En diciembre de 2007, el entonces senador Barack Obama prometió que “como presidente, me aseguraré que los Estados Unidos lidere la protección de los acuerdos internacionales de protección de fauna, incluyendo el fortalecimiento de la moratoria internacional sobre la caza comercial de ballenas. Permitir continuar a Japón la caza de ballenas, es inaceptable”.
La promesa llegó como un milagroso salvavidas contra las políticas pro balleneras de George W. Bush, quien durante su oscuro mandato como presidente de EE.UU., dedicó grandes esfuerzos a la desregularización de los acuerdos relacionados al medio ambiente y la biodiversidad.
En materia de cetáceos, la política pro ballenera de G.W. Bush avanzó rápidamente después que la Comisión Ballenera Internacional (CBI) eligiera en 2006 al republicano William Hogarth como el nuevo presidente de este organismo internacional. Poco después de asumir el cargo, la CBI ya se encontraba enfrascada en un proceso orientado a eliminar los avances logrados por la Comisión durante las últimas décadas en conservación y uso no letal de las poblaciones de cetáceos.
La creación de reducidos grupos de trabajo – “cerrados” al escrutinio público – con el propósito de redactar una propuesta de negociación para definir el denominado Futuro de la CBI, cuyo fin último era legitimar las operaciones balleneras, significó un grave retroceso en los esfuerzos de la Comisión para fortalecer uno de las mayores amenazas para la gobernanza de la CBI: la falta de transparencia.
La llegada de Obama a la Casa Blanca auguraba el retorno de los EE.UU. a su posición históricamente conservacionista. Sin embargo, los primeros indicios de que no vendrían grandes cambios comenzaron a visualizarse cuando la nueva administración decidió mantener a Hogarth en la presidencia de la CBI y éste a su vez continuó avanzando el cuestionado proceso de negociación hasta su último día como presidente de la CBI (Junio 2009).
La esperanza volvió a renacer con la designación de Mónica Medina como nueva comisionada de los EE.UU. ante la CBI. Su experiencia de trabajo en organizaciones civiles como el Fondo Internacional para la Protección de los Animales y su Hábitat (IFAW) y el Grupo Ambiental Pew (Pew Environment Group) parecían asegurar que las políticas pro balleneras de la administración Bush serían reemplazadas por nuevas propuestas orientadas a cumplir la promesa realizada por Obama de fortalecer la moratoria y rechazar la operaciones de caza desarrolladas por Japón.
Sin embargo sucedió todo lo contrario. El proceso de negociación iniciado por Hogarth se materializó finalmente en una propuesta redactada bajo las mismas condiciones de secretismo establecidas bajo su presidencia y cuyos objetivos eran eliminar la moratoria sobre la caza comercial y legitimar las operaciones balleneras de Japón en la Antártica, una zona designada como Santuario donde se prohíbe cualquier tipo de matanzas de estos mamíferos marinos. La posible cercanía de Medina al mundo de la sociedad civil organizada podría explicar el cuestionado apoyo de grandes organizaciones como WWF, Greenpeace y el Grupo Ambiental Pew a una propuesta que proponía literalmente “matar” ballenas para “salvar” ballenas.
A pesar de los insistentes esfuerzos realizados por Medina en la pasada reunión anual de la CBI en Marruecos (Junio 2010) para que la Comisión adoptara el controversial acuerdo ballenero, el rechazo abrumador de la comunidad internacional – tanto a la forma del proceso de negociación como al fondo de la propuesta – llevó a que los EE.UU. sufriera quizás el mayor fracaso político al interior de este organismo internacional. Tras una histórica semana que será recordada como una de las más complejas en los más de 60 años de historia de la CBI, la Comisión resolvió cerrar el proceso de negociación y adoptar un periodo de reflexión de un año.
Sin embargo, a menos de dos meses para la realización de la próxima reunión de la CBI en la isla de Jersey (Reino Unido), las intenciones pro balleneras de Estados Unidos vuelven a evidenciarse. Esta vez de la mano de una propuesta titulada “Resolución para Mantener el Futuro de la CBI” que podría, entre otros, revitalizar el rechazado y oficialmente cerrado proceso de negociación. Al igual que la fracasada propuesta de negociación, el proyecto de resolución sólo cuenta con el apoyo de Nueva Zelanda, único país que por motivos inexplicables hasta la fecha ha decidido apoyar la política pro ballenera norteamericana en la CBI.
Resulta evidente que la administración de Obama no tendría mayores intenciones en el corto plazo de reconsiderar el legado de Bush en materia ballenera y que al igual que muchas otras promesas de campaña, el fortalecimiento de la moratoria y el cierre de las operaciones balleneras japonesas en la Antártica forman parte de los muchos “cambios” prometidos que no verán la luz bajo su mandato.
Junio 2011 fue proclamado recientemente por el presidente Obama como el “Mes de los Océanos”. De acuerdo a un comunicado oficial, en el documento oficial Obama llama a sus ciudadanos a “tomar acciones para proteger, conservar y restaurar nuestros océanos”.
Hoy, 08 de Junio de 2011, Día de los Océanos, las promesas no cumplidas de Obama en materia ballenera destacan la necesidad de que las organizaciones ciudadanas de EE.UU, Latinoamérica, El Caribe, Europa y Oceanía tomen este llamado muy enserio y activen un movimiento ciudadano que revierta el rumbo que ha tomado la política ballenera de los Estados Unidos en la CBI, ya que ésta se constituye como una grave amenaza para los océanos y su biodiversidad, y promueve el proceso global de desregularización de los acuerdos ambientales internacionales liderado actualmente por el accionar hegemónico norteamericano.
Por: Elsa Cabrera, directora ejecutiva Centro de Conservación Cetacea y Juan Carlos Cárdenas, director ejecutivo Centro Ecoceanos