El reciente varamiento de un cachalote en las costas de Uruguay ha generado diversas interrogantes sobre las posibles causas de muerte del animal puesto que aparentemente no presentaba lesiones externas que pudieran sugerir una colisión fatal con una embarcación. Una de las hipótesis que se barajan sería daños auditivos y desorientación producto de exploraciones sísmicas que se realizan desde octubre de 2012 en las aguas de ese país.
Aunque los especialistas uruguayos afirman que todavía es muy pronto para determinar la causa de muerte del cachalote, la hipótesis sirve como recordatorio de los impactos que tiene una amenaza poco conocida pero grave para la vida marina: la contaminación acústica generada por exploraciones sísmicas.
La creciente búsqueda de gas y petróleo en los océanos del mundo está invadiendo cada rincón del espacio marino con ondas de sonido tan potentes, que pueden llegar a causar la muerte a individuos de diversas especies acuáticas.
Embarcaciones equipadas con la más alta tecnología para la identificación de los preciados depósitos de gas y petróleo inspeccionan meticulosamente extensas áreas marinas mediante el uso de cañones de aire comprimido que son descargados simultáneamente para introducir ondas de sonido en el ambiente acuático a altísimos decibeles en dirección al suelo mientras serpentinas de hidrófonos registran y analizan los ecos producidos. Las descargas o “pulsos” de sonido son tan intensos que literalmente atraviesan todo, pudiendo llegar cientos de kilómetros bajo la corteza terrestre. Durante las exploraciones sísmicas estas verdaderas explosiones de sonido se repiten cada diez segundos y pueden extenderse semanas e incluso meses.
Diversos varamientos y muertes de cetáceos alrededor del mundo han sido atribuidos a inspecciones sísmicas. La industria petrolera se defiende argumentando que no existe evidencia científica al respecto. Sin embargo Sigrid Lüber, directora de la campaña internacional Océanos Silenciosos afirma lo contrario: “las inspecciones sísmicas definitivamente tienen un impacto negativo en la vida marina. Ésta no es sólo mi opinión. Existe un creciente cuerpo de investigaciones científicas que demuestran que la contaminación acústica de origen antropogénicos genera impactos directos y acumulativos en peces, mamíferos marinos y otras especies acuáticas”.
La especialista, quien ha trabajado durante varios años en las Naciones Unidas y otros foros internacionales para regular y reducir los niveles de contaminación acústica en el ambiente acuático, agrega que al menos 37 especies marinas han evidenciado impactos negativos producto del uso de cañones de aire comprimido. “Estos varían entre perturbaciones conductuales, disminución de la tasa reproductiva, daños físicos, heridas masivas e incluso la muerte, por lo que su uso debería considerarse como una fuente severa de contaminación marina” afirma Lüber.
En septiembre de 2012 un panel independiente de expertos concluyó que el varamiento masivo de un centenar de delfines cabeza de melón ocurrido en 2008 en Madagascar fue causado principalmente por el sistema de ecosonda de una nave contratada por Exxon Mobil Exploration and Production Limited.
Pero no sólo los cetáceos sufren los impactos de estos verdaderos bombardeos acústicos. Diversas publicaciones científicas evidencian dramáticas disminuciones en peces y crustáceos por lo que el ruido marino producido por las exploraciones sísmicas también es una grave amenaza para la seguridad alimentaria de millones de personas que dependen de los recursos marinos para sobrevivir.
Las crecientes preocupaciones por los impactos generados por la contaminación acústica son reconocidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas, así como tratados multilaterales como el Convenio sobre Biodiversidad y acuerdos regionales como el de conservación de cetáceos del Mediterráneo ACCOBAMS. Sin embargo las fuentes de contaminación acústica marina no cuentan con regulaciones internacionales.
Algunos organismos como la Organización Marítima Internacional (OMI) están avanzando en lineamientos para reducir el nivel de ruido generado por los motores de las embarcaciones, pero las exploraciones sísmicas continúan operando sin ningún marco de regulación internacional estandarizado. La significativa ausencia de medidas regionales e incluso nacionales permiten a las transnacionales petroleras actuar libremente o bajo distintos lineamientos, incluso en las aguas jurisdiccionales de un mismo país.
