Otros nombres comunes:

Ballena pigmea

A diferencia de las otras ballenas francas, el tronco es delgado y esbelto, en el cuello se ubican dos pliegues gulares longitudinales poco visibles, no presenta callosidades y posee una pequeña aleta dorsal encorvada, situada muy atrás en el tronco de manera que suele no verse cuando sale a la superficie. Su coloración es grisácea en el dorso aclarándose en la zona ventral y tiene una franja oscura desde la aleta pectoral hacia el ojo. Las hembras son más grandes que los machos, alcanzando longitudes de 6,4 m y pesos cercanos a las 4,5 toneladas.

Su alimentación estaría basada en copépodos, aunque el método de alimentación nunca ha sido observado.

Esta especie ha sido raramente observada en el mar, por lo tanto la información sobre su comportamiento es escasa. Al parecer sería de desplazamiento lento e inmersiones cortas. Se han observado tanto individuos solos como en pareja, incluso en grupos de hasta 8 individuos y acompañados por otras especies de cetáceos.

Presenta una distribución circumpolar en aguas templadas del hemisferio meridional entre los 30°S y 55°S . Existen pocos registros de avistamientos de ballenas vivas, sin embargo, hay registros de varamientos en Argentina, Islas Malvinas, Namibia, Sudáfrica, Chile, las costas occidentales, meridionales y este de Australia, y las islas del norte y sur de Nueva Zelandia. El único hallazgo de esta ballena en Chile fue reportado por CCC gracias a la información entregada por miembros de la RAMMC y la colaboración de las comunidades costeras del noroeste de la Isla Grande de Chiloé.

Son tan escasos los avistamientos de animales vivos que es prácticamente imposible determinar la abundancia de está especie a nivel mundial.

Al parecer, no ha sido una especie explotada comercialmente. No obstante, se han registrado muertes accidentales por enmallamiento en redes de pesca.