Tokio, Japón, 06 de mayo de 2011 – Tras un día de haber anunciado en los medios de comunicación que la mundialmente famosa ciudad de Taiji no iba a cazar ballenas esta temporada a consecuencia del terremoto y tsunami que afectó en marzo pasado a Japón, los pescadores de dicha localidad asesinaron a decenas de delfines calderón de aleta larga y las autoridades locales anunciaron que estas matanzas continuarán durante todo el mes de mayo.
La autorización fue emitida por autoridades de la prefectura de Wakayama, tras lo cual unos 60 delfines calderón fueron brutalmente asesinados en la bahía de Taiji, mundialmente conocida por el documental ganador del oscar 2010, The Cove.
La carne obtenida fue posteriormente comercializada para el consumo humano a pesar de las irrefutables evidencias científicas sobre los altos niveles de contaminantes que se almacenan en la carne y los tejidos de estos mamíferos marinos.
Un estudio realizado por el Dr. Tetsuya Endo en 2010, reveló que los niveles de mercurio en los residentes de Taiji es diez veces mayor al resto de la población nipona. De acuerdo a Endo, profesor de la Universidad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Hokkaido, los altos niveles de mercurio se deben a la contaminación de los cetáceos consumidos por los pobladores de la comunidad de Taiji.
De acuerdo al diario japonés Mainichi, el permiso de caza de delfines fue entregado en respuesta a las dificultades que tendrán los pescadores de Taiji de realizar caza costera de pequeños cetáceos, debido a que la embarcación utilizada para este fin fue trasladada a Kushiro donde actualmente se lleva a cabo una nueva temporada de la denominada “caza científica” de ballenas en el Pacífico Norte.
Mientras que la caza costera usualmente se realiza a partir del 1ro de mayo, la matanza de delfines en la bahía de Taiji se lleva a cabo entre septiembre y abril.
Los delfines calderón, también conocidos como ballena piloto, son animales altamente sociales que viven en grandes agregaciones que pueden llegar a pasar el centenar de individuos. Los varamientos de esta especie son mundialmente conocidos pues suelen ser masivos y ocasionar la muerte de cientos de animales. Esto porque los lazos sociales son tan fuertes que cuando un animal vara en la playa, el grupo familiar se niega a abandonarlo.
Para Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea, “la arremetida de Japón tras el terremoto y tsunami resulta preocupante ya que anticipa la agresiva política ballenera que llevará ese país a la próxima reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que se realizará en julio en el Reino Unido”.
Para Cabrera “resulta fundamental que los gobiernos de nuestra región rechacen y condenen duramente la continuidad de estas matanzas, ya que no sólo atentan contra las medidas de conservación adoptadas por la CBI, sino que amenazan la salud del pueblo japonés, que ya se encuentra suficientemente afectado por los efectos del terremoto y la contaminación nuclear generada por la planta de Fukushima”.
Fuente: Mainichi Daily News, Centro de Conservación Cetacea