Un estudio publicado en 2009 demuestra que la industria ballenera depende fuertemente de subsidios gubernamentales para sobrevivir. Este factor, unido a que la flota ballenera de aguas distantes de Japón ha demostrado no estar en condiciones de operar por mucho tiempo debido a su antigüedad y precariedad en materia de seguridad marítima, anticipa que Japón necesita renovar urgentemente su obsoleta flota ballenera para mantener las operaciones de caza en el hemisferio sur a largo plazo.
Recordemos que en 2007, el buque factoría nipón Nisshin Maru sufrió un grave incendio en las aguas del Océano Austral. Ello deshabilitó el funcionamiento de la nave por más de diez días, dejando la embarcación a la deriva con más de mil toneladas de combustible y sustancias químicas, lo que constituyó una gravísima amenaza para el frágil ecosistema antártico.
Ninguna de las embarcaciones de la flota ballenera japonesa que opera en aguas de la Antártica corresponde a rompehielos (a pesar que operan regularmente en áreas con masas de hielos) y la Organización Marítima Internacional (OMI), recientemente aprobó nuevas regulaciones que prohíben el uso de combustible pesado en la Antártica, el cual es el que utiliza la flota ballenera nipona para cazar ballenas en el Océano Austral.
Como en cualquier negocio, para dotar a Japón de una nueva y más moderna flota ballenera es necesario garantizar y dar certeza jurídica a los financistas de la recuperación de la su inversión durante los próximos años. Eso es justamente lo que explica la asignación de cuotas de caza y otras medidas contenidas en la propuesta de negociación presentada a la Comisión Ballenera Internacional por el comisionado chileno y actual presidente de este organismo internacional, Cristian Maquieira.
A pesar del maquillaje y los intentos por promocionar la propuesta como la única alternativa para mejorar la conservación de las ballenas, la adopción de la iniciativa del comisionado chileno, servirá de aval para que el gobierno de Japón pueda contar con al menos una década garantizada de operaciones balleneras en la Antártica.
Aunque el presidente de la CBI argumente que las cuotas serán bajas, el rechazo de Islandia y Japón a los números sugeridos por Maquieira, evidencia que no existe ningún acuerdo sobre la cifra final de ejemplares que serán negociados por los miembros de la Comisión, los cuales podrían aumentar como resultado de la reunión anual de junio próximo en Marruecos.
Adicionalmente, la propuesta del presidente de la CBI carece de mecanismos efectivos para que las eventuales cuotas acordadas sean respetadas por los las naciones balleneras y no especifica cómo se reanudará la moratoria después de 10 años.
La reapertura de la caza y el comercio ballenero, la legalización de las operaciones de caza en aguas del Océano Austral, el reestablecimiento de cuotas de captura y el aporte financiero de los miembros de la CBI para mantener diversos costos asociados a la renaciente industria ballenera, evidentemente representa una oportunidad de inversión para empresarios, bancos y naciones que buscan una nueva oportunidad de negocio. Como resultado, la propuesta Maquieira será la responsable de revitalizar una industria obsoleta y anacrónica, que de otra manera, estaría condenada a desaparecer de manera natural durante los próximos años.
En este contexto, la propuesta Maquieira, no brinda un futuro para las ballenas, sino que es un “traje a la medida” confeccionado para satisfacer los intereses estratégicos de la industria ballenera . Y lo que es más grave, los intereses de la ballenería pelágica en las aguas del Santuario de Ballenas del Océano Austral, donde naciones como Japón, aniquilaron cientos de miles de ballenas hasta llevarlas al borde de la extinción.
En momentos en que la participación ciudadana sobre temas ambientales crece rápidamente a medida que aumenta la pérdida de los ecosistemas y la biodiversidad, la propuesta Maquieira representa una grave amenaza para avanzar hacia el cumplimiento de compromisos internacionales ambientales y atenta contra los intereses estratégicos a largo plazo del país y la región relacionados a la conservación y gobernabilidad de las aguas del hemisferio sur y Antártica.
En consecuencia resulta urgentemente necesario que la propuesta Maquieira sea evaluada en profundidad, con seriedad y responsabilidad, tanto por el gobierno de Chile como por los países miembros del Grupo de Buenos Aires.
Por: Elsa Cabrera, directora ejecutiva, Centro de Conservación Cetacea – Juan Carlos Cárdenas, director ejecutivo Centro Ecoceanos.