15 de Marzo de 2010 (CCC) – El atún de aleta azul del Atlántico (Thunnus thynnus), también conocido como atún rojo o cimarrón, se encuentra al borde de la extinción y su comercio internacional necesita ser detenido inmediatamente con el fin de evitar su desaparición de los mares del planeta.
Los informes más optimistas relativos a las poblaciones de estos enormes, hidrodinámicos y hermoso peces sugieren que la población del Atlántico Este y Mediterráneo se ha reducido entre un 74 % y la del Atlántico Occidental en un 82% durante los últimos cuarenta años, mientras que otros afirman que sólo sobrevive un 10% de la población estimada originalmente.
A partir de esta semana, 175 países miembro de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES por sus siglas en inglés) tendrán el poder de tomar las acciones necesarias para impedir la extinción de esta especie durante la Conferencia de las Partes que se realiza en Qatar hasta el próximo 25 de marzo.
De acuerdo al panel de expertos en pesca de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) el atún rojo cumple con los requerimientos para ser incluido en el Apéndice I de la CITES. Este prohíbe el tráfico internacional de especies que se encuentran amenazadas y cuyas poblaciones declinan enérgicamente debido a su comercialización.
Mónaco lidera una propuesta que deberá contar con el apoyo de al menos un 75% de las Partes de la CITES para proteger la especie del comercio internacional. Noruega, Suiza, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Serbia y Estados Unidos ya se han expresado a favor de prohibir el comercio internacional de atún de aleta azul.
A pesar que los 27 países que componen la Unión Europea favorecen la adopción de la medida, buscan detener su implementación hasta una reunión de la Comisión Internacional para la Conservación Atún Atlántico o ICCAT que se realizará en noviembre próximo.
Los responsables del colapso de las poblaciones de esta especie de atún son la incapacidad de los gobiernos de administrar adecuadamente esta pesquería y el insaciable apetito de un público seducido por la moda del sushi y sashimi.
Desde hace varios años los cuerpos científicos del organismo internacional responsable del manejo de la pesquería del atún rojo, la ICCAT, han recomendado una reducción de las cuotas anuales de captura. Sin embargo, los representantes de gobierno en este foro internacional suelen pertenecer a entidades de pesca fuertemente influenciadas por los intereses de la industria pesquera. Las recomendaciones científicas no sólo han sido ignoradas sino que las cuotas aprobadas por los representantes de la ICCAT han duplicado e incluso triplicado las cuotas sugeridas por los especialistas científicos, llevando al atún rojo del Atlántico al borde la extinción.
Por otra parte, el lucrativo mercado del atún rojo, donde 500 gramos de carne pueden llegar a costar más $350 dólares, mantiene vivo el interés de pesqueros, comerciantes y consumidores irresponsables de asegurar el abastecimiento de su preciada carne, incluso mediante la pesca y tráfico ilegal de la especie.
Japón, país consumidor del 80% del atún rojo, anunció en febrero pasado que no participará en ninguna moratoria sobre el comercio internacional de esta especie y presentará una reserva a la medida en caso que ésta sea adoptada por la CITES, liberándose así de cumplir con ella. De manera similar al tema ballenero, Japón se opone a cualquier medida de conservación que pueda limitar su acceso a los recursos marinos y el atún no es la excepción.
Por otra parte, el gobierno de Tunisia, con fuertes inversiones en la industria pesquera del atún, ha expresado rechazo a la propuesta y se encuentra trabajando para evitar su aprobación en Qatar.
A pesar que 2010 ha sido declarado como el Año Internacional de la Biodiversidad, hasta la fecha ningún organismo internacional ha adoptado medidas realmente efectivas para cumplir con la meta de revertir la pérdida de la biodiversidad. Por el contrario, los acuerdos ambientales internacionales han sufrido un debilitamiento gradual en sus objetivos de conservación, influenciados por factores económicos de gobiernos que parecieran atender intereses más corporativos que democráticos.
Considerando que la CITES cuenta con mecanismos y antecedentes para detener los factores que amenazan la supervivencia del atún de aleta azul, ahora sólo le toca a los gobiernos presentes en Qatar demostrar al mundo para quién trabajan.
Más antecedentes en: The Guardian, AFP, New York Times, CITES