18 de enero 2008 (CCC News) – Esta fue una semana de gran tensión para los gobiernos de Australia y Japón desde que el británico Giles Lane, de 35 años, y el australiano Benjamin Potts, de 28, abordaron el ballenero japonés Yashin Maru 2, el martes 15 de enero, con el objetivo de entregar una carta de protesta porque el barco había entrado de forma ilegal en la recién declarada reserva marina de Australia en la Antártica. Ambos fueron retenidos por los balleneros durante tres días.
El incidente se produjo el mismo día en que el Tribunal Federal Australiano declaró ilegal la caza de ballenas en esa reserva marítima, decisión que Japón consideró ilegítima porque, en su opinión, Australia no tiene jurisdicción sobre ese territorio.
Lane y Potts son tripulantes del barco “Steve Irwin”, de la organización ecologista Sea Shepherd Conservation Society, que se encuentra en aguas del Santuario Ballenero Austral para impedir que los japoneses logren su cuota anual de la denominada “caza científica” de ballenas.
En el Santuario también se encuentran el buque “Esperanza” de Greenpeace con el mismo propósito y el “Ocean Viking” del Departamento de Aduanas de Australia que busca recabar pruebas fotográficas y de vídeo para poder utilizarlas en un potencial caso judicial ante el Tribunal Internacional de Justicia o el Tribunal Internacional del Derecho del Mar. Hoy viernes, el rompehielos australiano tuvo por misión además, rescatar a los dos ecologistas luego de tres días de negociaciones entre los gobiernos y entre los balleneros y el grupo Sea Shepherd. Luego, Lane y Potts fueron recibidos por su embarcación como héroes.
Acusaciones por ambos lados
Lane y Potts acusaron a los japoneses de mantenerlos atados, de malos tratos, de impedirles contactar a los gobiernos australianos y británico, y de darles muy poca información sobre cómo procedían las negociaciones para su retorno. Además, Potts acusó a los japoneses de usar tácticas extremas en las aguas heladas, capaces de matar a una persona en minutos. “Intentaron arrojarme por la borda”, declaró a una radio local. “Dos tipos me levantaron por los hombros y el cazador, el tipo que dispara a las ballenas, me levantó las piernas y ellos intentaron darme la vuelta”.
El Gobierno japonés sostuvo que los activistas “abordaron el ballenero de forma intencionada y su barco los dejó allí”, por lo que la única opción que le quedaba al buque japonés era “mantenerlos a bordo”.
Cada parte se acusó mutuamente de comportarse como terroristas, ante lo cual Australia actuó como intermediaria. El ministro australiano de Asuntos Exteriores, Stephen Smith, estuvo en permanente contacto con el primer ministro japonés Yasuo Fukuda para evitar una disputa diplomática; pidió la cooperación de todas las partes implicadas –sobre todo que no pusieran condiciones para la liberación de los activistas- y resolvió enviar al “Ocean Viking” para el rescate, como un intermediario neutral.
De Vuelta a las Trincheras
Glenn Inwood, portavoz de los balleneros japonenses, subrayó que la crisis se solucionó felizmente y que el buque japonés regresó junto al resto de la flota ballenera para faenar en aguas del Océano Antártico.
La organización Sea Shepherd anunció que continuará sus acciones contra la caza de ballenas tras recuperar hoy a sus dos miembros y persiguieron al ballenero tras la liberación para intentar dañar sus hélices.
Si bien el director internacional de Sea Shepherd, Johnny Vasic, indicó que la estación de la caza no finaliza hasta marzo y que su organización no abandonará su iniciativa antes de la salida de la flota ballenera, el capitán del “Steve Irwin”, Paul Watson, dijo que no tienen intención de volver a abordar ningún ballenero nipón.
Japón informó a través del ministro portavoz, Nobutaka Machimura, que estudiará medidas para evitar “actos extremadamente peligrosos” contra sus balleneros en la Antártida por parte de las organizaciones ecologistas.
Según un portavoz de la flota ballenera, la estrategia de los japoneses es tratar de agotar el combustible de los barcos de protesta para obligarlos a irse de la zona, haciéndoles perseguir a la flota y conseguir que vuelvan a Australia. “Esa es probablemente la opción más segura para todo el mundo ya que Japón quiere reanudar el programa con seguridad”, dijo Glenn Inwood.
Sea Shepherd informó que tiene combustible para unas dos semanas; Greenpeace no ha declarado cuánto podría durar su protesta; mientras que la flota japonesa tiene su propio buque cisterna.