Santiago, 10 de diciembre 2008 (CCC News) – Entre el 8 y 10 de diciembre, más de una veintena de países miembro de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) se reunieron a puerta cerrada en Cambridge, Reino Unido, con el fin de discutir el futuro de dicho organismo internacional.
La reunión forma parte de los acuerdos alcanzados por la Comisión durante la 60ma reunión anual de la CBI que se realizó el pasado mes de junio en Santiago de Chile, donde se conformó un pequeño grupo de trabajo (PGT), incluido Chile, que se reunirá periódicamente antes de la próxima asamblea anual en 2009.
En esa oportunidad, los países conservacionistas que buscan consolidar el uso no letal de las ballenas en el seno de la CBI decidieron posponer temas prioritarios de su agenda, como la creación del Santuario Ballenero del Atlántico Sur, a favor de la generación de un clima adecuado de negociación que le permita a la CBI actualizarse con respecto a las demandas y necesidades del siglo XXI.
El carácter secreto de la reuniones del PGT ha generado malestar entre las organizaciones no gubernamentales (ONGs) de conservación de cetáceos, que durante la CBI en Chile hicieron un llamado a los miembros de la Comisión para avanzar hacia la modernización de este organismo implementando procesos de participación ciudadana abiertos, transparentes y participativos, similares a otros acuerdos internacionales relacionados con la biodiversidad y el medio ambiente.
Pero el carácter secreto de las reuniones del PGT no es el único motivo de molestia del proceso para reformar la CBI.
Diversas ONGs y un creciente número de personas alrededor del mundo han expresado su rechazo a la posición de las naciones balleneras debido a que, al contrario de las naciones conservacionistas, no evidencian ninguna voluntad para garantizar que las discusiones de la CBI lleguen a buen puerto.
Es así como mientras se desarrollaba la reunión del PGT, la flota ballenera japonesa avanzaba hacia las aguas del Océano Austral -designado por la CBI como Santuario Ballenero en 1994-, con el fin de cazar cerca de mil cetáceos con supuestos fines científicos, incluyendo ballenas de aleta, una especie clasificada En Peligro por Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN).
Adicionalmente Japón, Islandia y Noruega han decidido desafiar las medidas adoptadas por más de un centenar de países miembro de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna (CITES) al comercializar más de 70 toneladas de carne de ballena, incluida ballena de aleta, que ya están siendo vendidos en el mercado nipón.
A pesar que la CITES prohíbe el comercio internacional de todas las especies de grandes cetáceos protegidos por la moratoria sobre la caza comercial adoptada por la CBI en 1982, las tres naciones balleneras mantienen objeciones sobre esta medida y han optado por aplicarla justo en medio del delicado proceso llevado adelante por la CBI.
Frente a este panorama resulta difícil ser optimista sobre los resultados del PGT y el futuro de las ballenas bajo el alero de la CBI.
Por Elsa Cabrera, Directora Ejecutiva del Centro de Conservación Cetacea.