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La ONU advierte que el aumento del ruido submarino provocado por el hombre amenaza la vida de las especies marinas

Roma, 04 de diciembre 2008 (CCC News) – La creciente contaminación acústica en los océanos del mundo amenaza la supervivencia de ballenas, delfines y otras especies submarinas, según un panel de expertos patrocinado por la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Los especialistas, reunidos en la Convención para la Conservación de las Especies Migratorias que se celebra en Roma, Italia, entre el 01 y 05 de diciembre y de la que Chile es parte, aseguran que los sonidos que utilizan estos mamíferos para comunicarse son opacados por el incremento de la cacofonía marina originada por el hombre: el ruido que provocan los barcos, los sistemas militares de sonar y el cambio climático.

“El ruido submarino hecho por el hombre ya ha provocado una especie de niebla acústica y una cacofonía de sonido en muchas partes de los mares y océanos del mundo”, dijo Mark Simmonds, director científico de la Sociedad para la Conservación de los Delfines y las Ballenas (WDCS por sus siglas en inglés), en una conferencia de prensa en Roma paralela a la Convención.

“Actualmente, hay evidencia que relaciona fuertes ruidos bajo el agua con algunos de los mayores varamientos de mamíferos marinos, especialmente ballenas con nariz de espada que nadan en las profundidades”, expresó Simmonds.

A pesar de que los mayores damnificados son animales mamíferos como las ballenas, “parece que otras especies marinas puedan haberse visto afectadas”, apuntó Simmonds, quien vincula al ruido oceánico algunos daños que presentan los tejidos de los cetáceos.

Los expertos de la Convención, que representan a 100 países, concluyeron que los animales “se desorientan, no pueden encontrar pareja ni comida y se comportan erráticamente”.

Por ello, la ONU, a través de su Programa para el Medioambiente (UNEP), urge a los gobiernos y a las industrias a que adopten motores más silenciosos y sonares menos dañinos en los barcos y medidas más restrictivas sobre el uso de pruebas sísmicas para la exploración del petróleo y el gas.

La ONU denuncia además que los cambios en la composición química marina contribuyen al aumento de la contaminación acústica del océano, ya que el incremento de los niveles de acidez del agua del mar hacen que ésta absorba un diez por ciento menos sonidos de baja frecuencia.

A menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan, los niveles de acidez marina podrían llegar a un punto en 2050 en el que el ruido de los barcos llegue a distancias un 70 por ciento mayores, indicó la agencia de noticias EFE.

Sobre esto, Simmonds de la WDCS indicó que “ahora nos enfrentamos a evidencias relevantes de que la combustión de combustible fósil y la emisión de CO2 pueda suponer una nueva e incluso mayor amenaza, a no ser que se tomen medidas para recortar las emisiones en los próximos años y décadas”.

Otras de las medidas que se proponen incluyen cambiar la ruta de algunos barcos, reducir las velocidades y prohibir experimentos y el uso de sonares en los hábitats de los animales en peligro.

Un portavoz del Programa Ambiental de Naciones Unidas dijo que hay indicios de que los gobiernos están dispuestos a enfrentar los problemas que provocan los océanos ruidosos.

Lesiones en los tejidos y otros efectos

En algunos casos, los mamíferos presentaron lesiones en algunos tejidos, similares a las de los buzos que salen a la superficie demasiado rápido.

Los expertos creen que esos animales pueden haberse asustado por el ruido de sonares militares o experimentos sísmicos y terminaron por ascender a una velocidad superior a la de sus limitaciones físicas.

Las personas experimentan este síndrome de descompresión cuando suben desde aguas profundas, en donde hay mucha más presión, a la superficie en un período de tiempo muy estrecho, luego de permanecer sumergidos a mucha profundidad o muy prolongadamente.

Por otro lado y de acuerdo al nuevo reporte de la Fundación Internacional para el Bienestar Animal (IFAW por sus siglas en inglés), titulado “Ruido oceánico: apágalo”, la distancia sobre la que las ballenas se pueden comunicar se ha acortado en un 90 por ciento en los últimos 40 años como resultado del aumento de los niveles de ruido.

Según este reporte, durante los últimos 50 años el sonido de baja frecuencia bajo el agua ha aumentado al doble cada 10 años, mientras que el número de barcos se ha triplicado.

Fuente: BBC Mundo, Thompson ReutersEl UniversalCCC