15 de abril de 2010 (CCC News) – Un estudio publicado esta semana en la revista científica Biology Letters demuestra el comercio ilegal de carne y productos de ballena obtenidos a través de los denominados programas de “caza científica” que realiza el gobierno de Japón en aguas internacionales del Pacífico Norte y el Santuario de Ballenas del Océano Austral.
El estudio realizado por once especialistas de EE.UU, Japón y Corea del Sur, fue liderado por el genetista de la Universidad de Oregon, Scott Baker, y revela la venta ilegal de especies protegidas de ballena minke antártica, ballena minke del Pacífico Norte, ballena de aleta y ballena sei en locales comerciales de Estados Unidos y Corea del Sur.
Los resultados de los análisis genéticos revelaron que carne de ballena minke antártica, proveniente del Santuario de Ballenas del Océano Austral, está siendo comercializada ilegalmente en Corea del Sur, junto con especies de ballena sei y minke del pacífico Norte que son capturadas por Japón en aguas internacionales del hemisferio norte.
Adicionalmente, la investigación evidenció la venta ilegal de ballena de aleta, la segunda especie de mayor tamaño después de la ballena azul, en el mercado coreano. Japón captura ballenas de aleta en el Santuario Ballenero Austral, que posteriormente son comercializadas en el mercado interno nipón. De acuerdo a los resultados genéticos de la investigación “es muy probable que las muestras de ballena aleta obtenidas en Corea del Sur tengan el mismo origen que las que son comercializadas en Japón”.
Por otra parte, el estudio reveló que la carne de ballena sei comercializada ilegalmente en Estados Unidos en el recientemente clausurado restaurante californiano The Hump, proviene de ejemplares cazados por Japón con supuestos fines de investigación en el Pacífico Norte.
Negociación de la CBI y Expansión del Comercio Ilegal de Ballenas
Las evidencias científicas sobre el tráfico ilegal de productos de ballena coincide con la realización esta semana en Washington de una reunión de carácter secreto de doce países de la CBI, conocido como Grupo de Apoyo, entre los cuales se encuentran México y Brasil. Este grupo de trabajo, liderado por el chileno Cristian Maquieira, tiene como objetivo avanzar hacia la finalización de un texto de negociación para definir el futuro de la CBI el cual será evaluado el próximo mes de junio en Marruecos por representantes de los 88 países que forman parte de este organismo internacional.
La propuesta preliminar de negociación, que fue dada a conocer a inicios del mes pasado durante una reunión abierta de la CBI en La Florida (EE.UU), ha sido objeto de duras críticas por parte de países como Australia, debido a que busca eliminar la moratoria sobre la caza comercial de ballenas y legitimar la denominada “caza científica” de ballenas que realiza Japón – incluso en aguas de los santuarios balleneros establecidos bajo la CBI, a cambio de una supuesta reducción del número de ballenas cazadas actualmente. Sin embargo, la propuesta carece de mecanismos para garantizar el cumplimiento de las medidas propuestas y sus opositores recuerdan que ésta fue una de las principales razones que llevó a la mayoría de las especies de ballenas al borde de la extinción durante la ballenería comercial.
Adicionalmente, la propuesta discutida actualmente en el seno de la CBI no cuenta con mecanismos efectivos para evitar el tráfico ilegal de ballenas debido a que los programas de fiscalización, monitoreo y cumplimiento serán exclusiva responsabilidad de las naciones balleneras. Al respecto Baker y sus colegas destacan que “la historia de la ballenería comercial demuestra que los acuerdos internacionales no son honrados por las naciones ante la ausencia de sistemas de fiscalización, seguimiento y cumplimiento independientes, transparentes y efectivos”.
El estudio asevera que durante un periodo de 40 años, la ex Unión Soviética falsificó registros de capturas de más de 100,000 ballenas cazadas en el hemisferio sur. Durante la década de 1980 las estaciones balleneras costeras de Japón falsificaron registros de captura de ballenas de Bryde y cachalotes; y la captura ilegal, no regulada y no reportada (IUU por sus siglas en inglés) continúa hasta nuestros días bajo el alero de la denominada “caza científica” de ballenas que realiza Japón en aguas internacionales.
En referencia a la propuesta de negociación de la CBI, el comisionado chileno y actual presidente de la CBI, el embajador chileno Cristián Maquieira, afirmó esta semana al diario The New York Times que “si esta iniciativa fracasa, regresaremos a años de asperezas”. Sin embargo, para Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea, “las irrefutables evidencias del comercio ilegal de ballenas, que incluye especies capturadas en el Santuario de Ballenas del Océano Austral, es un urgente llamado de atención al presidente de la CBI y los países miembro de este organismo internacional sobre la grave amenaza que representa para las poblaciones de ballenas de nuestra región la adopción prematura de un acuerdo débil que genera condiciones para la expansión del comercio ilegal de ballenas durante la próxima década”.
Cabrera recordó que la conservación de las ballenas es un tema de alta sensibilidad en América Latina, particularmente en Chile, donde el 99% de la ciudadanía apoya la protección de estos mamíferos marinos de acuerdo a una encuesta nacional encargada por CCC a la agencia Adimark-GfK en 2008 durante la campaña “Chile 2008, Santuario de Ballenas” realizada con el Centro Ecoceanos y la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales de Chile (CONAPACH).
“Sería lamentable y altamente cuestionable que Chile y los países de América Latina, conocidos por defender férreamente la mantención de la moratoria sobre la caza comercial y la finalización de la “caza científica” de ballenas, cedieran ante la presión ejercida por Japón y aprobaran un acuerdo que, bajo los términos actuales, retornará a la CBI a sus tiempos más oscuros y amenazará nuevamente la conservación las poblaciones de ballenas de nuestra región”, concluyó Cabrera.
Fuente: New York Times, Biology Letters, CCC