Una reciente publicación de la revista científica Biology Letters da cuenta del descubrimiento sobre el eslabón que faltaba para entender la evolución de las gigantescas bocas – filtradoras de alimento – de los rorcules como la ballena azul.
15 de Septiembre de 2011 – El paleontólogo australiano Erich Fitzgerald del Museo Victoria en Melbuerne, presentó recientemente sus descubrimientos sobre la evolución de las gigantescas bocas de las ballenas.
A diferencia de los cetáceos dentados u odontocetos – como los delfines y cachalotes – las ballenas no tienen dientes. Conocidos también como misticetos, estas especies han evolucionado para alimentarse de pequeños organismos marinos como kril y copépodos, entre otros, que filtran utilizando las barbas. Las barbas son láminas de keratina (similar a las uñas humanas) que se encuentran en el maxilar de las ballenas y en su cara interna presentan delgadas fibras que actuan como filtro para separar el agua del alimento.
Una característica clave de este sistema de alimentación es la boca cavernosa compuesta por un gran máxilar y una mandíbula tan elástica que le permite a las ballenas acumular más de su propio peso en agua de una solo trago. Fitzgerald agrega que “las ballenas modernas tienen mandíbulas extremadamente móviles que son francamente sorprendentes porque ninguna otra especie animal presenta esta clase de especialización.”
Hasta ahora se creía que la elástica mandíbula de las ballenas era una característica de todas los misticetos, incluso fósiles. Durante siglos los cientificos se han preguntado cómo las ancestrales ballenas evolucionaron de especies dentadas – que cazaban a sus presas de manera similar a como hoy lo hacen las orcas – a especies con barbas especializadas en filtrar el alimento.
Hoy Fitzgerald afirma que ha encontrado el eslabón que faltaba en este proceso evolutivo, al descubrir la primera evidencia fósil de un rorcual con dientes y sin mandíbula inferior elástica. La mandíbula pertenece a una pequeña ballena de unos 25 millones de años llamada Janjucetus hunderi, de unos 3 metros de largo. De acuerdo a Fitzgerald, “esta es la evidencia más clara que las antiguas ballenas podrían no haber filtrado la comida”.
Tras varios años de investigacion, Fitzgerald llegó a la conclusión que las dos partes del mandibular del Janjucetus hunderi estaban fusionadas y eran incapaces de separarse para filtrar el alimento. También evidenció que tenían un maxilar más plano y con menos volumen para capturar agua que las actuales ballenas.
La pista evolutiva la encontró en especies modernas de delfines que no cuentan con mandíbulas elásticas y se alimentan succionando peces y calamares. Fitzgerald argumenta que “la enorme boca de las ballenas podría haber evolucionado para mejorar la capacidad de succión”. Para el investigador australiano, evolutivamente es más probable que las ballenas pasaran de cazadoras dentadas a succionadoras de presas más pequeñas y finalmente a filtradoras, que directamente de especies cazadoras a filtradoras.
Fuente: ABC Science