Diversos enfrentamientos ocurridos durante los últimos días en el Océano Austral entre la nave ballenera japonesa Shonan Maru2 y las embarcaciones de la Sociedad para la Conservación Sea Shepherd evidencian que la falta de acción de parte de los gobiernos de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) para detener la matanza de ballenas con supuestos fines científicos al interior de este organismo internacional coloca en riesgo la seguridad marítima así como el delicado ecosistema antártico.
La CBI es el organismo encargado del manejo y conservación de las poblaciones de ballenas a nivel mundial y actualmente se encuentra en un proceso de reforma liderada por el embajador chileno Cristián Maquieira. Sin embargo, el tema más contencioso que amenaza tanto el proceso de negociación como el futuro y la gobernabilidad de la CBI, la caza científica de ballenas, no ha podido ser resuelto diplomáticamente trasladando el conflicto generado por Japón a las aguas del Océano Austral.
Los enfrentamientos, que incluyen el uso de cañones lanza agua, rayos láser y equipos de sonido de alta intensidad, no habrían logrado detener la matanza de ballenas realizada por Japón argumentando supuestos fines científicos.
La justificación científica fue desmentida recientemente por el Ministro de Relaciones Exteriores de Japón, Katsuya Okada, quien el pasado 11 de diciembre defendió el programa ballenero afirmando que “comer bien forma parte de la cultura japonesa”, confirmando que más que ciencia, lo que busca el país oriental es mantener el comercio de carne y productos de ballena infringiendo la moratoria global vigente sobre la caza comercial de estos cetáceos.
Los peligrosos encuentros entre balleneros y conservacionistas se desarrollan en aguas que paradojalmente conforman un Santuario de Ballenas creado por la CBI en 1994. En esta área que circunda el continente antártico se prohíbe todo tipo de operaciones balleneras pero el gobierno de Japón transgrede este acuerdo al auto otorgarse cuotas de captura con supuestos fines de investigación.
La semana pasada, el Instituto de Investigación de Cetáceos de Japón (ICR por sus siglas en inglés), la organización encargada de ejecutar los programas de la denominada “caza científica” de ballenas, acusó a Sea Shepherd de atacar la embarcación Shonan Maru2 con dispositivos láser. Por su parte, Sea Shepherd, acusó a la flota nipona de atacar el helicóptero de la nave Steve Irwin con dispositivos militares acústicos de largo alcance conocidos como LRDA.
Los encuentros entre balleneros y conservacionistas se realizan en uno de los océanos más peligrosos del mundo, con olas de más de 15 metros de altura y cubierto de cientos de icebergs.
Reiterados llamados realizados por diversas organizaciones de la sociedad civil de América Latina para que sus gobiernos implementen acciones diplomáticas públicas en rechazo a la “caza científica” de ballenas que realiza Japón en el Santuario de Ballenas del Océano Austral no han sido respondidos formalmente hasta la fecha.