El retraso del zarpe de la flota ballenera nipona encargada de desarrollar operaciones de “caza científica” de ballenas en la zona del Santuario de Ballenas del Océano Austral en la Antártica ha llamado la atención de lo medios de comunicación internacionales debido a que durante la última década éste ocurría entre el 6 y 19 de noviembre.
Sin embargo tanto la Agencia de Pesca de Japón (APJ), como el Instituto de Investigación de Cetáceos (ICR) y la compañía ballenera Kyodo Senpaku, han declinado realizar comentarios sobre las causas del retraso.
De acuerdo a los ambientalistas Wakao Hanaoka y Junichi Sato, éste podría deberse a dificultades para asegurar una embarcación para el suministro de combustible en Antártica, después que Kyodo Senpaku perdiera la nave que tenían para ese propósito. “Es difícil encontrar dueños de embarcaciones que estén dispuestos a tomar el riesgo de asociarse a actividades condenadas por la comunidad internacional como la caza de ballenas”, afirmó Hanaoka.
Kyodo Senpaku es la empresa contratada por el ICR para llevar a cabo la matanza de ballenas, que a su vez es dependiente de la Agencia de Pesca de Japón. La nave abastecedora de combustible Hiyo Maru N2, fue vendida en agosto pasado por la compañía Daito Trading Co., tras 31 años de operaciones. De acuerdo a un oficial de Daito “la nave era muy vieja para continuar operando”.
A pesar de las desconocidas causas del retraso del zarpe de la flota ballenera, lo cierto es que la temporada de la denominada “caza científica” de ballenas en la Antártica podría abreviarse ya que debe regresar a Japón antes de Abril.
La situación se desarrolla en medio de crecientes presiones hacia Japón para poner fin a la caza de ballenas en la Antártica, una zona declarada como Santuario de Ballenas por la Comisión Ballenera Internacional (CBI) en 1994 y donde se prohíbe cualquier tipo de matanza de ballenas. Sin embargo Japón, único miembro de la CBI que no votó a favor de la creación del santuario, abusa de un resquicio legal para auto otorgarse cuotas de captura con supuestos fines científicos que se caracterizan por tener niveles de captura comerciales, incluir especies En Peligro y realizarse en zonas de protección especial.
Estos son algunos de los motivos por los cuales el gobierno de Australia presentó en Mayo una demanda contra la denominada “caza científica” de Japón ante la Corte Internacional de Justicia que busca detener la matanza de ballenas en el Océano Austral.
A pesar de las críticas y demandas, el gobierno de Japón continúa promoviendo su política ballenera, incluso ante la significativa disminución del consumo carne y productos ballena en el mercado interno. Actualmente Japón cuenta 5,670 toneladas de carne de ballena, el mayor almacenaje de este producto desde 1999.
Fuente: Japan Times