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Ministro de salud japonés reconoce altos niveles de toxinas en carne de cetáceos

Japón. 20 de Enero de 2003 – De acuerdo a una investigación realizada por el Ministerio de Salud de Japón, las diversas variedades de carne de ballena vendidas en el mercado nipón contienen altos niveles de bifeniles policlorinados (PCBs) y mercurio metílico.

Las sustancias venenosas fueron detectadas especialmente en la grasa y carne de las muestras de cinco ballenas picudas capturadas fuera de la costa norte de Sanriku y en el Mar de Okhotsk.

El grupo de investigación del ministerio detectó en la grasa de los ejemplares niveles de PCBs entre 5 y 11 partes por millón (ppm), mientras que los niveles de mercurio metílico encontrados en la carne se hallaron entre 0.37 y 1.3 ppm. Los estándares establecidos por el ministerio de salud de Japón en 1972/73 establecen un limite provisional para alimentos marinos correspondiente a 0.5 ppm para PCBs y 0.3 ppm para mercurio metílico.

De acuerdo a un oficial del ministerio de salud, “no es común que la gente consuma carne de ballena todos los días por lo que no consideramos este hecho preocupante. Sin embargo debemos tomar algunas precauciones porque los niveles son altos en ciertas especies de cetáceos”.

Investigadores del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar Social de la nación nipona evaluaron los niveles de PCBs y mercurio metílico en los músculos, grasa y órganos internos de siete especies de cetáceos cuya captura es permitida por la Comisión Ballenera Internacional con supuestos fines de investigación científica.

El estudio también encontró que cerca del 10% de la carne de cetáceos en el mercado se encuentra mal rotulada. Oficiales del Ministerio de Salud declararon que harán un llamado a las agencias pesqueras para ordenar a la industria que rotule correctamente los productos correspondientes a carne de cetáceos.

INFORMACIóN COMPLEMENTARIA

Bifeniles Policlorinados

La industrialización ha aumentado rápidamente la generación de nuevos agentes químicos, entre los cuales destacan productos inorgánicos como el plomo, mercurio, arsenio, cadmio y asbesto, o productos orgánicos como el bifenil policlorinado (PCB), el cloruro de vinilo, o el pesticida DDT.

La peculiaridad de diversos de estos agentes es la capacidad de producir cáncer en el tiempo, como el cáncer de pulmón relacionado con el asbesto; el cáncer de hígado por cloruro de vinilo; o las leucemias relacionadas con la exposición al benceno. La enfermedad de Minamata, producida por ingerir pescado contaminado por mercurio, y la enfermedad de Yusho, relacionada con alimentos contaminados con furanos clorinados, son algunos ejemplos de los procesos tóxicos agudos producidos por dichas sustancias.

No se conoce con detalle el efecto perjudicial de la mayoría de los tóxicos del entorno. La incidencia y frecuencia de cada enfermedad guardan relación con la dosis de toxina. Para los efectos crónicos o retardados, como el cáncer o las alteraciones en los descendientes de los individuos expuestos, no hay un umbral de dosis seguro por debajo del cual no se desarrolla la enfermedad.

En consecuencia, el efecto cancerígeno de ciertos agentes ambientales contaminantes como el DDT o PCB es de una magnitud desconocida.

Riesgos del Mercurio Metílico

Ciertas bacterias convierten el mercurio depositado en el mar en mercurio metílico, que suelen ingerir los peces. El metal se concentra en animales que pertenecen a escalas superiores de la cadena alimenticia, como los grandes depredadores y las ballenas.

Los efectos negativos del consumo de carne contaminada con mercurio metílico quedaron demostrados en un estudio realizado en las Islas Faroe (Dinamarca), donde los pobladores consumen carne de delfines calderones. El estudio concluyó que los hijos de mujeres cuya concentración de mercurio en la sangre durante el embarazo estaba por encima del máximo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentaron dificultades de aprendizaje, incapacidad de concentración, y deficiencia de memoria y de otras facultades mentales. Estos problemas variaron de acuerdo al nivel de mercurio detectado.

Durante la investigación Philippe Grandjean, de la Universidad de Odense, Dinamarca, y sus colaboradores determinaron la concentración de mercurio en muestras del cordón umbilical de más de 900 bebés de las islas Faroe y del cabello de sus madres. El nivel de mercurio detectado en las mujeres variaba según la cantidad de carne de ballena que las mujeres solían ingerir.

Cuando los niños tenían entre seis y siete años, los investigadores los sometieron a un total de 20 pruebas psicológicas que medían el desarrollo del lenguaje, la capacidad de concentración y de memoria, así como la percepción espacial y las habilidades motoras. Los resultados de 11 de estas pruebas, estaban directamente relacionados con la concentración de mercurio descubierta en las muestras del cordón umbilical. “Cuanto más mercurio tenían las muestras umbilicales de los niños, peor se desempeñaban en las pruebas”, explica Grandjean.

Fuente: The Asahi ShimbunEl Mundo