12 de Abril de 2010 (CCC) – ¿Qué seres vivos no humanos tienen más afinidad con nosotros?, cuando vemos el comportamiento casi humano de un chimpancé, sus abrazos, sus besos, su cariño hacia sus bebes, ¿qué pensamos, qué sentimos? Si en lugar de un chimpancé, es un delfín o una ballena, ¿qué se mueve en nuestro interior?, un delfín que asoma la cabeza tímidamente en un acuario o los vemos tras el cristal, con su elegancia y su permanente expresión simpática, ¿qué nos llama la atención? ¿Porque los grandes simios y los cetáceos, en especial los delfines, son los animales no humanos que más nos atraen?, ¿qué nos une a ellos?, ¿qué conocemos del mundo marino?
Cientos de preguntas podrían plantearse ante este enigma digno de ser resuelto por los humanos. Estamos acostumbrados a ser sólo “sujetos” en un mundo lleno de “objetos”. ¿Es un gorila o un delfín un objeto? Investigadores han podido profundizar en la vida de los grandes simios, como chimpancés, gorilas y orangutanes, han podido descubrir hábitos parecidos a los nuestros, culturas únicas, uso de herramientas. Sin embargo, de los cetáceos aun sabemos muy poco, debido que el medio en donde habitan sumado a sus desplazamientos constantes y de largas distancias, hace que sea difícil su estudio, pero no imposible.
Científicos como Lori Marino de la Universidad de Emory en Atlanta, Diana Reiss profesora de psicología en el Hunter Collage de la City University de Nueva York y Thomas White, profesor de ética de la Universidad de Maymount Loyola de Los Angeles, han pedido a la comunidad que los delfines deberían ser tratados como “personas no humanas”, debido a su gran inteligencia, pudiendo alcanzar como los grandes simios, el nivel de un niño de tres años. Los investigadores sostienen que sus estudios demuestran que es moralmente inaceptable mantener estos animales inteligentes (delfines, orcas o cualquier otro cetáceo) en parque de atracciones, matarlos para comerlos o por accidentes de pesca.
Diana Reiss ha dejado claro que “son animales “culturales”, lo que significa que nuevos tipos de comportamiento pueden ser rápidamente aprendidos entre delfines”. En uno de los estudios, ésta psicóloga demostró que los delfines mulares pueden reconocerse en un espejo y utilizarlo para inspeccionar las diversas partes de su cuerpo. También ha comprobado que tienen capacidad de aprender un lenguaje rudimentario basado en símbolos, además de poseer personalidades distintas, un fuerte sentido de sí mismos y poder pensar en el futuro.
De igual forma, otras investigaciones han demostrado que los delfines en cautiverio pueden resolver problemas difíciles, mientras que los delfines que viven en estado silvestre cooperan en formas que implican estructuras sociales complejas y un alto nivel de sofisticación emocional. En un caso reciente, a un delfín rescatado de su hábitat se le enseñó a “caminar sobre la cola” mientras se recuperaba de una lesión durante tres semanas en un delfinario de Australia. Después de ser liberado, los científicos se han sorprendido al ver otros delfines silvestres del mismo grupo “caminando sobre sus colas”.
Marino y Reiss concluyen que “…debido a la inteligencia de los delfines, al tenerlos en delfinarios y maltratarlos, sufren física y psicológicamente. Poseen un lenguaje complejo, urden redes sociales y pueden desvincular la sexualidad de la reproducción, incluyendo prácticas homosexuales”.
Incluso hay evidencia de que los humanos compartimos ciertas enfermedades comunes con los cetáceos. El biólogo, Hendrik Nollens, de la Universidad de Florida, hermanó a sapiens y cetáceos en un padecimiento común: el virus del papiloma, que en las mujeres puede detonar en un cáncer de cuello uterino.
