la determinación de los países latinos de evitar la confrontación suspendiendo la votación sobre el Santuario de Ballenas, reflejan claramente las diferencias entre el bloque ballenero y el bloque conservacionista en este nuevo proceso de negociación de la CBI.
El bloque ballenero se ha caracterizado por imponer unilateralmente sus intereses sin evidenciar ningún interés en el proceso de negociación.
Es así como dicho bloque no ha brindado ninguna garantía para facilitar el diálogo entre las partes con el fin de resolver los conflictos que enfrenta la CBI.
A la conducta de Dinamarca se suma la conducta japonesa en este proceso de negociación.
Como en ninguna reunión anterior, Japón ha evidenciado que su único interés en este proceso es fosilizar a la CBI en una especie de cápsula del tiempo, que le permita reanudar libremente las operaciones de caza comercial de ballenas en aguas internacionales, particularmente en aguas del hemisferio sur.
Para ello usa y abusa de distintas herramientas. Una de las conductas más cuestionables del país oriental es la presión que ejerce sobre naciones en desarrollo para que adhieran a la CBI con el único objetivo de apoyar sus intereses balleneros a cambio de programas de financiamiento pesquero.
Japón también amenaza continuamente con abandonar la CBI y comenzar a cazar indiscriminadamente ballenas en aguas internacionales con el fin generar presión adicional sobre los países miembro de la CBI.
En diversos foros internacionales, Japón utiliza a las instituciones del Estado para difundir información falsa orientada a culpar a las ballenas de la sobre explotación pesquera. Y como si fuera poco, año tras año Japón aumenta el número y las especies de ballenas cazadas bajo supuestos programas científicos como mecanismo de presión sobre la CBI.
Por el contrario, el bloque conservacionista, compuesto por la gran mayoría de países miembro de la CBI que han decidido de manera libre y soberana utilizar a las ballenas mediante metodologías no letales, demostró más que nunca en esta reunión que a pesar de las profundas diferencias ideológicas con las naciones balleneras, está dispuesto a sentarse y discutir sobre la mejor manera de avanzar hacia la necesaria modernización de este organismo internacional.
Prueba de ello es el acuerdo alcanzado entre las Partes para adoptar las decisiones por consenso.
Considerando que el bloque conservacionista es mayoritario en la CBI, esta decisión implica entregarle a Japón el derecho a vetar cualquier decisión con la cual no esté de acuerdo.
Adicionalmente, el Grupo de Buenos Aires no sometió a votación la propuesta para la creación del Santuario Ballenero del Atlántico Sur con el fin de mantener el buen espíritu negociador, a pesar de la importancia que representa para la región en materia de conservación de cetáceos.
Poniendo el proceso negociador en la balanza, es evidente que éste está destinado al fracaso si el bloque ballenero no brinda las garantías mínimas para avanzar adecuadamente hacia la resolución de los conflictos que enfrenta la CBI.
Para ello es necesario que el bloque ballenero, y en especial Japón, envíen señales de buena voluntad hacia la comunidad internacional.
La detención inmediata de los llamados programas de “caza científica” de ballenas es fundamental para evitar el fracaso del proceso de negociación.
Las señales están claras. La CBI enfrenta un momento crucial en su historia donde deberá decidir si se adapta a los tiempos modernos y a los intereses de la mayoría, o se fosiliza para satisfacer los intereses de una única súper potencia económica que no necesita cazar ballenas para subsistir o mantener sus tradiciones culturales.
Al contrario de lo que afirma Japón, el futuro de la CBI depende de la voluntad nipona para garantizar un proceso de negociación libre de presiones económicas, amenazas de abandono y manipulación de la información.
Considerando las señales enviadas por balleneros y conservacionistas en la reunión de la CBI en Santiago, resulta evidente que cualquier fracaso en este proceso de negociación será responsabilidad del bloque ballenero.
Por Elsa Cabrera, Centro de Conservación Cetacea