La ministra de pesca de Noruega, Elisabeth Aspaker, afirmó que promoverá la exportación de carne de ballenas capturadas en su país hacia Japón a pesar que la nación asiática mantiene miles de toneladas de carne y productos de estos cetáceos congelada debido al desinterés de los japoneses en consumirla.
Las declaraciones las realizó tras la emisión de un documental que afirma que la industria ballenera Noruega podría desaparecer en los próximos 10 a 15 años. En la década de 1950 la flota ballenera noruega contaba con 350 embarcaciones, mientras que hoy sólo operan 23 debido principalmente a que las nuevas generaciones no tienen en interés en consumir la carne de estos mamíferos marinos.
Aspaker afirmó que “Japón es un potencial país para exportar la carne de ballena, debemos ver si podemos trabajar más duro para promoverla”. Sin embargo el consumo de cetáceos en Japón ha disminuido drásticamente durante las últimas décadas y actualmente más de cuatro mil toneladas de carne se encuentran almacenados en gigantescos congeladores, a las que se sumarían las provenientes de Noruega.
Para Elsa Cabrera, directora del Centro de Conservación Cetacea de Chile las declaraciones de Aspaker confirman que “la ballenería es una industria anacrónica que requiere de fuertes subsidios estatales para mantener activa operaciones balleneras que impactan especies que todavía no se recuperan de la sobre explotación del siglo pasado para suplir un mercado que no tiene consumidores.”
La caza comercial y el comercio internacional de ballenas se encuentra prohibida a nivel global bajo la Comisión Ballenera Internacional (CBI) y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES) respectivamente. Sin embargo Noruega, Islandia y Japón continúan realizando operaciones de caza de ballenas y/o exportación de los productos dado que mantienen objeciones y reservas a estas medidas de conservación.