A pesar que es difícil cuantificar el aumento de las exploraciones sísmicas durante los últimos años, en algunas zonas del planeta los niveles de ruido marino se han duplicado cada década los últimos sesenta años y nuevas áreas marítimas atraen crecientemente el interés de la industria petrolera, incluido América Latina. La expansión de exploraciones sísmicas en la región y los reconocidos impactos negativos que tiene sobre la fauna marina ha llevado a organizaciones civiles a impulsar la adopción de medidas de conservación para la biodiversidad marina.
La realización de exploraciones sísmicas en sistemas fluviales de Surinam ha despertado la preocupación de diversas organizaciones debido a la falta de medidas de mitigación adecuadas. Adicionalmente, todos los estudios de impacto ambiental se realizan teóricamente y no son verificados en terreno, donde habitan especies como el delfín Guyana y el manatí americano, que se encuentra clasificado En Peligro. Adicionalmente, la expansión de estas operaciones en ambientes marinos de Surinam podría afectar a especies especialmente vulnerables a la contaminación acústica como cachalotes y zifios. A pesar que las compañías petroleras que operan en Surinam afirman que implementan medidas para salvaguardar el medio ambiente, Monique Pool, directora de la organización civil Green Heritage Fund afirma que las medidas de mitigación para mamíferos marinos son voluntarias, por lo que es necesario contar con lineamientos locales, en especial porque “actualmente se utiliza una mezcla de medidas donde algunas no tienen sentido”. Sin embargo la especialista afirma que se han logrado avances. Pool explica que durante una reunión regional de países del Norte de Sudamérica sostenida el año pasado en Surinam, los participantes acordaron que es prioritario contar con lineamientos desarrollados por expertos de la región debido al incremento de exploraciones sísmicas en la ecoregión.
Por otra parte, en Ecuador el reconocimiento de los impactos negativos que estas explosiones de sonido tienen sobre la vida marina quedó evidenciado en agosto del año pasado cuando las autoridades ecuatorianas decidieron detener durante cuatro meses exploraciones sísmicas realizadas en el golfo de Guayaquil debido a la preocupación de más de 300 pescadores independientes sobre la conservación de las ballenas jorobadas que visitan el área y el aumento de la mortandad de peces durante los últimos años.
Con el fin de mitigar los efectos de las exploraciones sísmicas que se realizan en Uruguay desde el año pasado, la Organización para la Conservación de los Cetáceos (OCC) de ese país colaboró activamente con la Administración Nacional de Combustibles (ANCAP) en medidas de mitigación para cetáceos. Como resultado, las naves de exploración sísmica deben llevar a bordo dos observadores especializados y detener los cañonazos ante la presencia de cetáceos en un rango aproximado de tres kilómetros a la redonda. Desde el año pasado la OCC también ha avanzando en un protocolo para el rescate y atención de cetáceos junto a veterinarios de Uruguay y Brasil. Sin embargo Rodrigo García, director de OCC, afirma que no basta con estas medidas y es necesario continuar trabajando porque el reciente varamiento del cachalote en Uruguay coincidió con la realización de exploraciones sísmicas en aguas de ese país por lo que la hipótesis planteada por varios especialistas es aún más fuerte.
Con el fin de reducir la contaminación acústica marina y mejorar la conservación de los cetáceos, la campaña Océanos Silenciosos liderada por Lüber une a decenas de organizaciones de todo el planeta como GHF y OCC para avanzar en el desarrollo, promoción, adopción e implementación de un marco regulatorio internacional orientado a resolver los significativos vacíos existentes respecto al rápido y creciente desarrollo de exploraciones sísmicas en los océanos del mundo que incluya.
Por: Elsa Cabrera, directora del Centro de Conservación Cetacea, organización civil chilena miembro de la Campaña Océanos Silenciosos