La 22da reunión del Comité de Fauna de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) realizada en Perú entre el 7 y 13 de julio se pronosticaba como una instancia que transcurriría sin mayores problemas. Entre otros, el Comité de Fauna estaría encargado de seleccionar especies de anfibios y aves terrestres para revisar su clasificación en los Apéndices y determinar si están recibiendo el grado adecuado de protección.
En un acto sin precedentes e ignorando lo acordado previamente por el Comité de Fauna, Islandia presentó una propuesta para incluir en la revisión periódica a la ballena de aleta y se ofreció a realizar la revisión. La inusitada propuesta generó tal nivel de confusión que tuvo que ser votada en dos oportunidades, siendo finalmente aprobada.
Posición Regional
Más preocupante que el carácter sorpresivo de la estrategia islandesa, es el apoyo brindado por los representantes regionales de Centro América, del Sur y el Caribe a la misma, la cual necesitaba un tercio de los votos de los miembros regionales para ser aprobada.
Actualmente el Comité de Fauna está compuesto por 10 miembros de diversas regiones geográficas, dos de los cuales corresponden a Centro América, del Sur y el Caribe. La votación de ambos miembros a favor de la propuesta durante la primera votación y el apoyo de uno de ellos durante la segunda, fue decisivo para introducir un tema sensible y altamente politizado en un Comité de carácter técnico que no tenía el mandato para incluir especies de cetáceos en la revisión periódica.
Diversos países de Centro América, del Sur y el Caribe han fortalecido políticas de conservación de cetáceos debido a los beneficios sociales y económicos generados por su uso no letal. Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú y Uruguay son sólo algunos de los países que desarrollan políticas tendientes a la conservación y uso no letal de cetáceos a nivel nacional, regional e internacional. Las implicancias de la aprobación de la propuesta islandesa deberían haber sido suficientes para que nuestros representantes cumplieran efectivamente su rol de “representar” los intereses regionales en materia de conservación y manejo de cetáceos.
Efectos Internacionales
La ballena de aleta es la segunda especie de mayor tamaño entre los cetáceos y sus poblaciones fueron drásticamente reducidas por la ballenería industrial. Actualmente sus poblaciones se encuentran protegidas de la caza comercial por la Comisión Ballenera Internacional (CBI), el único organismo con competencia en la conservación y administración de cetáceos. Adicionalmente, la CITES acordó no transferir las especies de ballenas del Apéndice I hasta que la CBI tome acciones respecto a la moratoria vigente.
La propuesta aprobada por el Comité de Fauna de la CITES no sólo ignora las decisiones acordadas por la Conferencia de las Partes, que es el órgano encargado de tomar las decisiones políticas, sino que también socava gravemente las decisiones adoptadas por la CBI y debilita los esfuerzos realizados por un importante numero de países para superar el dilema ballenero en el seno de la CBI.
Islandia y la Ballenería
Las intenciones balleneras de Islandia no son recientes. En 1999 el Parlamento de ese país solicitó al Gobierno “reanudar las operaciones balleneras lo antes posible”. La petición fue recibida y en 2000 Islandia se adhirió a la CITES. Sin embargo, al poco tiempo Islandia presentó diversas reservas contra la inclusión de ballenas de aleta, sei, minke, azul, jorobadas y cachalotes en el Apéndice I, el cual prohíbe el comercio internacional con el fin de proteger especies clasificadas en peligro. La selección de las especies no es casual si se considera que corresponden a las mismas que eran cazadas por industrial ballenera islandesa.
Pero Islandia sabe muy bien que de nada sirve tener la intención de exportar productos de ballena si no puede cazarlos, y para ello necesita ser miembro de la CBI. En una acción similar a la de la ballena de aleta, en 2002 Islandia logró reintegrarse a la CBI luego que la Comisión había rechazado en dos oportunidades la petición de Islandia de adherir a la Convención con una reserva a la moratoria sobre la caza comercial de ballenas. Al igual que en Perú, la iniciativa islandesa de adherir con reserva a la moratoria, apareció repentinamente en una reunión intersesional que no tenía previsto abordar el tema de Islandia y la confusión generada llevó a que la solicitud fuera aprobada por un voto de diferencia correspondiente a Islandia, que incluso pudo votar a su favor sin ser aun miembro de la Comisión.
Posteriormente, Islandia reanudó las operaciones de caza con supuestos fines científicos a través de un programa que contempla la captura de 50 ballenas sei, 100 ballenas minke y 100 ballenas de aleta. Las intenciones comerciales del “programa científico” quedaron claramente expuestas en 2003 por el ex Primer Ministro de Islandia, quien afirmó en una visita a Japón que “el pequeño mercado local de nuestro país requiere que Islandia pueda exportar los productos obtenidos y naturalmente miramos a Japón como el Mercado tradicional para estos productos.”
Fuente: CCC