La captura de más de 250 delfines nariz de botella el 17 de enero pasado, incluyendo una rara cría albina, en Taiji, Japón, ha desatado una vez más la indignación de millones de personas, cientos de organizaciones civiles y altos representantes de gobierno de Estados Unidos, Reino Unido y Alemania.
La recientemente designada embajadora de Estados Unidos en Japón, Caroline Kennedy afirmó el pasado lunes en su cuenta de Twitter que su país se opone a la matanza de delfines y expresó su preocupación por la crueldad asociada a estas operaciones de caza.
Las declaraciones de la embajadora e hija del ex presidente John F. Kennedy fueron respaldadas por Washington a través de la vocera del departamento de estado norteamericano, Marie Harf, quien reiteró que su país mantiene un compromiso con la moratoria global sobre la caza comercial de ballenas y expresó su preocupación tanto por la sustentabilidad como por la crueldad de estas matanzas. “La embajadora (Kennedy) ha expresado públicamente la posición que Estados Unidos ha tenido por mucho tiempo” afirmó Harf.
De manera similar, el embajador del Reino Unido en Japón, Tim Hitchens, también utilizó su cuenta en Twitter para condenar la matanza de delfines, afirmando que su país se opone a todas las formas de matanza de delfines, las cuales causan un terrible sufrimiento a los animales involucrados.
Más tímidamente, el ministro de medio ambiente de Australia afirmó a la prensa que “es algo con lo que no me siento cómodo. Es algo que respetuosamente no apoyo”
Quien si fue enfático en expresar su rechazo fue el ministro de alimentación agricultura y pesca de Alemania, Hans-Peter Friedrich, quien afirmó en medios de ese país que la matanza de delfines en Japón es “chocante e indignante”, agregando que los pequeños cetáceos deberían estar protegidos como lo están las ballenas a través de la moratoria global sobre la caza comercial.
Desde 1986 los grandes cetáceos como las ballenas y cachalotes se encuentran protegidas por una moratoria global sobre la caza comercial que ha sido fundamental para evitar la extinción de diversas especies de ballenas cuyas poblaciones fueron llevadas al borde del colapso por la industria ballenera. Sin embargo los pequeños cetáceos, entre los cuales se encuentran los delfines y las marsopas, no cuentan con ningún marco regulatorio internacional que los proteja de capturas comerciales y asegure su conservación a largo plazo.
Reacción de Japón
Frente a la creciente ola de rechazo e indignación, el jefe de gabinete de la secretaría nipona, Yoshihide Suga, salió rápidamente a defender la matanza y captura de delfines con fines comerciales afirmando que son legales y apropiadas pues el consumo de carne de delfín forma parte de una tradición japonesa.
Pero para Sakae Hemmi, de la organización civil japonesa Elsa Nature Conservancy, estas justificaciones son falsas puesto que la “historia de la matanza de delfines en Taiji es corta”. Hemmi agregó que estas matanzas se realizan desde hace sólo 45 años, siendo su objetivo original netamente comercial y no forman parte de ninguna tradición cultural.
Frente a las críticas de le embajadora norteamericana en Tokio, otro oficial no identificado de la agencia de pesca japonés que fue entrevistado por France Press, afirmó que Kennedy debería visitar Taiji para conocer los métodos de matanza humanitarios que se implementan desde 2010. Sin embargo un estudio realizado por especialistas de la Universidad de Bristol (Reino Unido) en 2011 demostró que los nuevos métodos de matanza utilizados por los pescadores en Taiji no cumplen con los requisitos internacionales para asegurar la muerte inmediata de los delfines y que los criterios para determinar el tiempo de muerte de los cetáceos en morir son defectuosos.
Matanzas sin Control ni Monitoreo Internacional
Desde el año 2000, alrededor de 18 mil delfines han sido removidos del océano en Taiji con el fin de comercializar su contaminada carne o abastecer de ejemplares vivos a zoológicos y parques marinos. A estas matanzas se suma la captura de miles de marsopas de Dall al año en las aguas de ese país. Esta eliminación masiva de pequeños cetáceos se desarrolla sin ningún control ni monitoreo de la comunidad internacional, convirtiéndose en una amenaza para la conservación a largo plazo de especies y poblaciones que están siendo crecientemente impactadas por capturas directas, en aguas japonesas y otros Estados costeros.
En 2011 y 2012, Mónaco lideró esfuerzos en el seno de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) para avanzar hacia el desarrollo y adopción de un marco legal internacional para proteger a los pequeños cetáceos de capturas comerciales a nivel global bajo las Naciones Unidas. A pesar de contar con el apoyo de los países latinoamericanos miembro de la CBI – conocido como Grupo Buenos Aires – así como de Nueva Zelanda, la Unión Europea, Estados Unidos y Sudáfrica, la iniciativa fue bloqueada por la oposición de países con intereses balleneros como Japón, Islandia y Noruega.
Al respecto Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea de Chile afirmó que “resulta necesario que el rechazo y las preocupaciones expresadas por la ciudadanía, organizaciones civiles y altos funcionarios gubernamentales se traduzcan en acciones concretas, tanto en el marco de la CBI como en otros foros internacionales, orientadas a proteger a los pequeños cetáceos de capturas que amenazan la conservación de especies marinas que no pertenecen a ningún país y son fundamentales para el ecosistema marino”.
Fuente: Centro de Conservación Cetacea, WDC, The Vancouver Sun, Take Part, The Raw Story, Discovery News, Berliner Zeitung, The Sydney Morning Herald, New Scientist, Sea Shepherd