El 2010 podr�a ser recordado como un a�o hist�rico para la protecci�n de las ballenas. Sin embargo la actual pol�tica pro ballenera de Estados Unidos y Nueva Zelanda, sumado a la falta de acci�n de la Uni�n Europea auguran que los intereses balleneros continuar�n dominando la Comisi�n Ballenera Internacional.
La próxima reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que se inicia hoy en la pequeña isla británica de Jersey, podría ser un encuentro histórico para consolidar temas de conservación y uso no letal que han estado estancados por décadas debido, entre otros, a la política de “compra de votos” que implementa Japón al interior de este organismo internacional.
La crisis financiera que asola la nación asiática, sumado a los devastadores impactos generados por el terremoto, tsunami y posterior destrucción de la planta de energía nuclear de Fukushima podría resultar en la ausencia de un significativo número de países que apoyan incondicionalmente y votan a favor de las políticas balleneras de Japón a cambio de programas de financiamiento pesquero, sobornos a oficiales particulares y hasta la contratación de servicios de prostitutas para algunos delegados de cuestionable reputación que participan en la CBI.
Propuestas como la creación del Santuario Ballenero del Atlántico Sur e importantes reformas a la gobernanza de la Comisión – que mejorarían significativamente la transparencia y participación ciudadana en la CBI -podrían ser finalmente adoptadas tras una década que se ha caracterizado por una falsa y manipulada polarización entre el bloque de países balleneros y conservacionistas.
Sin embargo la capitulación de los Estados Unidos a favor de intereses balleneros, seguido del inexplicable y silencioso acompañamiento de Nueva Zelanda a la posición norteamericana, podría mantener a la CBI rehén de los intereses de una minoría de naciones balleneras.
En 2010, ambas naciones lideraron una propuesta de negociación para “definir el futuro de la CBI” – que buscaba eliminar la moratoria sobre la caza comercial y legitimar la denominada “caza científica” de ballenas en el Santuario de Ballenas del Océano Austral – la cual fracasó rotundamente y fue declarada cerrada por la Comisión.
A pesar que las razones de Nueva Zelanda para apoyar tales medidas continúan siendo un misterio, EE.UU. ha evidenciado que detrás de su estrategia yace la necesidad de asegurar la renovación de las cuotas de caza de subsistencia aborigen que son otorgadas a ciertas comunidades de Alaska. Éstas deben renovarse cada cinco años por aprobación del 75% de los miembros de la Comisión y en 2012 correspondería abordarlas de nuevo. Dicho proceso fue históricamente adoptado por consenso hasta que en 2001 Japón, utilizando su política de compra de votos, bloqueó su entrega y colocó al gobierno norteamericano en una compleja situación frente a dichas comunidades árticas.
Desde entonces, la posición de EE.UU. respecto a la protección de las ballenas ha sufrido de un debilitamiento crónico que alcanzó su máxima expresión en 2010 con la negociación para definir el “Futuro de la CBI” y continúa este año de la mano de la controversial propuesta de resolución para “Mantener el Futuro de la CBI” que evidentemente busca revitalizar el fracasado proceso pro ballenero.
Considerando que las decisiones al interior de la CBI se adoptan por votación y que el voto de una potencia como Estados Unidos o Japón, tiene el mismo peso que una nación en vías de desarrollo, la posible ausencia de varios países financiados por Japón podría significar que las naciones conservacionistas – compuestas por el bloque Latinoamericano (Grupo Buenos Aires), la Unión Europea, Mónaco y otros – podrían alcanzar el 75% apoyo necesario para establecer finalmente el Santuario de Ballenas del Atlántico Sur y la maypría simple de votos para eliminar la compra de votos al interior de la Comisión.
Pero sorprendentemente la Unión Europea (UE) se encuentra aparentemente subyugada a los caprichos balleneros de Dinamarca, la única nación del bloque europeo que no apoya la protección de ballenas. Esto a pesar que en 2008 la UE adoptó una posición común de apoyo a la moratoria sobre la caza comercial de ballenas. En la CBI Dinamarca representa los intereses pro balleneros de Groenlandia, un Estado asociado a la nación nórdica donde no se aplican las medidas de la UE ya que desde 1985 no forma parte de la Comunidad Europea.
Adicionalmene, en 2009 la UE adoptó una decisión que requiere a sus miembros adoptar una posición común respecto a enmiendas al texto de la Convención y/o el reglamento de la CBI – que requieren el apoyo del 75% de los miembros de la Comisión. Ella está siendo utilizada por Dinamarca para bloquear el apoyo del bloque europeo a una resolución de transparencia y gobernanza liderada por el Reino Unido. Considerando que la iniciativa británica no constituye una enmienda a ninguno de estos textos y que su aprobación e implementación sólo requiere de la mayoría simple de votos (50% más uno), las condiciones para resolver una de las mayores amenazas para la CBI y el futuro de las ballenas – la falta de gobernanza – no podrían ser mejores.
En este contexto resulta irónico y frustrante que la única oportunidad real que ha tenido la CBI durante la última década para avanzar hacia un futuro prometedor para las poblaciones de ballenas y la gobernanza de los océanos pueda ser desechada por las actuales políticas pro balleneras de países históricamente conservacionistas, como EEUU y Nueva Zelanda, así como la inacción del bloque europeo ante la desafiante posición de Dinamarca.
Por Elsa Cabrera, directora ejecutiva Centro de Conservación Cetacea, coordinadora campaña 0cazaDballenas y observadora acreditada ante la CBI.