La presión de los Estados Unidos por aprobar un controversial “paquete” de renovación de cuotas de caza aborigen que incluyó una propuesta de la nación caribeña de San Vicente y Granadinas para matar más de 20 ballenas jorobadas en los próximos seis años, generó un intenso debate durante el segundo día de la asamblea anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que se encuentra reunida en Panamá.
La conflictiva propuesta liderada por la nación norteamericana reunió en un sólo documento solicitudes para renovar cuotas de caza aborigen de comunidades de Alaska y Rusia, que de acuerdo a la CBI, cumplen con los requerimientos solicitados por la Comisión para este tipo de modalidad de caza de ballenas. Sin embargo, la inclusión de San Vicente y Granadinas en el “paquete” de propuestas generó un acalorado debate debido a que las matanzas conducidas en dicho país no cumplen con las medidas de la CBI.
En la nación del Caribe las matanzas no son realizadas por pueblos aborígenes, e históricamente no existe ningún registro arqueológico de que los pueblos originarios – ahora prácticamente extintos – hayan capturado ballenas. La caza de ballenas fue una práctica introducida por balleneros norteamericanos y franceses a finales del siglo XIX y durante varias décadas la actividad estuvo suspendida. Adicionalmente el país caribeño, asociado a la política de compra de votos del gobierno de Japón en la CBI, mantiene un vergonzoso historial de violaciones a los requerimientos de la Comisión, como la sistemática matanza de crías de ballenas jorobada y el comercio de carne y productos de ballenas a pesar de la moratoria global sobre la caza comercial que existe sobre estos mamíferos marinos.
Durante el debate, diversos países y en particular las naciones latinoamericanos y del Caribe en la CBI que conforman el Grupo Buenos Aires, expresaron su respeto a los derechos y las prácticas de las comunidades aborígenes de Alaska (EE.UU) y Rusia pero formularon profundas preocupaciones por la estrategia norteamericana de unir estas propuestas con la de San Vicente y Granadinas, y en reiteradas ocasiones llamaron a EE.UU a separarlas individualmente. Esto porque la aprobación de la cuota de San Vicente y Granadinas valida violaciones a la moratoria y por lo tanto genera nuevos espacios para avanzar hacia la reapertura de la caza comercial de ballenas en el futuro próximo.
La tozudez de los Estados Unidos por mantener la cuota conjunta obligó a la Comisión a llevar el paquete de propuestas a votación la cual fue finalmente aprobada debido al apoyo de la Unión Europea y países tradicionalmente conservacionistas como Australia, Nueva Zelanda e incluso México y Panamá. La presión del “Gran Hermano” por imponer mediante cuestionables prácticas – como la aglutinación de propuestas balleneras de distintas regiones y poblaciones de ballenas -una hegemonía ballenera al interior de la CBI no logró doblegar la posición de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Perú, Uruguay y República Dominicana, quienes defendieron férreamente los principios y gobernanza de la CBI así como el respeto a la moratoria, a pesar de la tenaz presión ejercida por los EE.UU sobre los países de la región.
Para Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea y coordinadora de la campaña Cero Caza de Ballenas “tras varios años de intentos fallidos de parte de EE.UU. por eliminar la moratoria e imponer una dictadura del consenso que sólo beneficia a los intereses balleneros, la presentación y aprobación de este ‘paquete’ ballenero evidencia que la nación norteamericana busca reemplazar el rol de Japón al interior de la CBI de imponer sobre sus miembros intereses balleneros para satisfacer agendas particulares que aparentemente tienen poco o nada que ver con la conservación y el manejo de las poblaciones de ballenas”.
En este contexto la ambientalista agregó que “la posición de los países del Grupo Buenos Aires que votaron en contra de otorgar a San Vicente y Granadinas cuotas de matanza de ballenas jorobada es un enorme orgullo para la región que merece un total apoyo y reconocimiento de toda la región, especialmente de los cientos de comunidades costeras y millones de personas que se benefician social, económica y ambientalmente de las ballenas vivas”.
Fuente: Centro de Conservación Cetacea