Horst Hameister, profesor de genética de la Universidad de Ulm (Alemania) ha declarado que: “Los delfines son mamíferos marinos que nadan en el océano y fue sorprendente saber que teníamos mas en común con los delfines que con los mamíferos terrestres”. Investigaciones realizadas encontraron que 13 de los 22 cromosomas de los delfines eran exactamente igual que los cromosomas humanos. Otros estudios aseguran que es probable que los delfines posean una inteligencia que va más allá de nuestra capacidad de medición y es posible que su inteligencia sea mayor y muy diferente a la nuestra.
Cada día la ciencia colabora en incrementar nuestro conocimiento y entendimiento acerca de estos mamíferos marinos y sobre la importancia de su conservación. De este modo, surgen movimientos internacionales que luchan por sus derechos, como lo es el Proyecto Gran Simio de España, con su naciente Proyecto Cetáceo Libre, una iniciativa en defensa de todos los cetáceos, los grandes simios del océano y sobre todo la lucha por el cierre de todos los delfinarios y orcarios, circos acuáticos que no tienen ningún sentido de existencia y son un agujero de tortura hacia unos animales de los cuales se han descubierto sorprendentes capacidades cognitivas que muchas veces, como ocurría con los grandes simios, han querido ocultar a la opinión pública.
Varios estudios científicos ya han demostrado que las ballenas y los delfines sufren las consecuencias de vivir alejados de su entorno natural, imposible de reproducir en un tanque de agua. Estas carencias físicas y psicológicas se reflejan en una menor esperanza de vida, problemas reproductivos e incluso agresividad. Asimismo, el contacto constante con los químicos del agua y la exposición excesiva a los rayos solares les genera lesiones cutáneas.
“Los delfines en estas condiciones desarrollan comportamientos estereotipados como nadar en círculos o en “ocho”. Se estresan fácilmente debido a la falta de motivaciones del entorno y las paredes de hormigón que devuelven sus ondas sonoras”, de esta forma lo denuncia Álvaro García, Veterinario y Doctor en Biología y miembro de Gran Simio y Proyecto Cetáceo Libre.
Para Pedro Pozas Terrados, Director Ejecutivo del Proyecto Gran Simio/Proyecto Cetáceo Libre, “No cabe duda que los cetáceos, como los grandes simios, son embajadores para el movimiento de bienestar y protección animal (…) la ciencia nos está diciendo que deberíamos hacer, que son seres inteligentes y sensibles, que frecuentemente poseen complejas redes sociales e interacciones, que pueden transmitir conocimiento cultural; debemos considerar también su bienestar psicológico (a corto y largo plazo), otorgándoles derechos básicos que sean reconocidos mundialmente: Derecho a la vida, derecho a la libertad y derecho a no ser torturados ni física ni psicológicamente (…) tres derechos básicos que no suponen gasto alguno para la Comunidad humana y si una riqueza en la biodiversidad de nuestro planeta y en la conservación de los hábitat marinos, con grandes beneficios para la humanidad y todos los seres vivos de este planeta”.
En este contexto, Chile el año 2008, bajo la presidencia de Michelle Bachelete, dio un gran paso y ejemplo para la comunidad internacional al declarar las aguas jurisdiccionales chilenas Santuario de Ballenas a través de la Ley de Protección a los Cetáceos (Ley 20.293), que entre otras cosas prohíbe dar muerte, cazar, capturar, tener, poseer, transportar, desembarcar, elaborar, comercializar, almacenar o efectuar cualquier proceso de transformación de cualquier especie viva o muerta de cetáceo. Según el Proyecto Cetáceo Libre la creación de esta ley es “Un ejemplo que nos da Chile al mundo entero, a los países que dicen ser desarrollados y que sólo buscan el beneficio económico sin importarles absolutamente nada y con una sociedad que consiente y calla. Una gran lección que debería seguir la Unión Europea y EE.UU”.
Fuente: Econoticias, Proyecto Gran Simio/Proyecto Cetáceo Libre, CCC