La Haya, Holanda. 08 de Julio de 2013 – Nueva Zelanda tuvo su día en la Corte Internacional de Justicia para intervenir a favor de la demanda que Australia mantiene contra Japón en relación a la denominada caza “científica” de ballenas en la Antártica. La delegación neozelandesa hizo un completo análisis del Artículo VIII de la Convención Internacional para la Regulación de la Ballenería (CIRB) que es utilizado por Japón para justificar la matanza de miles de ballenas en nombre de supuestos programas de investigación “científica”.
Nueva Zelanda afirmó que el sistema de regulación de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) es colectivo, es decir, requiere de la cooperación de todos sus miembros para cumplir con el objetivo de conservar las poblaciones de ballenas, por lo que un país no puede actuar unilateralmente y de manera independiente a las disposiciones de la CBI, como buscaría legitimar Japón ante la Corte respecto a la matanza de ballenas en el santuario de ballenas del Océano Austral.
Afirmó que el objetivo de la CIRB es la conservación de las poblaciones de ballenas para las generaciones futuras y no “un cartel de la industria ballenera” como pretendería convertirla Japón ante la Corte.
Respecto al controversial Artículo VIII de la CIRB, la delegación neozelandesa afirmó que éste forma parte de un sistema colectivo de regulación de la CBI y no una vía de escape para que los países emitan permisos especiales de captura de ballenas con supuestos fines de investigación “científica” sin ningún tipo de monitoreo ni control. Afirmó que bajo la CBI la emisión de estos permisos debería cumplir con tres principios: servir fines científicos, estar restringido a un numero limitado de ballenas y cumplir con las disposiciones y lineamientos de la Comisión. Por el contrario, Japón los ha utilizado para socavar o evadir sus obligaciones bajo la CBI, sentenció Nueva Zelanda.
También agregó que corresponde a la Corte y no a Japón decidir si su programa de matanza “científica” de ballenas en la Antártica cumple con dichos requerimientos. Esto porque durante los alegatos orales la semana pasada, la delegación japonesa afirmó que el Artículo VIII brindaría total libertad de acción a los países miembro de la CBI para capturar ballenas sin ningún tipo de control ni regulación por parte de los miembros de la Comisión, otros Estados u organismos internacionales.
De acuerdo a Nueva Zelanda, el Artículo VIII de la CIRB “no es una carta blanca para que los miembros de la CBI ignoren el resto de la Convención o sus obligaciones”. Pretender consolidarlo como un vacío legal para que los países hagan lo que plazcan destruiría la Convención, afirmaron los representantes neozelandeses.
Luego cuestionaron la validez del programa de caza “científica” de ballenas que Japón realiza en la Antártica, argumentando que se inició exactamente después de la implementación de la moratoria global sobre la caza comercial; se realiza en la misma área y utiliza el mismo personal y flota que la ballenería comercial; es un programa que opera totalmente aislado de otros programas de investigación en la Antártica; la carne de las ballenas cazadas es vendida en el mercado local para generar ingresos económicos; el numero de ballenas cazadas es significativamente más alto que otros permisos especiales emitidos por otros países antes de la moratoria; y la cuota de caza “científica” de ballenas ha sido cuestionada por carecer de fundamentos serios que la avalen.
El sistema colectivo de regulación de la CBI requiere según Nueva Zelanda, que sus miembros tomen en consideración los legítimos intereses de todos los demás países que forman parte de la Comisión. Sin embargo las acciones unilaterales de Japón respecto a la caza “científica” de ballenas han erosionado este principio por lo que el mejor recurso para resolver esta disputa es la Corte Internacional de Justicia, afirmaron los especialistas. Finalmente Nueva Zelanda concluyó que la decisión de la Corte tendrá significativas implicancias para todos los miembros de la CBI.
Fuente: Centro de Conservación Cetacea